Política | Investigación | 4.ABR.2021

Los números de la operación electoral en Teziutlán

¿O en qué medida todo esto pasa por la acción de los operadores electorales?

Como parte de la investigación realizada por PCCI en el 2020 para la trilogía Dinero ilegal, elecciones en Puebla 2018-2019, lo ocurrido en Teziutlán permite observar con detalle la mecánica de la operación electoral en nuestro estado. En este texto analizamos el sube y baja de números y los partidos en las últimas cuatro elecciones.

¿Es posible analizar la operación electoral desde los números que arrojan los partidos? Vistos a vuelo de pájaro, los que ofrecen las estadísticas de las elecciones llevadas a cabo en un distrito como el de Teziutlán entre 2013 y 2019 confirman de manera rotunda que las votaciones son una rueda de la fortuna, que los electores guardan estados de ánimo e ideologías que los llevan a comportamientos extremos: hoy salgo a votar, la próxima quién sabe; hoy por este partido, la próxima por el de junto. ¿Es esto así? ¿Es un acto irracional el del votante? ¿Pone de por medio valores y programas partidistas? ¿Manifiesta lealtad o resentimiento? ¿Expresa con él la pertenencia a un grupo? ¿Le gana su ánimo la simpatía personal de un candidato? ¿La aversión que le provoca? ¿Decide por la oferta? ¿La oferta es ideológica? ¿Imagina con el voto un futuro para sí? ¿Es un intercambio material?

¿O en qué medida todo esto pasa por la acción de los operadores electorales?

El sube y baja del voto

Un partido como Morena, que no existe en 2013, obtiene en 2016 no más de 4,422 votos en todo el distrito, pero brinca a más de 79 mil en el 2018, para caer a 23,316 en el 2019. Vaya subibaja que en el 2018 tuvo como explicación última el tsunami López Obrador. Sin embargo, en la misma elección, no obtiene más de 19,151 votos para Barbosa, el candidato a gobernador.

Dos partidos, el PT y el Verde, tienen aumentos espectaculares entre el 2016 y el 2019, las elecciones de Tony Gali y Miguel Barbosa:

PT en 2016: 724 votos. PT en 2019: 7,899 votos.

Verde en 2016: 2,180 votos. Verde en 2019: 9,650 votos.

El PAN, en el apogeo de su figura Rafael Moreno Valle, le da a un diputado federal –un tal Juan Pablo Piña, que difícilmente ha puesto en su vida un pie en ese territorio–, su más alta votación con 50,664 votos, pero cae estrepitosamente en el 2019 a no más de 19,283. Si se observa al PAN en el municipio de Teziutlán, el comportamiento raya en lo esquizofrénico, pues pudo obtener solito 20,195 votos en la elección de Antonio Vázquez Hernández en el 2013, y caer a 11,151 en la elección del 2018.

El PRI, pareciera, tiene el comportamiento más estable, pues su número más bajo, 25,762 para la gobernatura del 2018, no dista mucho del repunte un año después, cuando se convirtió, partido contra partido, en el más votado en el distrito, con 28,562. Pero si vamos al detalle, ese partido obtuvo en la elección municipal del mismo año, en las mismas secciones del municipio de Teziutlán, la triste cifra de 6,462 votos, cuando había obtenido 13,486 en el 2013.

Y de la nada, un partido inexistente en la región en los años anteriores, el Partido Compromiso por Puebla (PCPP) impulsa la candidatura del principal operador y financiero del PRI entre 2004 y 2017, Carlos Peredo Grau, y logra en esa elección municipal del 2018 una contundente victoria con 17,084 votos.

Vale, entonces, valorar los números desde lo que los políticos de todos los partidos llaman “la estructura”, y el papel que para ella juegan “los operadores”. Y el sentido que adquiere así la cascada de dinero que corre en tiempos electorales a través de nóminas y salarios de movilizadores y operadores, despensas, cobijas, tinacos y demás regalos a los electores; y en efectivo, uno a uno, medido y contado por ingenieros electorales y pagado en algún momento alrededor de la jornada electoral, el propio voto.

El voto al mejor postor de la democracia en México.