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4 Mayo 2024, Puebla, México.

La desnudez del Niño Jesús en el arte tradicional de México / Emma Yanes Rizo

Cultura | Crónica | 13.FEB.2023

La desnudez del Niño Jesús en el arte tradicional de México / Emma Yanes Rizo

Déjame que te cuente

 

Estar desnudo es desde nuestra mirada contemporánea signo de fragilidad y de vergüenza al mostrar nuestras partes íntimas; quizás por ello nos esmeramos el 2 de febrero, día de La Candelaria, en vestir al Niño Dios. Sin embargo, en la historia del arte hasta la Edad Media y sobre todo en el periodo gótico, la representación del niño Jesús desnudo que yace en el suelo e incluso haciendo hincapié en su sexo como varón, tiene la intención de mostrar a Dios hecho hombre nacido en la pobreza y libre de pecado, al que veneran sus propios padres, Jesús y María, los humildes pastores y los reyes magos, siempre vestidos, por más humildes u ostentoso que sea su ropaje. En numerosas obras de arte, de esa época, indica Leo Steinberg, “aparece la figura del Niño desnudo, o semidesnudo, mostrando sus genitales de manera clara; a veces, la Virgen María separa las piernas del Niño con la mano para que se vean con mayor claridad; en otras obras, la mano señala hacia el sexo del Niño. En muchas escenas de la adoración de los Reyes Magos, éstos dirigen su mirada al pene del Niño Jesús, pues eso sería la Epifanía, la mostración de la encarnación de Jesús como varón.”[1]

 

Maestro del tríptico del Zarzoso (Ca. 1450). “Tríptico del Nacimiento de Jesús” [Pintura], Detalle de la tabla de la Natividad. Museo del Prado, óleo sobre tabla. Tomado de: 

https://www.uc3m.es/ss/Satellite/Cultura/es/Detalle/Ficha_C/1371243795892/1371238140394/Triptico_del_Nacimiento_de_Jesus,_del_Maestro_del_Triptico_del_Zarzoso



Por su parte a partir del siglo XV el cuerpo desnudo del Niño Jesús empieza a mostrarse en la iconografía cubriendo su sexo con un lienzo o paño y con su aura, lo que simboliza la llegada de la luz que alumbrará al mundo.  A su vez, en el siglo XVII, en los inicios del Barroco, se concibió como denigrante que la Virgen María tuviera a su hijo recién nacido en el suelo y el Niño Jesús es colocado en la cuna de paja y dentro del pesebre. Esta última imagen del niño, protegido por el paño, con su aura y en el pesebre, es la que se popularizó en nuestro país desde el siglo XVI hasta nuestros días.[2]  

Llama la atención por ello, entre las múltiples interpretaciones de los nacimientos en el arte tradicional de México, la presencia en algunos de estos del Niño Jesús desnudo, que no parece tener como antecedente la iconografía europea sino la realidad de un nacimiento común en algunos de los pueblos de México en situación de pobreza o quizás el simple sentido común de sus autores.  

Hagamos referencia a algunos de estos.

 

 

En el presente nacimiento de barro al natural, de baja temperatura y manufactura muy simple fue realizado en 2022, por Carmela Ruiz, de Naolinco  Veracruz, incluye los personajes convencionales del nacimiento de Jesús con el Niño al centro, colocado sobre el suelo, desnudo, sin ningún atributo y los ojos semicerrados, pero con los brazos abiertos esperando ser acogido.    

 

 

Este otro nacimiento, en barro negro de Oaxaca, también del 2022, es obra de Fernando Cruz, de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca. Como se verá resulta más estilizado que el de Veracruz, las piezas fueron realizadas con molde y pulidas, para una posible venta en serie, de nueva cuenta el niño aparece desnudo y chupándose el dedo, lo que lo hace más humano. La Virgen y San José lo contemplan semi arrodillados.   

 

 

Particularmente interesante es este nacimiento de barro y pigmentos naturales de Oapan, Guerrero, también del 2022, pieza de Alcibíades Camilo, donde los personajes principales, José, María y el Ángel, tienen cubrebocas. María está recostada como recién parida y el Niño desnudo es sostenido por un ángel, que claramente es una mujer, en posible referencia a la partera. No hay pesebre alguno, en su lugar aparecen dos mazorcas de maíz de donde al parecer el ángel tomó al niño, en clara referencia al grano reverenciado por los pueblos originarios. La escena representada se repite a su vez en el vestido del ángel y la falda de María, como una historia contada en tercera dimensión.

 

 

 

Por último, vale la pena mencionar este nacimiento, de Leonardo Camilo Altamirano,  también de Oapan, manufacturado en 2022, donde al igual que el anterior María está recostada y un ángel femenino sostiene al niño que muestra con toda claridad su pequeño pene. No hay cuna o paja, ni pesebre y Jesús de rodillas contempla a María recién parida y no al niño; su bastón parece ser a su vez una vela encendida.  En lugar del buey y la mula un gallo y un perro acompañan el nacimiento. De nuevo la escena se repite en la pintura de la falda de María y en la frazada de José.

Quizás las primeras representaciones del Niño Jesús del arte occidental de forma elocuente lo mostraron tan humano como cualquier niño, todavía sin su aura divina, al igual que no tuvieron temor en representar a María recostada luego de un parto con dolor, como lo hacen en la actualidad sin tapujos ni antecedente icnográfico los autores de algunos de los pueblos originarios de México.

   

 

[1] Citado por Martin Criado Arturo en La Virilidad y e Niño Desnudo, Revista folclore·283, 2004.  

[2] Las representaciones de la Natividad de Jesús en la Historia del Arte, Fabiola Rodas López  Universidad de Cuenca.