8 de junio de 1973: detener el tiempo, siempre se tienen 18 años

El tiempo puede detenerse. Puedes  jugar con él, ir y venir en saltos cuánticos, dominarlo. Ahora mismo lo hago, en esta media mañana del 8 de junio no es el año 2021, estamos en 1973, un viernes  a los pies de la alberca de Agua Azul, en la vorágine del último día de la prepa en el Instituto Militarizado Oriente Generación 1973.

El fortachón de enmedio es Ramón Lozano y su satisfacción es la misma que cuando contempla el patio de la casona de El Mendrugo que ha logrado recuperar para la ciudad cincuenta años después. Y con Ramón, Cirilo, Colombres, Toño, Gabriel, Joaquín, Colombres, Otala, Óscar, Gilberto, Cadena, Titino, Félix, Agustín, Limón, Juárez Lira. Y siempre aquí, el Güero Gómez Calderón...

Sentado abajo, yo contemplo el mundo que nos sostiene en el medio siglo por delante y que aguarda a este grupo de rufianes para quienes la vida no tiene más que la claridad difusa del agua sulfurosa a la que nos hemos arrojado con todo y uniformes de este extraño y entrañable colegio jesuita en su último año militarizado.

La vida no se detiene. Aquí estamos. Siempre tenemos 18 años.