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25 Abril 2024, Puebla, México.

Hacia una plataforma programática para la BUAP / Carlos Figueroa Ibarra

Universidades | Reseña | 24.AGO.2021

Hacia una plataforma programática para la BUAP / Carlos Figueroa Ibarra

 

Ponencia  presentada  en el evento  Hacia una plataforma programática  para la BUAP,  clausura del Foro Retos de una Nueva Agenda Universitaria, celebrado el 24 de agosto de 2021.

 

El día de hoy el Comité Organizador de los Foros Retos de la Educación Superior en México en una época de cambios y Retos de la Nueva Agenda Universitaria concluye un año de arduos esfuerzos para construir un nuevo proyecto universitario para  la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Nuestras actividades comenzaron el 18 de agosto de 2020 y concluyeron el 27 de octubre  del mismo año cuando presentamos el documento que sistematizaba el diagnóstico de la educación superior en México y en particular el de nuestra universidad. Tal diagnóstico fue plasmado en un documento que oportunamente hicimos circular y que lleva por título precisamente el nombre de Retos de la Educación Superior en México en una época de cambios. Tal documento fue el resultado de elaboración colectiva construida en 11 eventos el cual participaron como ponentes, comentaristas y moderadores alrededor de 45 académicos y académicas de diferentes universidades entre ellas la nuestra.  El 1 de diciembre  de 2020 se inició un nuevo ciclo, esta vez para pasar del diagnóstico al momento propositivo  y anunciamos el comienzo  de los eventos a través de los cuales construimos  una propuesta de nueva agenda universitaria que hoy de manera muy resumida estamos presentando.

 

La nueva agenda universitaria que estamos proponiendo también es el resultado de un esfuerza colectivo plasmado en 19 eventos que comenzó el  19 de enero de 2021 y en el cual participaron aproximadamente 120 académicos y académicas también de nuestra universidad y de otras que funcionan en distintos lugares de México. Nuestras propuestas han quedado plasmadas en el documento Retos de la Nueva Agenda Universitaria. Hacia una Plataforma Programática para la BUAP. Hemos empezado a distribuir tal documento y esperamos hacerlo llegar a todo/as los interesado/as. Este documento contiene propuestas para  seis grandes temas: Gestión académica, administrativa y financiera de nuestra universidad; Modelo Educativo; Docencia e Investigación; Educación Media Superior; Universidad y Cultura y finalmente Universidad y Género.

 

En total lo que ahora estamos presentando es el esfuerzo de 165 universitarios y universitarias, algunos de ellos y ellas actualmente servidores públicos. Valorando por igual las participaciones de todos ellos y ellas, no podemos dejar de mencionar a algunos de los distinguidos y distinguidas participantes  que nos honraron e ilustraron con sus disertaciones. Entre ellos el Rector de nuestra Universidad Dr. Alfonso Esparza Ortiz; la Dra. María del Carmen  de la Peza Casares, Directora Adjunta de Desarrollo Científico del CONACYT; el Dr. Luciano Concheiro Bórquez, Subsecretario de Educación Pública Superior del Gobierno Federal; el escritor Jorge Volpi, Coordinador de Difusión Cultural de la UNAM; el Dr. Víctor Toledo Manzur, en ese momento Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Gobierno Federal; el Dr. Melitón Lozano  Pérez, Secretario de Educación Pública del Estado de Puebla;  el Dr. Hugo Casanova Cardiel, Director del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM y el Dr. 

Santiago Nieto Castillo, Titular de la Unidad de Inteligencia Financiera del Gobierno Federal.

El día de hoy presentamos a ustedes de manera muy sintética el contenido del documento emanado de  las aportaciones  hechas por los diversos ponentes y comentarios de los 19 eventos del Foro Retos de la Nueva Agenda Universitaria y que lleva por título Retos de la Nueva Agenda Universitaria. Hacia una Plataforma Programática para la BUAP. El espíritu del referido documento parte de una valoración justa de los avances que ha tenido nuestra universidad en los últimos treinta años. Podemos decir que en el haber de la BUAP está el que se ha convertido en una de las IES más importantes del país. La producción científica de sus investigadores es de las más altas de México si la medimos con respecto a la proporción de profesores de tiempo completo con los que cuenta. Además tiene en su haber un significativo número de profesores investigadores reconocidos por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y del Programa de para el Desarrollo del Profesional Docente (PRODEP). También la BUAP es líder en Cuerpos Académicos Consolidados en el sistema universitario nacional. El cumplimiento de estos indicadores académicos nos ha permitido acceder a todas las bolsas de recursos extraordinarios en materia de educación. En años pasados se establecieron concursos de oposición y la promoción se realizó en base a la evaluación curricular. Aprovechando el uso de las tecnologías de información y comunicación  y modalidades alternativas se ha empezado a poner en práctica la política de rechazo cero en el nivel medio superior. Finalmente es de destacar la estabilidad financiera que ha permitido pagar oportunamente el pago de sueldos y prestaciones laborales.

 

De acuerdo con  datos actualizados hasta 2019,  la BUAP contaba con aproximadamente 2,184 profesores de tiempo completo, de los cuales 2,042 contaban con algún posgrado (93%) y 1,352 (66%) tenían  el Perfil Deseable que propugna el Programa para el Desarrollo Profesional Docente (PRODEP). En ese año, 695 eran integrantes del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) en alguno de sus niveles. Una revisión de los datos referentes a integrantes del SNI en la BUAP revela que entre 2013 y 2018 el número de ellos no cesó de crecer pasando de  442 en 2013,  a 622 en 2018 y finalmente a 695 en 2020, en tanto que las expectativas para el 2021 se encontraban en 708. En 2020 se contaban con 26 doctorados, 53 maestrías, y 14 especialidades, en total 93. El 37% de sus posgrados era  de investigación, el 63% profesionalizante. De los 93 posgrados,   67 (es decir el 72%) eran parte del Padrón Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC). En 2015 existían en nuestra universidad 3,563 estudiantes en los distintos posgrados de los cuales  1,484 (41%) eran estudiantes en  PNPC. En 2020  el número de estudiantes había descendido a 2,854 pero de estos 1955 (68.5%) eran estudiantes de PNPC. La BUAP  aprovechó los programas de retención y repatriación del CONACYT ente 2014 y 2017 adquiriendo  a 66 académicos por esa vía.

 

No obstante estos avances significativos obtenidos por nuestra universidad, la misma enfrenta retos notables por el complejo panorama que vive el mundo. Para empezar es ineludible expresar que todos los avances de nuestra universidad se han sustentado en una precarización laboral y salarial. Justo es decir que la resolución de este problema excede el ámbito de nuestra universidad. Se trata de un problema que la BUAP en alianza con las demás IES debe encarar con el Gobierno Federal. Así las cosas, puede decirse que  entre 2002 y 2020 la matrícula escolar aumentó 118% y la planta académica lo hizo en 39%, pero ese aumento se basó en los profesores hora-clase (aumento de 124%) y no en los profesores de carrera (5%). En suma la masificación estudiantil en la BUAP se ha resuelto  con los profesores-hora clase y es previsible  que su situación se agrave con la política de rechazo cero. Los profesores hora-clase constituían en 2019 el 46% de la planta laboral y su salario era 9 veces más bajo que el de un profesor de tiempo completo. La mayor parte de los profesores hora-clase trabajan en dos unidades académicas, semestralmente les cambian la materia que imparten, no les pagan todos los meses del año,  no tienen derecho a descargas por superación académica, ni cubículo  ni derecho a viáticos para asistir a eventos académicos. He aquí una presentación parcial de la situación de esta suerte de proletariado intelectual que el modelo neoliberal ha creado.

 

La situación de los profesores de carrera a pesar de su distancia con respecto a la precariedad laboral y salarial de  los profesores hora-clase,  tampoco es buena. El salario tabulado real de un profesor titular en 2019 era tan solo 42 por ciento respecto al existente en 1978. La precarización salarial de los trabajadores académicos  de la BUAP comenzó  en 1982 y resulta revelador que la caída libre de los salarios académicos coincide con la caída libre del salario mínimo en el país. Las políticas neoliberales inventaron como sucedáneos del salario, al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) en 1984 y  el Programa de Evaluación y Estímulos al Desempeño del Personal Docente (ESDEPED) en 1997). La totalidad de los profesores hora-clase son  excluidos de tales estímulos a la productividad además de los profesores de tiempo completo o medio tiempo que no cuentan con definitividad. Del total de profesores de carrera solamente el 57% acceden al ESDEPED y únicamente el 25% al SNI. Del total de la planta académica que estaba registrada en el ciclo 2019-2020 solamente el 13%  contaba con el SNI y el ESDEPED, casi 20% contaba solamente con el ESDEPED y el 70% no contaba  más que solamente con su salario base.

 

Además de la precarización salarial y laboral, las instituciones  de educación superior y en particular nuestra universidad enfrenta el reto de la pandemia actual. Esta ha revelado un problema de mayores alcances: nos enfrentamos una crisis civilizatoria  que pone en cuestión la manera en que producimos y consumimos y la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza. Caminamos hacia un colapso civilizacional previsto para 2050.  La civilización productivista, industrialista, corporativa capitalista, ha tenido efectos en la manera en que la ciencia se produce hoy en día.  Por ello, la crisis civilizatoria nos está llevando a la necesidad de un cambio sustancial del paradigma epistémico y epistemológico hasta ahora dominante.  Las instituciones de educación superior en todo el mundo, en particular nuestra universidad, se enfrentan a grandes retos provocados por esa crisis civilizatoria que pone en cuestión la manera en que producimos y consumimos y la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza. Es necesaria una crítica al pensamiento positivista, cuantitivista, hiperespecializado y fragmentario predominante en la educación superior y su sustitución por la combinación del pensamiento complejo con el pensamiento crítico. Como todas las instituciones de educación superior,  la nuestra también enfrenta con premura los desafíos provocados por la pandemia del SARS-CoV-2: aceleración del tránsito hacia nuevas tecnologías de información y comunicación para realizar sus funciones sustantivas. Este azote universal reveló  y agudizó problemas estructurales en la sociedad y también en las universidades. Fue un fenómeno global que a buena parte del planeta encontró desprevenido y poco preparado.   La crisis económica derivada de la contingencia sanitaria ha provocado en todo el mundo desempleo, aumento de la economía informal, precarización  y disminución de ingresos.

 

Este contexto hace necesario que revisemos el modelo educativo que nos ha normado  desde hace más de una década. El modelo Minerva ha  girado en torno a la idea de que los mercados laborales prefiguran habilidades y competencias. Urge  el abandono del paradigma gerencial, productivista, empresarial o neoliberal  el cual ha regido la vida de la educación superior en las últimas cuatro décadas. Los mercados se vuelven determinantes de los programas formativos, Las necesidades sociales que deben atender las universidades se circunscriben entonces, a  las demandas de los mercados de trabajo globalizados  como criterio de formación de los estudiantes universitarios. El pensar de nueva cuenta al modelo educativo y superar sus deficiencias anteriores  implica pensar una estrategia pedagógica y metodológica para desarrollar un nuevo modelo humanista y crítico, plural, diverso y vinculado a todos los sectores de la sociedad. La vinculación social de la universidad debe atender las necesidades de todos los sectores sociales, no solamente las empresariales.

 

En lo que se refiere a la investigación, nuestra universidad también requiere que revisemos el modelo imperante  en la actualidad. Esto implica que deben ser cambiadas las prioridades de la docencia-investigación, los parámetros para evaluarla  y los criterios para remunerarla. Es necesario desarrollar trabajos colectivos y que persigan no sólo la publicación de artículos sino la incidencia social y la búsqueda de soluciones a problemas nacionales. Además del rigor científico y la pertinencia teórica, la docencia y la investigación deben tener una pertinencia social. Los Complejos Regionales que han estado dedicados a la docencia  deben ser convertidos  en lugares de generación del conocimiento y la investigación. Deben también generar  un conocimiento regional, y  ser el espacio para que los estudiantes complementen su formación.

 

Docencia e investigación deben ser concebidas como partes indispensables de una división académica del trabajo.  La interacción de la docencia y la investigación debe tener dos planos. El primero  concierne a las actividades conjuntas por medio de los cuerpos académicos, grupos interinstitucionales de docencia-investigación y otros espacios académicos. El segundo a dar condiciones a los docentes para que puedan desarrollar tareas asociadas a proyectos de  investigación  y a los investigadores darles la oportunidad de ejercer docencia en la licenciatura y/o actividades docentes en las preparatorias.

 

Docentes e investigadores  deben ser valorados y remunerados con base en sus labores primordiales. La nueva agenda universitaria debe abandonar los sistemas de evaluación fragmentados y focalizados que conducen a la infravalorizacón de la docencia y supravalorizacion de los puntajes  solamente para algunas de las múltiples tareas que conlleva la docencia, la investigación y la difusión cultural. Actualmente estos criterios de ponderación  ignoran la multiplicidad de tareas académicas, de gestión y divulgación, derivadas de las actividades de docencia e investigación de los profesores investigadores. La Universidad debe facilitar las tareas de evaluación uniformando las bases de datos y cargándolas automáticamente en las plataformas en las cuales se hace la evaluación.

 

La precarización salarial  y más aún la precarización laboral  que hoy observamos en la BUAP no ayudan en nada a la calidad docente y a las posibilidades de realizar investigación. De eso se deriva la necesidad una política sostenible de estabilidad y  promoción laboral así como el mantenimiento de una política que permita un número creciente de profesores de carrera. La nueva administración universitaria deberá gestionar ante las autoridades correspondientes una dignificación laboral y salarial  para los trabajadores académicos y administrativos. También deberá establecerse, una estrategia financiera sólida que fortalezca el cumplimiento de las obligaciones contractuales para jubilados y pensionados, los análisis actuariales deberán ser públicos y revisados a la luz de la evolución de la planta de trabajadores, académicos y administrativos que efectivamente laboran para la institución.

 

Debe fomentarse  una relación de cooperación de los investigadores con la docencia en el posgrado y de manera importante con los niveles de licenciatura y preparatoria. La Educación Media Superior debe ser concebida como una etapa estratégica en la formación de los estudiantes universitarios. Debe ser pensada como el fundamento de la solidez académica que nuestra universidad tiene que alcanzar.  Debe desarrollarse un plan estratégico que exprese la concepción que va a articular las preparatorias con las licenciaturas con el objetivo de crear una sinergia en la elevación del nivel académico de las primeras, lo que tendrá un efecto virtuoso en el nivel académico de las segundas. Es necesario dignificar la labor del docente medio superior no solamente  considerando su hacer como igualmente importante  al de un docente o investigador de los niveles de grado y posgrado, sino también en lo que se refiere a su remuneración. A los docentes de las preparatorias se les debe estimular y facilitar la superación académica y los cursos de actualización. Un gran reto académico y financiero de nuestra Universidad implica imaginar de qué manera puede dársele a los docentes de las preparatorias una vía de dignificación laboral en materia de definitividades, promoción laboral, superación académica, investigación, relación con los cuerpos académicos, participación en el ESDEPED así como también en la participación en la actualización de planes y programas.

 

La relación de nuestra universidad con la cultura debe partir de  cuatro principios: la cultura no es mercancía; la cultura no es un servicio; la cultura no es sólo entretenimiento; la cultura es un derecho. Puede abundarse más en este último sentido: la cultura es un bien social y un derecho humano universal. Nuestra universidad debe auspiciar las labores creativas de artistas y creadores nacionales  de dentro y fuera de nuestra institución. Debe propiciar la difusión de las obras de creadores mexicanos de alta cultura y también las expresiones de cultura popular y tradicional.  La preservación del patrimonio cultural de nuestra universidad debe ser ajeno a una mercantilización que  teñida de ánimo lucrativo a menudo lo daña. El patrimonio cultural universitario y su preservación  deben ser  concebidos como fuente de conocimiento científico de frontera y también como un recurso  de difusión científica y cultural para la ciudadanía. Los centros regionales de nuestra universidad deben ser espacios para proyectos culturales que incluyan actividades artísticas, exposiciones, salas de lectura, talleres de arte y espacios para la implementación de  actividades creativas en arte y cultura.

 

Concebimos el tema de género en nuestra universidad como uno de carácter transversal. Es decir que atraviesa a todas las relaciones sociales, académicas, administrativas, laborales y de conducción  de nuestra institución. Por ello deberá instituirse en nuestra universidad un Programa de Estudios de Género y Feminismo de carácter interdisciplinario, multidisciplinario, transdisciplinario y desde la perspectiva del pensamiento complejo que provea de insumos a las instancias universitarias  de conducción y toma de decisiones en materia de género. Las múltiples vías y formas de violencia sexual y de género, el acoso sexual, las más diversas actitudes discriminatorias,  deberán ser sometidas a un estricto escrutinio por parte de las autoridades universitarias en sus distintos niveles y  sancionadas de manera firme,  garantizando la seguridad de las víctimas.  Debe instituirse  un observatorio  de violencia de género y violencia sexual, que  construya un mapa y un diagnóstico de estas violencias en nuestra universidad tanto en lo que se refiere a su locación como a sus distintas vías,  formas e intensidades.  Debe auscultarse con las distintas organizaciones feministas que actúan en nuestra universidad así como académicas, estudiantes y trabajadoras  de la administración, una evaluación del actual Protocolo para la prevención y atención a la violencia de género que rige en nuestra universidad, a efecto de introducir las modificaciones y actualizaciones que sean necesarias.

 

Concebimos a la Autonomía Universitaria como una conquista histórica que debe ser defendida irrestrictamente. El rumbo de la universidad y la solución a los diferentes retos que enfrenta deben ser definidos por los propios universitarios en el marco de un respeto a la diversidad de pensamiento y una visión holística de  la institución. La Autonomía Universitaria es el espacio para ejercer la libertad de pensamiento, la libertad de cátedra  y  el libre el acceso a la información. También para ejercer la democracia que favorece al desarrollo del conocimiento.  Base fundamental de tal ejercicio parte del fortalecimiento de sus distintas comunidades académicas y atender con diligencia sus requerimientos a efecto de que puedan cumplir  las funciones sustantivas de nuestra institución.

 

Igualmente importante es la preservación de  los derechos y libertades que son  contemplados  en el Estatuto universitario en su artículo 10: libertad de información, discusión y crítica; igualdad de oportunidades para estudiantes, profesores e investigadores  el ingreso a la Universidad sin discriminación alguna a sus programas de enseñanza, investigación, extensión y difusión cultural; elección en forma libre y directa de los representantes de los distintos sectores universitarios  ante las autoridades colegiadas; participación conjunta de los mismos en la elección de las autoridades personales; condiciones adecuadas para la realización de las tareas académicas y administrativas.

 

La Autonomía Universitaria  es también el ámbito  en el cual se deben garantizar los derechos universitarios y las obligaciones de transparencia y rendición de cuentas. La Autonomía Universitaria no excluye el rendimiento de cuentas dentro y fuera de la institución con respecto al uso  de los recursos que la sociedad a través del Estado le dispensa  para cumplir sus funciones sustantivas. También con respecto al manejo  del patrimonio universitario, el cual no se circunscribe al financiamiento público sino que debe incluir además los ingresos propios y el manejo de los bienes universitarios.

 

En  materia administrativa nuestra universidad debe fortalecer su capacidad de gestión  en diversas direcciones: en materia de derechos humanos y perspectiva de género;  en materia de administración y tecnología de su planta administrativa; en el mejoramiento de infraestructura tecnológica para los procesos administrativos que son competencia de la Rectoría; en la unificación  de las bases de datos de los resultados de las actividades universitarias; en la toma de decisiones descentralizada y colegiada; en la fluidez de los sistemas de información de consulta; en el fortalecimiento de la capacidad de gestión de infraestructura y equipamiento de apoyo a la docencia e investigación.

 

De manera muy resumida tales son las principales conclusiones a las que hemos arribado como resultado de la larga reflexión y debate en el que estuvimos inmersos en los últimos doce meses. Valoramos profundamente los logros de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en las últimas tres décadas. Pero también hemos llegado al convencimiento de que ha llegado el momento  de emprender una nueva etapa en su historia.

 

Puebla, Pue., 24 de agosto de 2021.