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19 Abril 2024, Puebla, México.

Obradorismo, prensa y poder

Política /Gobierno | Opinión | 6.JUL.2021

Obradorismo, prensa y poder

Causas y efectos de la relación tormentosa entre el presidente y los medios de comunicación

 

A punto de cumplir la primera mitad de su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador, se enfrenta quizá, al momento más complicado en la relación de su gobierno con los medios de comunicación, colocándose en el centro de un debate que una vez más se polariza, entre descalificaciones y aplausos.

Actualmente, diversas voces, señalan al Gobierno Federal y al Presidente de la República de iniciar un linchamiento público hacia los medios de comunicación que cuestionan sus decisiones y acciones de gobierno y no son sólo aquellos medios, abiertamente detractores de AMLO, sino también un gran número de periodistas y profesionales de la comunicación y los medios en México quienes observan con cierta preocupación el uso del aparato del estado en una guerra particular del presidente con los medios críticos a su mandato, colocando a la prensa como un nuevo enemigo público que requiere ser enfrentado desde el Estado mexicano.

 

Nadie puede negar que López Obrador padeció durante más de una década los ataques sin cuartel de diversos medios de comunicación, quienes, sin tregua, descalificaron, descontextualizaron, mintieron, e incluso se burlaron del entonces candidato la presidencia de la República.

En la memoria colectiva aún se mantiene la estridente campaña de 2006 "Un peligro para México que además de los alarmistas spots publicitarios, se amplificó y legitimó a partir de decenas de diversos contenidos noticiosos, que sin el mínimo rigor periodístico, descalificaron sistemáticamente al tabasqueño en su primer intento por alcanzar la presidencia de la república con el voto popular.

Está claro que, en efecto, existe una clara intención de un amplio grupo de medios de comunicación por minar el sexenio obradorista, y por construir una permanente narrativa de denostación y descalificación sistemática a las acciones de su gobierno. Intención plenamente justificada, ante la estrecha y conveniente relación entre prensa y poder, donde el dinero público dotó de inimaginables y cuantiosos privilegios a familias enteras y empresarios de la comunicación.

Numerosos medios de comunicación, acostumbrados a ver al poder como un mecenas, por décadas dedicaron todos sus esfuerzos para justificar y aplaudir las decisiones del poder, no aprendieron a hacer periodismo, porque no era necesario. Sistematizaron el "copy paste" de los boletines de gobierno e hicieron de la adulación la principal narrativa de sus contenidos. Luego de la llegada de AMLO al gobierno, estos medios, incapaces de mantener la relación de complicidad, tuvieron que transitar a medios opositores, críticos del gobierno, con una salvedad: No están preparados para ello. Sin la capacidad para crear y seguir líneas de investigación, hacer observación documental, seguir rastros, indagar, solicitar información o realizar análisis del ejercicio gubernamental, estos medios, han utilizado como principal recurso la noticia falsa, el trascendido, la interpretación maliciosa y la infamia.

En contraste otros tantos medios, por décadas han observado al poder, investigan, rastrean, indagan, contrastan y construyen historias sobreponiéndose a toda clase de artimañas que han buscado blindar información, eludir investigaciones incluso violentar a periodistas. Ellos continúan una agenda comprometida con su responsabilidad social de informar, independiente a quien ostenta el poder.

El error es ponerles a todos en la misma bolsa.

 

"Televisa-teidiotisa"


Desde el intento de desafuero en 2005, la popularidad de Andrés Manuel estuvo continuamente a la alza, aglomerando multitudes y sumando adeptos a su paso, quienes, ante los agravios de una prensa abierta y públicamente en contra del proyecto Obradorista, incluyeron en sus consignas, reclamos contra diversos medios de comunicación y comunicadores, particularmente sobre aquellos más cercanos al poder.

La inercia de más de 12 años de activismo y 3 procesos electorales, originó en el movimiento obradorista, ahora con millones de simpatizantes, un permanente y hasta irracional repudio a todas aquellas voces críticas de Andrés Manuel López Obrador en los medios de comunicación, sin importar si estas críticas obedecen a una agenda sistemática de desinformación en contra del actual presidente y sus acciones de gobierno, o si son producto del compromiso de otros periodistas y comunicadores por ejercer un periodismo libre que observa al poder y denuncia las irregularidades de quienes lo ejercen.

Las huestes obradoristas, ahora convertidas en audiencias, han contribuido a polarizar la conversación sobre los medios de comunicación, en donde observamos una dinámica reduccionista muy arriesgada: todos los medios que atacan al presidente AMLO son chayoteros y están vendidos, olvidando que Andrés Manuel ahora como Presidente de la República está sujeto al permanente escrutinio público.

La desinformación, encuentra su principal caldo de cultivo en audiencias sin formación y sin criterio, incapaces de discernir entre lo real y lo "fake", entre la objetividad y el interés, entre la calumnia y la certeza, entre un contenido tramposo y una nota profesional con rigor periodístico. Esta falta de formación, es general e incluye tanto a simpatizantes como detractores del actual presidente y su modelo de gobierno y contribuye a conversaciones cada día más polarizadas.

Estamos viviendo entonces un momento muy delicado, en donde una falta de pericia, rigor y sensibilidad del aparato gubernamental en su nueva relación con los medios de comunicación podría desencadenar catástrofes para la libertad de prensa, el ejercicio responsable del periodismo, y el derecho humano a la información.

En la lucha contra la desinformación hay otros caminos, y podríamos estar caminando por el equivocado.