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20 Abril 2024, Puebla, México.

¿Deberían regresar los niños a clases?

| Opinión | 31.JUL.2021

¿Deberían regresar los niños a clases?

Ilustración: Víctor Solís /Revista Nexos

 

 Esta es una pregunta muy pertinente que resuena, hoy día, en muchas de las escuelas de nuestro país. Analicemos el contexto en el que se desarrolla esta pregunta: Primero, obligadamente el tema sanitario. Hasta el 20 de julio del presente año 2021, se está registrando un claro repunte en los contagios derivados del COVID 19, situación que también se está dando, con diferentes intensidades, en la mayor parte del mundo. Mientras en Gran Bretaña, donde prácticamente se han eliminado las restricciones de circulación así como el uso del cubrebocas y se tiene a el 70% de la población vacunado con una dosis y al 54% con dos dosis; los Estados Unidos que ha aplicado más de 333 millones de vacunas, que tiene ciudades donde se han eliminado las restricciones y tiene al 56% de su población vacunado con una dosis y 49% con dos dosis; la Unión Europea con cifras ligeramente inferiores  a Estados Unidos en cuanto al avance en vacunación; en México se registra un 30% de la población con una vacuna y 17% con dos dosis.

Tomando como referencia el mismo día 20 de julio, Sinaloa transitó el día anterior al rojo del semáforo epidemiológico. Durante el fin de semana, el Estado de México, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Colima y San Luis Potosí retrocedieron a amarillo, tras varias semanas de encontrarse en verde. Por su parte, la capital del país vive repuntes de personas contagiadas desde hace casi un mes, aunque decide mantener la entidad en semáforo amarillo. No pasa desapercibido, como hacen constar notas en los medios de comunicación, que la Secretaría de Salud haya decidido suspender las conferencias de prensa, así como abstenerse de dar a conocer el semáforo epidemiológico sin el acompañamiento de una convincente comunicación sobre la estrategia nacional.

A lo anterior habría que añadir que en muchos hospitales se registran faltantes de diversas medicinas e insumos sanitarios y, por otra parte, que un gran porcentaje de los padres de familia opinan que no deberían regresar los niños a clases; diversas encuestan señalan que entre el 54% y el 70% de los padres de familia, por ahora, no quiere que sus hijos regresen a clases.

El problema de fondo es que México nunca se dio a la tarea de instrumentar mejores prácticas, que hoy tienen a otros países y ciudades. En esas experiencias hubo tiempo para el desarrollo de protocolos de prevención, monitoreo y rastreo de cadenas de contagio.

La otra cara de la moneda es la enorme pérdida que los niños están registrando en su aprendizaje escolar y que difícilmente van a recuperar. Las clases por televisión, sin el debido acompañamiento de profesores, resultaron un gran fracaso. Las escuelas públicas y muchas de las privadas no pudieron tener acceso a las “clases en línea” vía Internet, por falta de recursos tanto de las escuelas como de las familias. Sólo unas cuantas escuelas privadas pudieron continuar con las clases en la modalidad “en línea”. Algunas comunidades con recursos económicos organizaron clases particulares que llamaron “burbujas” para los niveles inferiores, prescolar y maternal. A pesar de dichos esfuerzos, la SEP prohibió cualquier tipo de clases presenciales o semi presenciales (híbridas les llaman algunos) para reiniciar el ciclo escolar. Lo anterior mientras en los Estados Unidos, Europa y en varios países de Asia, incluido China, más del 50% de las escuelas nunca cerraron.

Por otra parte, es muy importante añadir que el encierro derivado de la pandemia también ha tenido un efecto muy negativo en los niños, no sólo por el enorme rezago que ha tenido en el aprendizaje, sino por la falta de convivencia con sus maestros y, particularmente, con otros niños, ya que las relaciones socio afectivas son parte fundamental del aprendizaje y desarrollo de los infantes. A los niños les urge volver a convivir con sus amigos y compañeros, tomar el “lunch” juntos y salir a jugar en el patio de la escuela, platicar con sus maestros y volver a escuchar sus enseñanzas y sus consejos. La falta de esta convivencia e interacción social de los niños con su (hasta antes de la pandemia) habitual entorno escolar, ha provocado infinidad de casos de inquietud, ansiedad y depresión en niños y jóvenes, sólo por mencionar algunas afecciones.

Entonces ¿deberían regresar los niños a clases?, la respuesta obvia debería ser afirmativa. El retraso en el aprendizaje escolar, en la mayoría de los casos, ha sido enorme y los efectos colaterales del encierro se muestran bastante negativos. Sin embargo para poder regresar a clases se requiere un elaborado trabajo de planeación (propiciar áreas abiertas, distancia entre alumnos y con profesores, utilización de cubrebocas y mascarillas, reducir la cercanía y los contactos entre los alumnos, por mencionar algunos ejemplos), protocolos de actuación en las escuelas, con los alumnos y padres de familia, insumos sanitarios (gel anti bacterial, termómetros, sustancias desinfectantes, oxímetros, cubrebocas, etc.) y pruebas de laboratorio en casos de duda y/o contagio. Todo lo anterior es un buen deseo en el que nuestras autoridades se han mostrado ausentes. Por desgracia, ante unas autoridades educativas y de salud que no han mostrado iniciativa y compromiso, no es recomendable el regreso a clases. Sin una estrategia para regresar a clases, los padres se enfrentan a una disyuntiva absurda: elegir que sus hijos continúen atrasándose o poner en riesgo la salud de sus niños. Para reflexionar.