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20 Abril 2024, Puebla, México.

Los caminos, una escuela de la vida / Porfirio Tepox Cuatlayotl

Deportes /Naturaleza y sociedad /Cultura | Crónica | 22.OCT.2021

Los caminos, una escuela de la vida / Porfirio Tepox Cuatlayotl

Ir de camino por la naturaleza/ Duodécima crónica

Es de sobra conocido que la vida está llena de caminos, unos estrechos, otros más amplios, algunos pedregosos y con espinas, aunque también los hay transitables y con paisajes hermosos. Existen los caminos que son cortos, pero también encontramos caminos más largos. Muchos hemos transitado senderos que se bifurcan, asimismo, los que evocan sueños al perderse en el horizonte. En verdad, disfrutamos los trayectos que están llenos de flores, no obstante, hemos sufrido cada paso recorrido en caminos pedregosos. Todos estos caminos, sin prescindir de alguno, al recorrerlos, se convierten en lecciones llenas de sabiduría, se transforman en un libro para instruir la peregrinación del caminante de la vida.

Este caminante, en ocasiones, transita los senderos en soledad, otras veces disfruta la dulce compañía de la persona amada. Hay instantes, en los que, en cada paso de su caminar, brota una sonrisa, pero en otros momentos, también fluyen el cansancio y las lágrimas. Esto mismo, dicho con otras palabras, ya en la soledad, ya en la compañía, en la alegría o en la tristeza, una vez emprendido el viaje, no debemos parar, nunca debemos decaer, sino caminar con la frente en alto, de ningún modo debemos desmayar, y jamás renunciar a la vida, tal como lo hemos anotado con el símbolo de la dulcamara en el relato anterior, debemos abrazarnos a cualquier escenario del aquí y el ahora, con los pies en la tierra, mirando al cielo y pensando en la eternidad.  

Habría que decir también que muchos de estos caminos ya han sido recorridos por nuestros padres y abuelos, quienes, en cada huella de su caminar, han atesorado la enseñanza del periplo para entregarla a las generaciones venideras. De los muchos ejemplos que tratan acerca de este tema, únicamente ofrezco uno a través de las palabras de un apreciable amigo de nombre José Rodríguez Rodríguez quien un día me compartió los consejos que le entregaba su mamá. Fueron aquellos años en los que perseguía un nuevo horizonte al caminar del campo a la ciudad. La venerable señora le entregó estas palabras a mi amigo, como una gran herencia para caminar en las sendas de la vida: “En esta tierra, hay un camino muy difícil, en este mundo, hay un camino lleno de espinas, no desees más de lo necesario y de esta forma pasarás la vida de manera muy hermosa. Que dios nuestro señor siempre te proteja, mañana, pasado mañana y cuando ya no me encuentre con ustedes. A donde llegues, en donde quiere que te abran las puertas, nunca desobedezcas y no toques lo que no es tuyo. Y recuerda que nunca debes maltratar a la compañera de tu vida la cual será tu esposa”.

En este apretado escrito, hay que señalar, ante todo, que muchos caminos los han recorrido pueblos completos con una misma mentalidad, tal como lo apunta Mario Pérez Pérez para algunas comunidades de la Sierra Norte de Puebla en la zona náhuatl, pues, en algunas páginas, expone el modo de pensar de estos pueblos acerca de lo que es un cuate, es decir, la persona que camina con cada uno de nosotros, en el éxito y el fracaso,  así lo explica en su libro LATAMAT NEMILIS: “en la zona náhuatl de los pueblos de la Sierra Norte de Puebla, aún existe la mentalidad de que nunca el caminar de la gente o el peregrinar del pueblo en la historia se realiza de manera lineal y recta, sino de manera serpenteada, porque se dice: los masehualme caminamos en momentos buenos y en situaciones malas, andamos entre luces y sombras, avanzamos por este mundo pasando por momentos de alegría y ratos de tristeza. Nuestra vida trascurre serpenteando la historia. Nuestros abuelos al escribir, en los textos antiguos su peregrinar por la historia, lo cifraban dibujando huellas de pies y colocando esas huellas de modo serpenteado. Y enfatizan “quien es capaz de caminar junto conmigo mi andar serpenteado, ese es mi mero cuate, es decir, aquel que sabe estar conmigo en las buenas y en las malas”.

En conclusión, puede decirse que, en el ir de camino por los bosques, parajes y senderos artesanales, los caminos, que recorre el caminante, se convierten en una metáfora de la vida, así lo ha escrito el filósofo Francesc Torralba. En seguida,  para dar termino a esta reflexión, presentamos una síntesis de la alegoría sobre la actividad de correr que expone este filósofo en su libro Correr para pensar y sentir: “En el correr como en la vida misma, uno recorre caminos donde hay un inicio y un final, hay subidas y hay bajadas, hay soledad y compañía, hay momentos difíciles y paisajes bellos, hay triunfos y derrotas, hay encrucijadas en las que, tenemos que elegir el camino que, algunas veces, termina por angostarse y cerrarse, pero, en otras ocasiones, te conduce a parajes maravillosos.

 

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