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19 Abril 2024, Puebla, México.

Cinco lecciones pendientes para el Obradorismo poblano

Política | Opinión | 10.JUN.2021

Cinco lecciones pendientes para el Obradorismo poblano

La genuina lucha social nunca olvida que las victorias son tan colectivas como las derrotas

 

Primera

 

 

Para los adversarios, el poder estuvo primero que la razón. Sin importar filias o fobias, su ambición por recuperar sus privilegios construyó los puentes para un indigno amasiato de partidos, que sin embargo fue efectivo a pesar de su pasado.

 

 

Entonces el móvil. negativo, ruin y abyecto fue eficiente para construir consensos, acuerdos y pactos. Le llamaremos complicidad.

 

 

Para Morena, la razón estuvo primero que el poder. Para ellos, la 4T tenía propietarios, y cada uno era dueño de la verdadera; se impuso la razón a periodicazos. La vileza, el porrismo y la soberbia se justificaron como pragmatismo en el ejercicio del poder.

 

 

Entonces, la causa, positiva, honesta y valiente, estuvo ausente. No construyó ni consensos, ni acuerdos ni pactos. Le llamaremos unidad.

 

 

Al final, esta unidad fue derrotada por la complicidad.

 

 

Los carroñeros que hoy celebran la derrota a favor de la razón, no merecen llamarse progresistas. Organizan un linchamiento mediático en el que una sola figura se convierte en el chivo expiatorio perfecto de su incapacidad, intolerancia y traición.

 

 

Ahí radica la primera lección. Nuestro movimiento requiere el fortalecimiento del diálogo, la tolerancia y el consenso por encima de todo interés particular.

 

 

Segunda

 

 

El pueblo sabio y bueno del imaginario colectivo de las izquierdas, se movilizó y le aplicó a Morena el mismo voto de castigo que en 2018 le dio al PRI y al PAN. El esperado escenario abstencionista, no sucedió. Un amplio sector salió a quitarle a Morena lo que le dio hace tres años.

 

 

Cuba, Nicaragua, Ecuador, Chile y hasta el mal ejemplo de la Venezuela Madurista, han mostrado la importancia de la formación de cuadros, la construcción de una ciudadanía participativa y el cambio de hábitos como base fundamental para la defensa popular de las revoluciones sociales.

 

 

Sin embargo, al tomar el poder, la mayoría se alejó de las calles. Se resguardó en la esfera institucional, construyó su ejercicio de gobierno desde sus oficinas, se rodeó de zalameros, de asesores y administradores del odio. Diputadas, diputados, regidoras, regidores, alcaldes se concentraron en las llamadas acciones de gobierno, reduciendo su papel revolucionario a gestores de obras. Salvo honrosas excepciones, las asambleas, los comités vecinales y la militancia misma se dejaron de utilizar como herramientas de formación popular.

 

 

Otros, los peores, utilizaron los recursos públicos sólo para construir a billetazos grupos de choque, operadores territoriales y digitales para imponer una sintética y hueca línea de gobierno.

 

 

Esa es la segunda lección. Para consolidar la transformación, el movimiento tiene que ser capaz de construir ciudadanía en territorio, con cuadros formados, con simpatizantes renovados y formados que se sumen a la lucha social y las causas progresistas capaces de defender en las urnas a la 4T.

 

 

Tercera

 

 

La inexperiencia es un síntoma y una virtud para quienes asumieron cargos públicos en 2018.

 

 

En contraste con la clase política tradicional -donde los herederos del poder se formaban para ejercerlo en el extranjero o las mejores escuelas privadas del país- a los espacios de decisión llegaron ciudadanas y ciudadanos comunes, algunos provenientes de la lucha social, de las universidades y las ONG´s, generando una amplia expectativa en la población.

 

 

Sin embargo, su formación teórica, académica o humanista no fue suficiente para enfrentar los entresijos del poder, la inexperiencia se turnó en inocencia poniéndoles a merced de traiciones, manipulaciones, enredos y complejidades que incrementaron aún más la curva de aprendizaje, ya de por si amplificada por las condiciones desastrosas en las que se encontraron a las instituciones públicas.

 

 

No bastó la formación teórica, cuasi Marxista-Leninista que se daba en las sedes del partido, el ejercicio de gobierno implica también tópicos instrumentales, legales, administrativos, de planificación, etc. Es decir más pragmáticos.

 

 

Esa inexperiencia, sumada a la soberbia de algunos, la astucia de los asesores de otros, y la complejidad de la agenda gubernamental, derivaron en desastrosos resultados.

 

 

Un gran número de cuadros fundadores del movimiento, hoy ya tienen experiencia en gobierno, esa experiencia les llevará a ser una oposición más precisa, más eficiente y ser críticos con mayores fundamentos, además que su experiencia puede derivar en la formación de más y mejores perfiles que puedan alcanzar espacios en 2024. Esta es otra lección.

 

 

Cuarta

 

 

El movimiento no era rentable hasta que fue inminente su llegada al poder. Entonces, los de siempre buscaron refugio y lo encontraron, mantuvieron sus privilegios y arrebataron espacios, incluso se apropiaron también del discurso progresista, lo usaron para manipular, para dictar órdenes, para administrar el legado de la lucha social.

 

 

La praxis y el fin supremo, fueron el pretexto y la autocomplacencia de quienes ingenuamente les abrieron la puerta. Aseguraron que les tenían bajo control, que hoy todo sería diferente, que estaban advertidos y que prometieron ser diferentes.

 

 

Los impostores hoy son cobijados por quienes les abrieron la puerta. Estos obnubilados creen fervientemente que los traidores son quienes lucharon a su lado.

 

 

Los porros nunca dejarán de serlo. Los mapaches y chapulines tampoco.

 

 

Por supuesto que la política requiere alianzas, conveniencias y hasta negociaciones, pero en un movimiento transformador hay límites éticos que nunca debes cruzarse. El movimiento surgió con el pueblo y para el pueblo. Las únicas alianzas se construyen con la gente. La congruencia es urgente.

 

 

Quinta

 

 

Aceptar y superar una derrota es difícil, pero lo es mucho más aceptar y superar un triunfo.

 

 

El llamado efecto López Obrador, impulsó victorias aplastantes de diversos perfiles de Morena, que les permitió acceder a espacios de poder antes inalcanzables por la izquierda mexicana.

 

 

El triunfo de 2018 disparó la rentabilidad del movimiento y llenó de júbilo y confianza a su militancia. Mucha de ella, ahora inmersa en la administración pública, asumió como derecho ganado los espacios obtenidos. Se crearon entonces castas diversas y justificadas según los protagonistas. Castas familiares, filiales, de puros, de fundadores, gremiales, de minorías, etc.

 

 

Todas ellas asegurando que tenían los suficientes méritos para reclamar espacios de poder y decisión.

 

 

No superar el triunfo a tiempo, desencadena la incapacidad de manejar el poder obtenido y de esta forma se construyen los pequeños autoritarios, esos que ahora asumen tener la razón siempre, que se rodean de seguidores y no de compañeros, que todas las mañanas se ven al espejo y se recuerdan que están ahí por sus méritos. Esos que terminarán escribiendo "Merezco abundancia” en una libreta.

 

 

La genuina lucha social, nacida del pueblo, nunca olvida que las victorias son tan colectivas como las derrotas.

(Imagen de portadilla tomada de El Sol de México)

 

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