Cultura | Crónica | 18.AGO.2021
Crónicas de guerra 12 / Padierna: otra batalla que pudo ser triunfo mexicano
Ocurrió del 19 al 20 de agosto de 1847 en una zona que hoy forma parte de la Ciudad de México, la región en la que se desarrollaron los combates corresponde a las delegaciones Álvaro Obregón (que en aquel entonces era conocida simplemente como San Ángel), Magdalena Contreras y Tlalpan; por eso en ocasiones suele llamarse la Batalla de Contreras.
Los estadounidenses habían ganado la batalla en Cerro Gordo, al norte de la Ciudad de México. Se dice que la derrota se debió una vez más, a mala estrategia de Santa Anna. El general Winfield Scott decidió acechar la ciudad de México rodeándola para atacarla desde el sur. Santa Anna se había replegado al rancho de Padierna que estaba en el camino que seguiría Scott, pero se retiró a San Ángel.
Scott estableció su cuartel general en Tlalpan y decidió trasladar parte de su ejército a San Ángel. En aquella época había un camino que llevaba a Contreras, al lado izquierdo del camino y no muy lejos estaba el rancho de Padierna, pero los separaba una barranca que iniciaba en Contreras en cuyo fondo corrían un arroyo que salía de la Magdalena. Atrás del rancho de Padierna había una loma que los habitantes de la región llamaban Pelón Cuahutitla, el general Gabriel Valencia había fortificado este punto previamente. A la derecha del mismo camino estaba el pueblo de San Jerónimo. El terreno entre la carretera y San Jerónimo era muy accidentado, con lomas y barrancas, había únicamente algunos senderos que solo se podían transitar a pie. Cerca de San Ángel y de San Jerónimo estaban las lomas del Toro, punto en el que el 19 de agosto de 1847 servía de puesto de observación de Santa Anna.
Procedente de Tlalpan, el enemigo yanqui atacó Padierna por el frente y la loma en la que se atrincheraba la defensa mexicana, ante la incapacidad de tomar esas posiciones mexicanas, los invasores se dirigieron a San Jerónimo para pasar la noche.
Antecedentes
El 17 de agosto, el general Gabriel Valencia mandó a los oficiales Segura y Cadena, que estaban bajo las órdenes del general González Mendoza, a reconocer la loma y el rancho de Padierna, el mismo Valencia visitó más tarde esos lugares. Cuando se internaron por el pedregal hacia Peña Pobre, se dieron cuenta de que era una defensa natural, entonces decidieron fortificar la loma. La mañana del 18 de agosto el General Santiago Blanco al mando de un cuerpo de zapadores ordenó excavar trincheras en la loma y la preparación de baterías. Durante la noche, el general Mejía se encargó de proteger la loma. Hubo algunos tiroteos durante el día, leves, el fuego lo intercambiaron una avanzada de reconocimiento norteamericana y la guerrilla organizada por Agustín Reina, esta guerrilla estaba formada por hombres de la guardia nacional de San Ángel a quienes les había proporcionado armas el general Valencia.
El día 19 de madrugada, el grueso del ejército del norte del general Valencia tomó posesión en la loma ya fortificada, Valencia mandó al coronel Barreiro al cerro de Zacatepec, otra colina cercana para observar al enemigo.
Desarrollo de la batalla
La reserva mexicana que estaba en el rancho Ansaldo recibe la orden de abandonar ese lugar para colocarse cerca de las baterías dispuestas en la loma de Padierna. La caballería del general Torrejón avanza y se coloca entre la loma y Ansaldo, la división a la que pertenecen estos efectivos consta de 4000 hombres y cuenta con 24 piezas de artillería de las cuales ocho son de grueso calibre.
Mientras tanto, los norteamericanos, esa misma mañana mandan al frente dos compañías de ingenieros al mando del coronel Smith, pertenecen a las divisiones de los generales Twiggs y Pillow, van con ellos las baterías de Magruder y de Callender, también los acompaña la brigada de caballería de Harney, el mando del contingente lo asume el general Pillow. A casi un kilómetro están las fuerzas mexicanas establecidas en Padierna, entre los dos ejércitos hay una profunda y ancha barranca que protege a los hombres de Valencia, los yanquis no pueden ir de frente y toman hacia su derecha, Smith explora el terreno y descubre que pueden avanzar varios cientos de metros pero luego el camino se hace muy difícil incluso para la infantería.
Hacia las dos de la tarde, Magruder y Callender se acercan al rancho de Padierna hasta alcanzar la orilla de la barranca, los mexicanos hacen fuego sobre los norteamericanos, el capitán de ingenieros Mac-Clellan y un oficial de su escolta se repliegan, sus caballos han sido heridos.
La batería del capitán Magruder está equipada con piezas de á 6 y de á 12 y la batería del teniente Callender cuenta con obuses de montaña y cohetes Congrève, el capitán de ingenieros Lee los coloca frente a Padierna. Las brigadas de Smith y de Pierce operan dos baterías yanquis más que, luego de dos horas de fuerte cañoneo mexicano, se ven obligadas a emprender retirada hacia terreno cubierto no sin haber sufrido graves pérdidas. Al inicio de ese mutuo cañoneo, Callender es herido y lo sustituye el teniente Reno que logra el disparo de cien cohetes pero ocurre un accidente que deja entre sus hombres 3 muertos y 5 heridos y dos piezas inutilizadas. La infantería del teniente Haskins sufre el desmonte de tres piezas, la muerte del teniente Johnstone, cinco soldados heridos y diez caballos muertos. Las tres piezas desmontadas por los disparos mexicanos quedan definitivamente inutilizadas.
La brigada de Riley flanquea la loma por la izquierda pretendiendo un ataque por la retaguardia. Smith logra que los mexicanos evacuen el rancho de Padierna y que se repliegan a la loma fortificada. Los mexicanos contra atacan y el rancho de Padierna cae nuevamente en manos mexicanas al anochecer, unos 250 soldados mexicanos desalojan a los 50 yanquis que la ocupaban. El capitán Craig apoyado por el teniente Fiztgerald, recupera Padierna, sus ocupantes mexicanos huyen y se suman a los que defienden la loma.
De manera simultánea Scott llaga frente a Padierna acompañado de la brigada de voluntarios de Shields, están al pie del cerro de Zacatepec, los regimientos de Nueva York y Carolina del Sur ocupan el flanco izquierdo de la loma de Padierna.
La batalla es intensa, la brigada Riley, obedeciendo las órdenes de Twiggs abandona la loma; la tropa dirigida por el teniente Towers se topa con un terreno de lava, jefes y oficiales tienen que caminar pues siguen un estrecho sendero que sale a 350 metros del rancho de Ansaldo, la brigada deja el Pedregal, atraviesa la barranca y el riachuelo y alcanza el camino de San Ángel a Contreras y se dirige a San Jerónimo mientras es hostigado por el fuego de Valencia, no entra en el pueblo, espera a que llegue la tropa de Smith y entonces lo hace.
Con mucha dificultas Smith atraviesa el campo de lava y llega a Ansaldo, ahí se percata de que las tropas de Santa Anna ocupan Lomas del Toro, decide entonces unirse a Riley en San Jerónimo. Al entrar al pueblo, Smith asume el mando sobre todas las tropas norteamericanas ahí congregadas. de inmediato manda a Cadwalader a ocupar el lado del pueblo de frente a las fuerzas mexicanas, la iglesia la ocupa la compañía de ingenieros del teniente Smith, reforzada por el capitán Irwin del 11° regimiento; cuando todos han tomado sus posiciones, Smith ordena el ataque sobre la derecha mexicana, manda dos columnas, la primera es la de Riley y a la derecha de éste va la de Cadwalader; avanzan escalonadas, apenas las tropas yanquis van saliendo de la arboleda que circunda el pueblo cuando cae la noche, el enemigo se vuelve invisible, entonces Smith cancela el ataque. Además de muy oscura, la noche es fría y lluviosa, los yanquis tienen que pasar la noche a la intemperie, el abrigo es solo para los heridos que ya son bastantes. La brigada de caballería de Harney que apenas se aproxima por el escabroso terreno se retira a pasar la noche en Tlalpan.
Smith traza un plan de ataque, quiere ir de madrugada a tomar la loma de Padierna aproximándose por la retaguardia, pero necesitaba un amago por el frente por lo que es necesario poner al tanto del plan al general Scott.
La aciaga noche del 19 de agosto va transcurriendo y a veces parece detenerse. el general Worth da sus disposiciones para el ataque, una de sus brigadas avanza en la madrugada de Tlalpan hacia Padierna, una vez frente a este rancho los generales Pillow y Twiggs encargan al capitán Lee que llame la atención del ejército del Norte, mientras, Cadwalader y Shields se disponen a atacar la retaguardia mexicana. Las fuerzas de San Jerónimo debían salir a las dos y media de la mañana, aún llovía y la oscuridad era muy intensa. La senda es estrecha, llena de peñascos. Riley avanza por la hondonada y queda de frente a la retaguardia enemiga, asciende a la cumbre de la colina y queda a la vista del enemigo, que de inmediato abre fuego, Riley cae sobre las fuerzas mexicanas. Smith manda al mayor Dimick que suba a la orilla de la hondonada y descienda al lado opuesto, cuando lo hace, cae sobre la fuerza enemiga justo cuando Riley entra en la fortificación, la derrota es completa, Riley planta sus banderas en el campo conquistado.
Riley rescata dos cañones perdidos en la Angostura que pertenecieron a la batería del capitán Washington. Smith manda perseguir a los que se retiran por el camino. Shields que había permanecido en San Gerónimo, encendió esa madrugada, todavía a oscuras, muchas hogueras con el fin de hacer creer a Valencia que el grueso de los yanquis se encontraban ahí.
Los defensores del campo de Padierna se retiraron a toda prisa. Dos escuadrones de caballería depusieron sus armas, y un gran número de soldados escapo hacia las montañas. Según Smith había 7000 hombres con Valencia y más de 12000 frente a Ansaldo con Santa Anna, dice que mataron a 700 e hicieron prisioneros a 1500 y tomaron 22 piezas, 700 mulas, muchos caballos y un gran número de armas cortas. En su aproximación a San Ángel tomaron un carro de municiones.
Consecuencias y conclusiones
La brigada Riley, al alejarse hacia San Jerónimo perdía la posibilidad de un auxilio oportuno para enfrentar a las tropas mexicanas que se acercaban desde la Ciudad de México amenazando su retaguardia; además, las fuerzas destacadas en el campo de batalla la aislaban de la brigada de Smith, sin embargo, Pillow ordenó que éste último apoyara a Riley y que Pierce continuara sosteniendo las baterías yanquis. Si la reserva mexicana hubiera permanecido en Ansaldo, habría detenido el avance de esta brigada norteamericana, y hasta pudo haberla batido, hubiera sido más útil que ir a engrosar la fuerza atrincherada en la loma.
Smith miente cuando dice que sus hombres no excedían de 4500 y que los mexicanos eran alrededor de 20000. Los generales norteamericanos acostumbraban falsear la información con la intención de lograr un impacto positivo en la prensa yanqui y que a su vez ésta ganara la aprobación de la población estadounidense.
Valencia en su parte de guerra dice que trató de hacer frente al invasor con todas sus fuerzas militares pero fueron envueltas y arrolladas, que el coronel Zires luchó bravamente contra los enemigos, y que los generales Blanco y García combatieron hasta donde sus heridas se lo permitieron, afirma que la brigada de Cabrera se retiró honrosamente a Ansaldo. El mismo parte informa que el general Salas se puso a la cabeza de la caballería del general Torrejón. El general Salas dijo que a causa de la mala posición ocupada, la madrugada del 20 de agosto fueron batidos por lo menos con 6000 hombres, el general Torrejón, en lugar de obedecerle enfrentando al enemigo, se dio a la fuga; la caballería siguió su ejemplo arrollando a la infantería.
Valencia dijo que la noche del 19 de agosto sabiéndose vulnerable y teniendo que esperar el embate enemigo y al no llegar Santa Anna en su auxilio, tuvo que proceder de acuerdo a su buen juicio acabando por perder el campo por honor y no por la fuerza.
La salida de Santa Anna a las siete de la mañana del día 20 nada más sirvió para observar la derrota. Santana dijo que estaba muy inquieto por la temeridad de Valencia, que caminaba a la cabeza de su brigada cuando escuchó tiroteo de fusil por su vanguardia, era la caballería mexicana que se aproximaba en retirada lo que no dejó lugar a dudas de la derrota de Valencia.
Santa Anna estaba sumamente molesto porque dio la orden precisa al general Gabriel Valencia de esperar a que los yanquis llegaran a San Ángel para tener mejores condiciones para repelerlos. Valencia desobedeció la orden y se dirigió con varios batallones a tomar Padierna. Aunque lo logró, lo hizo al costo de numerosas bajas.
La batalla puso en evidencia la lamentable división entre los generales Valencia y Santa Anna, por lo tanto no hubo una clara cadena de mando y fue imposible trabajar de modo coordinado para aprovechar las ventajas que les brindaba el conocimiento del terreno y la posibilidad de emboscar a los invasores yanquis. Al reconocer que la batalla estaba perdida, Santa Anna decidió no brindar apoyo a Valencia, que finalmente pudo escapar con su ejército severamente diezmado.
REFERENCIAS
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Cacucci, Pino (2018). El batallón de San Patricio. La desgarradora historia de los combatientes irlandeses en México. Grijalbo. México.
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Guardino, Peter. (2018). La Marcha Fúnebre. Una historia de la guerra entre México y Estados Unidos. Libros Granos de Sal. México.
Roa Bárcena, José María. (2003) Recuerdos de la invasión norteamericana (1846-1848) por un joven de entonces. Tomo II. CONACULTA. México.
Valdés, José. (2019). Breve Historia de la Guerra con los Estados Unidos. Fondo de Cultura Económica. México