Dos poemas de Enrique de Jesús Pimentel
De En traje de baño y dolorosa
El que odia no supone que un ángel lo domina,
¿podría sabiéndolo, pájaro sin vuelo
ocultar su miedo en el cinismo?
Su meta es otra: la destrucción unánime
y el caldo espeso de la víctima;
concierta en su mirada
la llama límpida del agua
y el engaño de las hojas verdes.
Salgo al mundo, de noche,
proposición acaso puritana,
y palpo el aire grueso,
la profusión de inermes construcciones.
Siento entonces arder la soledad del sexo,
abro frutos vacíos, vislumbro la pureza
y la descubro cruel, súbita, ociosa.
¿Cómo para asaltar doncellas
han cebado a este marrano de ojos extraviados?
¿Cómo sin náusea, sin pavor,
soñar su cara de filo macilento?
Duermo casi de pie,
insomne y afiebrado,
para no azuzar el sopor de un menstruo suspendido.
Sueño con fantasmas crueles,
mujeres que nunca acaricié y que él destroza,
como en la carretera oscura un tráiler
las vísceras desnudas de algún perro.
De Catacumbas, 1984
El patriota
Sé que nació en Roma y murió doncella.
Sus biógrafos dicen que no se doblegó a su siglo;
hoy es bronce y el bronce, arriba, la celebra.
Pero permítaseme decir que yo la amaba,
que de alguna forma
fue mía en horas tempranas de la noche.
Acudo a referentes reales:
yo defendí la patria. Quiero decir yo estuve ahí.
Pude decirle: aquí Zaragoza, entonces la victoria;
pude abrazarla ante recordatorios fúnebres y
heroicos
losas a un solo sol abandonadas.
Todo es igual: ella se hace la mártir, yo el obsceno.
Búfalos de metal rasgan la sombra
como si la impudicia necesitara de esos artificios.
La noción ahora se bifurca:
el cuerpo de la bruja joven es arrojado al foso de las fieras,
un hombre se masturba en antiguos campos de batalla.
¿Puedo consignar aquí su nombre?
Este debería ser el lugar más adecuado;
más esas sílabas, ¿no alterarían su leyenda?
¿no pondrían fin el secreto de mi vicio?
Fábula es el destino de los hombres;
sé de patriarcas cuya embriaguez fue providente,
de reyes deslumbrados por desnudeces de otros.
El que se resguarda vive al filo;
sólo a los dados confía su futuro
y premeditadamente se ignora íntimo, funesto.