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19 Abril 2024, Puebla, México.

La toma de la UDLA Puebla: para entender la tragicomedia de enredos Fundación Jenkins

Gobierno /Política /Sociedad /Economía | Crónica | 4.JUL.2021

La toma de la UDLA Puebla: para entender la tragicomedia de enredos Fundación Jenkins

 

Una tarde de 1955, el mismo año en el que nací, en el balcón que domina la bahía desde su casona en Acapulco, el Gringo Jenkins escucha la pregunta entre el vuelo de piezas de una partida de ajedrez.

 "¿Es verdad que el dueño del Banco de Comercio es Espinosa Yglesias?"

El magnate, para entonces el hombre con la riqueza unipersonal más importante de México, responde con la misma parsimonia con la que desplaza el alfil sobre el peón de su enemigo:

“Sí, pero yo soy el dueño de Espinosa Yglesias…”

Sí, pareciera ser lo que parece: una frase en una comedia de enredos para entretener a la galería del teatro Principal a principios del siglo XX. Pero es una frase bien humorada que identifica a la historia del poder oligárquico en Puebla. Se entiende como lo que es, una línea más en el tiempo tragicómico en el que transcurre la vida nuestra.

Sesenta y seis años después, en una tarde de domingo de un verano húmedo como pocos en la ciudad de Puebla, reflexiono sobre esta certeza con la que respondía a bocajarro el personaje dueño de haciendas, bancas y palacios de gobierno en Puebla. ¿De cuántos banqueros, empresarios, notarios, caciques obreros, patriarcas rurales, jueces y gobernadores fue y sigue propietario el Gringo Jenkins?

¿Lo ocurrido esta semana en el campus de la Universidad de las Américas en Cholula cambia esta historia o simplemente la confirma?

 

El hecho

 

Tras cerca de ocho años de pleito y caricatura en la Fundación Jenkins, el gobernador Miguel Barbosa toma el campus de la Universidad de las Américas sustentado en el mandato de un juez que ha librado órdenes de aprehensión contra los todavía patronos de la Fundación y en medio de un proceso cargado de amparos y contrademandas en las que lo último que puede decirse es que es un asunto legal en proceso terminal. Pero está visto que para estos y otros asuntos de poco valen las leyes en Puebla. La toma de esta universidad privada, fundamental en el marco de las instituciones de educación superior en México, no puede leerse por fuera del litigio por el control de los recursos de la Fundación Mary Street Jenkins y el papel que este proceso juega el gobierno del estado de Puebla: lo realizado por Barbosa significa la primera intervención radical por un gobierno estatal en la historia de esta institución de beneficencia que con recursos de un particular opera desde 1954 en México, y sin duda, desde entonces, la principal en el país y en la ruta que le siguen nombres y oligarcas de la estatura de CARSO, TELEVISA, BANAMEX, AZTECA  y demás etcéteras.

Pero la única, sin duda, con sede y origen en Puebla.

 

Los interrogantes

La acción de Barbosa, un simple y llano golpe de estado-despojo de las instalaciones de una institución de educación superior a la luz del día por la fuerza de la policía estatal sustentado en la orden de un juzgado, ¿con qué lógica se explica? ¿Por qué por primera vez en su historia la Junta para el Cuidado de las Instituciones de Asistencia Privada del Estado de Puebla se decide a cumplir lo que la ley le indica y debió haber hecho desde hace cincuenta años? ¿Corresponde a la demanda histórica de asegurar por el Estado y para la sociedad poblana el control y buen uso de los recursos contemplados en el testamento de Jenkins en 1958? ¿Para lograrlo se justifica el golpe de Estado en la Universidad de las Américas?

¿Cuál es la lógica que explica todo este conflicto por la disputa del capital más salvajemente acumulado en la historia de Puebla? ¿Por qué la sociedad poblana cumple una vez más el mero papel espectador sin voz ni voto sobre el proceso que mejor explica su historia de sometimiento y postración frente el omnipresente poder oligarca que domina la escena de nuestra vida púbica?

¿Por dónde empezar, entonces, la lectura de lo ocurrido y que se liga a la vida de un hombre que, querámoslo o no, ha determinado el destino de una sociedad entera, hoy en el capítulo Universidad de las Américas?

 

El poder y los jueces

 

“De nada sirve recurrir a los tribunales para obtener justicia; tienes que comprarlos”, le dijo a algún otro compañero de partida en cualquiera de esos años posrevolucionarios Jenkins. ¿De cuántos retazos así acumulados en frases perspicaces construyó su poder este aventurero dueño de Puebla en medio siglo de negocios y gansterismo a la poblana?

Maximino y Don Guillermo. Moreno Valle y, hoy, Miguel Barbosa y la Fundación Jenkins. Una historia nuestra por obligación. Una historia del poder, como lo marca la dictadura de nuestro destino. El destino de la Fundación, en la lógica de Jenkins, está entonces al mando de aquellos que compren a los jueces. Hace más de siete años que los Jenkins Landa sacaron del país los más de 700 millones de dólares.¿A quién obedece el juez a cuyo mandato ha actuado el gobernador Barbosa? ¿A quién obedece el gobernador Barbosa? Y si actúa por su cuenta, y su propósito es regresar los dineros de la Fundación a Puebla, ¿por qué el manotazo sobre la UDLAP?

 

 

Tragicomedia y enredos

 

En la lógica de propiedad y poder del magnate William Jenkins, ¿a quién pertenecen todos estos actores?

Los actores, vivos y muertos, en este 2021 de la tragicomedia llamada “Los des-herederos del Gringo Jenkins” se reconocen desde siempre: en el propio William O. Jenkins y su malogrado testamento, en su desheredada familia poblana descendiente de su hijo nieto Billy Jenkins; en su capitán financiero y principal beneficiario del capital fundador, Manuel Espinosa Iglesias, venerado por políticos y curas como el mayor de los filántropos en la historia de Puebla, pero sobre todo el primero y principal en atentar contra el testamento del magnate; en el gobernador del estado en turno, Miguel Barbosa, el primero de diez gobernadores desde 1964 que mete mano para tomar el control absoluto de la Fundación Jenkins; en personajes turbios y zopilotezcos, infaltables en un evento grotezco, Gertz Manero, por ejemplo. .

Por principio los 700 millones de dólares: su actual destino en un paraíso fiscal, pero también su origen y propósito. William Jenkins, más allá de la mecánica con la que se hizo de un capital superior a los 150 millones de dólares hasta la fecha de su muerte en 1963, decidió dejar ese dinero en la figura legal de una fundación y con la regla precisa de que sería para propósitos de beneficencia y con obras específicas y solo para Puebla, dos de ellas vitales para el magnate (el hospital de oncología –construido y cien por ciento terminado en 1967 en la 5 Poniente, reconvertido en hotel años después-- y un orfanato en los terrenos de la actual plaza comercial Las Ánimas).Y con esta ciudad como sede vitalicia. Justo lo que incumplió el banquero de Jenkins, Manuel Espinosa Yglesias.

 

Archivo Manuel Espinosa Yglesias - Page 4

El banquero Manuel Espinosa Yglesias. Virtual heredero de la Fundación Mary Street Jenkins en 1963, su apoderado y quien con el tiempo y desde el vínculo BANCO DE COMERCIO-FUNDACIÓN acabaría dándole el nombre nombre de su esposa Amparo a la suya propia. Si tenía o no las facultades e independencia para modificar los estatutos del patronato de esa institución que dejó el Gringo Jenkins y nombrar nuevos patronos --las fundaciones tienen ciertas facultades para actualizarse a nuevos tiempos y seguir siendo funcionales—, el hecho es que el banquero hizo dos cosas fundamentales y contrarias a la voluntad del fundador: llevarse la Fundación a la ciudad de México y destinar recursos a propósitos explícitamente no previstos por el magnate norteamericano (los colegios y universidades de los Legionarios de Cristo, por ejemplo). Con el tiempo, además, sacó del patronato al nieto de William, Billy Jenkins --legalmente reconocido por cierto, por su abuelo, como hijo propio al que le deja su primer apellido--, lo que llevaría a que, a la muerte del banquero, éste le acabara ganando el litigio por el control de la Fundación. 

 

Los Jenkins, Uds. los ricos | Lo de Hoy

 

Los Jenkins Landa, que tras cuarenta años de ser ninguneados por Manuel Espinosa Iglesias habían tomado en el cambio de siglo, y tras la muerte del banquero, el control de la Fundación y excluido de ella a las hijas del financiero de Jenkins. Los hermanos Roberto, María Elodia, Margarita y Juan Carlos Jenkins de Landa; su madre, Elodia Sofía de Landa de Jenkins, y su primo Juan Guillermo Eustace Jenkins-- son ahora prófugos de un juez que ha tomado el bando de uno de los hermanos, Billy Jenkins Landa, el renegado que les disputa el control de los más de 700 millones de dólares que aquellos sacaron del país hacia un paraíso fiscal en Panamá con los mejores métodos financieros en uso de empresarios y políticos en México.

 

Jenkins, pleito por un nombre, una “nacionalidad” y 720 mdd |  e-consulta.com 2021

El gobernador Miguel Barbosa, que ha dado el golpe que no llegó a dar en el 2014 Rafael Moreno Valle, cuya intención de apropiarse del control de los recursos de la Fundación provocara que los Jenkins Landa tomaran la decisión de sacar del país el capital como única vía para impedirlo –acción que deriva en la acusación penal por la Fiscalía General de la República Gertz Manero contra ellos por apropiarse de los recursos de la Fundación que lleva el nombre de su abuela, Mary Street Jenkins--. Con la toma de la UDLAP, Miguel Barbosa se ha hecho del control de la fundación del Gringo Jenkins y de la universidad en Cholula por la vía de una especie de junta golpista a la que llaman patronato y que impone con un piquete de policías. La operacion de la UDLAP, con el rectorado ya de quince años del Doctor Derbez, es puesta en la picota por Miguel Barbosa, y confronta para probarlo a la postura de las instituciones que participan en el llamado Consorcio Universitario, que han cuestionado la acción del gobierno del estado en lo que consideran una intromisión en la vida interna de una universidad privada.

 

 

 

El fiscal de la república Gertz Manero. ¿Por qué Miguel Barbosa, para recuperar los dineros de la Fundación expatriados por los Jenkins Landa, como afirma, decide tomar el control de la UDLA? ¿Es un hecho aislado de la modificación a la constitución del estado de Puebla realizada el año pasado por Barbosa que dispone que los bienes físicos de las instituciones de educación privadas pasan a formar parte de la red de propiedades del Estado? ¿Es un hecho aislado de la guerra particular que el actual Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, sostiene por el control de la marca Universidad de las Américas, un litigio ya viejo que derivó en la pérdida para la UDLA poblana de la marca misma (por ello ahora es UDLAP), de su escudo y hasta de su lema original Sapiencia, pax, fraternitas?

 

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Cierro la presentación de una tragicomedia de enredos con el texto que apertura la crónica-reseña del libro En busca del Señor Jenkins, del historiaor Andrew Paxma. La afirmación de William Jewnkins en su testamento:

“Es creencia del propio testador que nadie, con capacidad para trabajar, debe gastar dinero que no haya ganado con su propio esfuerzo… Y que no es su voluntad dejar a sus hijos riquezas y fortuna…”

Eso leyó el Notario 13 de la ciudad de Puebla algún día de noviembre de 1958. La voluntad de William O. Jenkins, quien ganó para sí igual el apelativo de Don Guillermo, el filántropo de los clubes Alfas, que el de gringo pernicioso, explotador de indios en Matamoros, y que llegara a Puebla en 1905 para convertirse, cincuenta años después, en el más acaudalado empresario del capitalismo salvaje que ha identificado al México moderno.