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El niño y su piedrita / Martín Bermúdez Mendoza

Cultura /Deportes | Crónica | 19.OCT.2023

El niño y su piedrita / Martín Bermúdez Mendoza

Han pasado 53 años de cuando salí de aquel alejado rancho en Michoacán con rumbo a la ciudad de México; y 46 años y un mes, de aquella vez cuando me subí por primera vez a un avión, rumbo a Bolivia. Esos dos recuerdos me llegan de vez en cuando.

En el primer caso, yo contaba tan solo con 12 años de edad y "juntaba las letras para descifrar lo que querían decir" y fue mi madre quien me enseñó con paciencia la ciencia del abecedario y, también, muy a su manera, como buena cristiana, antes de que me fuera de la casa de adobe al pueblo más cercano, me pidió que me hincara para echarme la bendición. Al ponerme de rodillas frente a ella, la abracé por la cintura y sentí el aroma único que solo las mamás tienen por sus hijos. Ahí en silencio me encomendó a Dios. Después, puso en mis manos, una bolsita roja que ella misma había tejido y que solamente ella sabía el contenido que había dentro: "Esto te va a proteger siempre. Reza cada noche antes de dormirte y pídele a Dios con fervor y Él te lo concederá..." "Sí, mamá, lo haré todas las noches por tí y por mis hermanos", (en ese momento, éramos 10, contando a mis padres). Al pasar los años, la bolsita se empezó a romper, y yo la remendaba con hilo rojo, hasta que cierto día, descubrí lo que había dentro: una pequeña piedrita y un Cristo envuelto con la imagen de un Santo ya carcomido.

 

Cuando esto sucedió, yo estaba por subirme al avión que nos llevaría a La Paz, Bolivia. Yo, por aquel entonces, había calificado para integrar el equipo de Marcha Olímpica, que participaría en la Copa del Mundo en Milton Keynes, Inglaterra. Pero antes, debíamos realizar un campamento de preparación en Bolivia. Fue mi primero y en los años siguientes, antes de Juegos Olímpicos, Copas del Mundo o Juegos Panamericanos, iríamos a la Paz Bolivia. Pero siempre me preguntaba, al llegar a la Cordillera de Los Andes, al igual que lo había hecho allá en el rancho en Michoacán cuando miraba los cerros que no me dejaban ver más allá. ¿Que habrá detrás del Cerro de Mariana? Imaginaba si yo me subía a lo más alto del Cerro, si yo podría ver la luna más de cerquita y casi tocar "el arado de las estrellas" en la madrugada, a esa hora en que mi padre ensillaba los caballos a la luz de la luna, antes de empezar la molienda en el trapiche. Así también eran las preguntas en La Paz, Bolivia, ¿Cómo sería el país que está allá, después de la Cordillera? Entre los nevados que parecen no tener fin. "Allá, para allá está Chile" me decían los Cholitos del altiplano Boliviano.

 

Hoy, después de 46 años y un mes de haberme subido por primera vez a un avión, por fin voy a conocer ese maravilloso país. En este momento vamos rumbo a los XIX Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Según el capitán y la tripulación, el vuelo desde México será de 7 horas con 40 minutos. Y yo, me siento emocionado como "un niño que, en vez de juguete, tiene en su bolsita roja una piedrita". Desde que entendí y relacioné el significado de una pequeña piedra, me dio por tomar una en cada país que he visitado y llevarla a México. Hoy mismo, llevo una piedrita de México a Chile, naturalmente que, en algún lugar del camino, escogeré una piedrita de Chile y la llevaré a México. Esto hace que yo sienta que en México, tengo esos maravillosos recuerdos de mis amigos y un poco de su país en mi tierra (aunque sea una piedra que me sirva como puente de recuerdos). Y es que por más que he querido encontrar una respuesta a la piedrita que me entregó mi madre, no logro encontrar nada congruente para explicar y quizá solamente lo hago en su memoria. O tal vez, sea todavía yo ese niño que siempre me acompaña con su bolsita y su piedrita.

Martín Bermúdez Mendoza. (17 de octubre de 2023. 9: 49 pm. Vuelo 621, LATAM Airlines, destino, Santiago de Chile)

(En la fotografìa de portadilla, la familia Bermudez Mendoza, con el autor en brazos de su madre).

 

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