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25 Abril 2024, Puebla, México.

Viajes, enigmas, paraísos perdidos en La travesía de la Cuerva Negra de Paulina Mastretta

Cultura | Reseña | 8.ENE.2023

Viajes, enigmas, paraísos perdidos en La travesía de la Cuerva Negra de Paulina Mastretta

Piratas al borde de un ataque.

I

 

El mar y sus casi infinitas costas, algunas apenas holladas; otras, populosas, abigarradas.

La mar océano, la inabarcable, la del Pacífico que no es sobrevolada por aviones; la del Mar de California y sus ballenas; la de las orillas congeladas, al norte con sus enormes osos; al sur, con pingüinos bicolores.

Pero también la mar de las ínsulas extrañas, lejanísimas de costas, aún repletas de una vida submarina que sólo conocemos brevemente, casi nada. Y sobre esas ínsulas, la vida de la más depredadora de las especies, la del homo sapiens, la que ocupa más espacios, la que arrasa con lo vivo y útil; la arrogante que cree que para su vesania ha sido puesto el Paraíso en la Tierra.

Pero esa especie, pese a todo, sueña, viaja, busca, ama, es leal o traicionera, acuchilla por la espalda, hace juicio sumario, y asesina. Y en esa especie, entre esa especie, una banda de especímenes raros, que pone alto precio a su cabeza, a su pellejo que no dejará tan fácil en manos de quienes le buscan para penderlo de la horca.

Pues de esa ¿subespecie? de la especie que ha ocupado más de lo que puede atender, que acumula más de lo que naciones enteras podrían usar en decenas de años, esa subespecie del homo sapiens, digo, por llamarla de alguna manera es la de los piratas, y discurren por paraísos soñados por Salgari desde su gabinete italiano, y como él, por otros impresionados por modos de vida que ponen el honor en alto.

Y a esos piratas ya ha dedicado una joven novelista un primer tomo para relatar sus hazañas: Paulina Mastretta Yanes publicó en el 2017 Las aventuras de la Audaz Navegante, donde muestra a un puñado de transgresores de la ley de polis, con varias características que ganan pronto la atención del lector: son jóvenes, son mujeres y hombres, habitan islas no registradas en nuestros mapamundis, tienen cabellos azules, usan revólveres y espadas, pero no teléfonos móviles o computadoras.

Portada de las Aventuras de la Audaz Navegante.  

Mastretta Yanes nos ha llevado en esa primera novela a conocer a quienes buscan, como todo pirata que se respete, un tesoro, pero ese tesoro pronto descubrimos, no tiene que ver con dinero ni bienes, ni con el reclamo de un rescate únicamente, y por eso nunca es llamado tesoro, pero busca y nos lleva a acompañarle en ese periplo.

El mundo en el que se mueven las piratas y sus acompañantes retratados por Paulina Mastretta, no tiene nada que ver con los mundos de fantasías juveniles llenas de actos de magia y prestidigitación, o con universos alternos donde el lector entra para conocer realidades gobernadas por las máquinas, los androides y las ovejas eléctricas.

Uno de los varios logros de Mastretta Yanes en su primera novela es que, aparentemente sólo dedicada a los jóvenes, la historia está protagonizada por jóvenes, pero pronto atrapa a cualquier lector atento, atento a la trama, a los nombres nada conocidos, y en caso de serlo, poco comunes; a los cambios de escenarios y, por supuesto, a la trama que inicia con alguien arrastrado hasta una playa.           

Contada con agilidad y tino, Las aventuras de la Audaz Navegante ya conoció en el año 2022 su segunda edición; y al contrario de la primera, ya puede leerse en versión digital y puede comprarse, impresa, desde cualquier parte del mundo. 

 

II

 

Permítanseme algunas digresiones: Jean-Michel Cousteau, hijo del famoso capitán Jaques-Ives Cousteau, escribió un libro publicado en el año 2012 en español, dedicado a quien hizo popular la vida submarina por lo menos desde los años sesenta y setenta del pasado siglo, a través de la televisión, a color, además.  

Con un batiscafo especial, por la dificultad de su empresa, Jean-Michel, hijo mayor del primer matrimonio del famoso galo buzo, se sumerge y cuenta lo que para él representó ese hombre revolucionario que, aún con su primera esposa viva, se hizo de otra y tuvo con ella dos hijos más.

Más allá de ese chismarajo que todos conocieron desde el pronto matrimonio de Jaques-Ives casi una vez quedó viudo, debo citar que el hijo mayor, que tuvo que renunciar a presidir la fundación que lleva el nombre de su padre, revela algo que quienes siguieron de cerca la vida del famosos capitán, y su historia después de muerto, sabían con toda seguridad o intuían: el verdadero capitán del dragaminas que él aseguraba conducir, el “Calypso”, en realidad fue su esposa primera Simone Melchior.

Descendiente de almirantes franceses de prestigio, hija ella misma del mar, (nació en Tolon, Francia en 1937)  relata su hijo Jean-Michel Cousteau, Simone no sólo acompañó a su esposo desde el primer momento en que él dedicó su vida a la investigación marina, sino que coinventó el Aqualung y, lo más importante para esta historia, Melchior una vez aparecido el viejo dragaminas reparado en la vida de la pareja, ella la capitaneó y permaneció a bordo de él, a decir de su hijo, más de lo que cualquier Cousteau lo hizo.

Fue tal la entrega de Simone Melchior Cousteau a la aventura vital, literalmente, de su marido, pero sobre al mar, que casi al final de su vida, ya enferma del cáncer que finalmente la mató, recibió el reconocimiento que sólo una capitana de atura como ella podría recibir: el de Oficial de Mérito Marítimo.

Sus cenizas fueron depositadas en el mar de Mónaco.

Otra digresión: cuestionado sobre quién es su héroe de novela más entrañable, en una sobremesa Paco Ignacio Taibo II, que mucho sabe de piratas y de los libros que relatas sus extraordinarias vidas, aceptó que su héroe es una mujer; pero no cualquier mujer, sino aquella que se hizo pasar por hombre y fue descubierta como la mujer que era.

El epónimo de los líderes piratas no fue hombre, fue mujer, es mujer, y los lectores lo sabemos.

Digresión última: las historias de princesas para las cuales nos programaron Walt Disney, sus herederos y continuadores a través del cine, tuvieron un golpe de timón (muy al caso en esta historia de piratas) en el siglo XXI, y quizá, entre muchos motivos, una película tuvo que ver definitivamente en ello: Shrek (2001) donde las princesas y los príncipes fueron desnudados o, quizás más exactamente, los espectadores pudieron ver que iban desnudos: no eran lo que parecían, no eran lo que nos habían hecho creer.

Para cuando Disney se embarcó (literalmente) en la aventura de Piratas del Caribe (2003) ya no podía seguir promoviendo (o únicamente promoviendo) a la princesa del cuento de hadas edulcorado o a la mujer tipo Barbie que, hasta Toy Story logró mostrarse como realmente es: una mujer de ideas, decidida, que marca límites y exige respeto.

Y más: cuando la espléndida Takayo Fischer fue llamada para interpretar a la famosa y temible, honrada y odiada pero respetada Ching Shih Zheng Yi Sao (o simplemente Ching Shih), el personaje no podía ser una delicada y sometida dama esperando en una torre a ser salvada por su príncipe.

Takayo Ficher como Madame Ching en Piratas del Caribe en el Fin del Mundo (2007)

Quizá la película de la saga de Disney no haga más que un mínimo reconocimiento a una de las mujeres más capaces no sólo de Asia, sino de la humanidad, cuyo poder, dominio y alcances culturales pueden ser equiparados (con las debidas distancias, pero sin prejuicios) con los de Alejandro de Macedonia. O de otro asiático: Gengis Kan.

Entre el filme de Disney y su puesta en las pantallas de todo el mundo de la imagen de Ching Shih, hasta la actualidad donde sólo los medievalistas más recalcitrantes insisten en la imagen de la princesa estilo Cenicienta, hay un libro harto recomendable: Loto Rojo. La novela de Ching Shih, la pirata más poderosa de la historia, de Clara Mendívil, publicada por La Esfera de los Libros apenas en el 2022, pero que ya se puede conseguir en línea.

Y una saga: la de Gira y sus amigas piratas, de sus amigos que se nos han hecho entrañables, ahora en la segunda parte de su propio relato: La travesía de la Cuerva Negra. Crónicas piratas II, dada a la imprenta también en el año 2022, ya disponible en librerías y también a través del comercio electrónico.

III

 

Cuando Juan Sebastián Gatti recuperó su novela por entregas que había publicado en los años noventa en el mejor estilo de folletín, Filibusteros (y su fábula) (2015), Paulina Mastretta Yanes tenía ya casi terminada la primera parte de su Crónicas piratas, Las aventuras de la Audaz Navegante (2017). Hechas en Puebla, las historias coindicen en el hecho de narrar la vida de piratas y filibusteros, pero distan mucho en sus estilos.

La de Gatti merece una lectura minuciosa y una crítica inteligente, y fue un hecho afortunado el que su autor la rescatara de la vita brevis de los periódicos, confirmando que ars longa (el aprendizaje del arte es dilatado, longevo), más en el ínterin se pueden estampar historias bien hechas, como la suya.

La saga de Mastretta Yanes llama la atención por otras, diversas razones: no tiene que apoyarse en que su tía haya escrito el mejor libro de cuentos sobre mujeres (no sólo de Puebla), de su generación (y de muchas), ni en trucos fáciles o en las modas impuestas por el cine o los grandes consorcios editoriales.

No: Paulina Mastretta afirma, entre veras y burlas que una leyenda dice (dice, al fin es leyenda), que ella desciende de piratas, por alguna de las ramas de su árbol genealógico. Y que la visita a las Islas Galápagos (ahí donde pudo comulgar con el espíritu de Darwin), sirvió para despertar su memoria y llevar su mano izquierda (porque es zurda) a redactar las historias que ahora conocemos en dos tomos. Y otras.

Mastretta Yanes ha encontrado y reafirmado un estilo (que, recordemos, en la antigüedad era con lo que se escribía) y no se ha podido deshacer, ni quiere, de compañeros que se han hecho entrañables para ella: Gira, la primera, pero Shinta, Lune, Chuwen, Maya, Haize, el rey Tapir y otros, también. Y los ha hecho entrañables también para el lector atento.

La primera parte de la saga de Paulina Mastretta inició con la aparición de una náufraga; la segunda inicia con una dubitación relatada en el Prólogo, y nos volverá a llevar a recorrer con jóvenes mujeres y hombres, islas, paisajes húmedos o helados, conocer reinos abandonados o que sólo eran conocidos como leyendas; a visitar a personajes encantados o de piedra, enigmáticos (tienen, o proyectan o piden la resolución de un enigma), a ciudades o pueblos donde el riesgo y el peligro pueden ser tan acechantes como en el mar embravecido; o más.

Paulina Mastretta en la presentación del libro en Profética el pasado 14 de Diciembre acompañada por  Moises Ramos y  Diana Hernández.

La historia de este segundo tomo de las Crónicas Piratas trae a personajes que ya conocíamos del primer volumen, pero no es necesario conocer y leer esa primera parte para poder embarcarse en esta otra flamante: relatada como una historia independiente a pensar de su parentesco con la otra, la nueva novela de nuestra narradora se leer bien de manera independiente.

Al adentrarnos en la lectura de La travesía de la Cuerva Negra (una nueva embarcación de sus piratas), la autora trae a cuento la historia de personajes que murieron en la primera parte, da el contexto de los sucesos y novísimos personajes (en su útil glosario se puede encontrar una brújula para guiarse con seguridad) y va hilando, tramando, desvelando, llevándonos de la mano (o de los ojos, si se prefiere) para contarnos lo que encontró siguiendo a sus creaciones.

Portada de la Travesía de la Cuerva Negra escrito por Paulina Mastretta. 

Lectura fácil sin ser simple, superficial o pueril, la de la nueva novela de Mastretta Yanes es recomendable para el lector juvenil, sí, pero también para el lector—lector, y para el que busca el descanso después de la batalla.

Una mujer contando historias de mujeres (y de hombres, claro), sin que tenga necesidad de poner a voz en cuello que la suya es una literatura femenina, o escrita por una mujer. No: simplemente narra (cosa nada sencilla) y entrega al curioso una historia que tal vez promete una continuación (el final, que no contaré, podría sugerirlo) o quizás aquí queden contadas de una vez y para siempre las vidas de Gira, sus amigos y los seres que encontraron en su camino. El tiempo lo dirá.

Lo que es cierto es que Paulina Mastretta nos muestra que las mujeres no son más princesas pasivas, víctimas encerradas en altas torres, que sólo saben bordar y servir a sus maridos: también dicen palabrotas, disparan sus armas o usan sus espadas cuando es necesario, y no les tiemblan las rodillas cuando se trata de adentrarse en una nueva aventura, de arrostrar un nuevo reto. 

El lector puede ir a Profética, Casa de la Lectura de la Calle 3 Sur número 701 de la Ciudad de Puebla, y conseguir su ejemplar; o buscarlo en el mercado electrónico asequible en cualquier dispositivo electrónico, fijo o móvil, con conexión a la red de redes. Y leer. Que leer también es vivir y, como quería el argentino, otra forma de la felicidad.