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3 Mayo 2024, Puebla, México.

Alejandro Armenta y el agua en Puebla / Carlos Figueroa Ibarra

Ciudad /Gobierno | Opinión | 23.ABR.2024

Alejandro Armenta y el agua en Puebla / Carlos Figueroa Ibarra

¿Ha llegado la 4T a Puebla?

En los últimos años los gobernadores y la presidente municipal capitalina emanados de Morena y sus aliados, han dejado en claro su escepticismo con respecto a la posibilidad de remunicipalizar el aguaAgua de Puebla gestiona el 70 por ciento de la concesión del servicio de agua potable en el municipio de Puebla y entre el 25 y 30 por ciento en los municipios de Cuautlancingo, San Andrés y San Pedro Cholula, Ocoyucan y Amozoc. El servicio que la concesionaria ha brindado a los usuarios en los referidos municipios es sumamente cuestionable en lo que se refiere al suministro de agua que está sujeto a interrupciones o francamente ausencia, atribuidos por la empresa a labores de mantenimiento. Otras anomalías en relación al servicio de agua potable es la pésima calidad de la misma

El agua no llega, pero los cobros de agua sí lo hacen con puntualidad y recargos. Los vecinos y vecinas de los municipios afectados se ven en la necesidad de adquirir el vital líquido a través del servicio de pipas lo cual la encarece notablemente además de tener que comprar garrafones de agua a las empresas privadas que la venden porque el agua supuestamente potable que se brinda a la población avecindada en los referidos municipios no puede ser usada para consumo humano.

Los gobernantes priistas y panistas se han sentido muy cómodos con la privatización del agua, porque fueron sus bancadas las que a iniciativa de Rafael Moreno Valle consumaron la privatización del agua en 2013. No me cabe duda que los candidatos panistas a gobernador y presidente municipal capitalino, Eduardo Rivera y Mario Riestra respectivamente en caso ganaran las elecciones- actuarían como lo han venido haciendo: como entusiastas partidarios de que la concesión del agua siga estando en manos privadas.  Lo que resulta criticable es que Luis Miguel Barbosa y Sergio Salomón Céspedes hayan coincidido en que la remunicipalización del agua era inviable.

Otro tanto hizo la entonces recién electa presidente municipal Claudia Rivera quien se sumó a la narrativa de que no era posible revertir la privatización del agua tanto en 2018 como en 2020. Esta última declaración la hizo pese a que el Cabildo que ella presidía había dictaminado en junio de 2019 después de un análisis jurídico, social  y financiero, que era necesaria la remunicipalización del agua en la entidad.

En este contexto, las declaraciones que ha hecho el candidato a la gubernatura de Puebla en su última visita a la Universidad Iberoamericana, ante preguntas expresas sobre su postura ante la privatización del agua, reiteran lo que hemos observado en los gobernantes de Morena: la remunicipalización del agua en Puebla “es un problema complicado” que hay que “estudiar detenidamente” porque tiene dificultades financieras y jurídicas difíciles de superar. El candidato Alejandro Armenta repite el subterfugio de que “se estudiará el asunto”, de que “si estuviera en mis manos echaría la concesión para atrás” pero como no está en sus manos la conclusión a la que llega es que rescindir el contrato de concesión del servicio a la empresa Agua de Puebla sería una auténtica tragedia para las finanzas estatales por el contrato leonino que se firmó para entregarla”.

Según Armenta y sus antecesores de Morena, remunicipalizar el agua es imposible, así que lo que nos está diciendo es que estudiará el “problema financiera y jurídicamente” para llegar a la previsible conclusión de que no se puede. La remunicipalización del agua es un asunto de voluntad política progresista. Esa voluntad la han mostrado la anterior jefa de Gobierno de la ciudad de México Claudia Sheinbaum y la mostró diáfanamente Clara Brugada en el segundo debate con Santiago Taboada y Salomón Chertorivski. El concebir el agua como un bien común forma parte esencial del pensamiento progresista como también lo forma el plantearse la lucha por revertir la privatización y no simplemente acomodarse al hecho de que el agua deba seguir siendo privatizada.

¿Es realmente imposible desprivatizar el agua en Puebla? Con ese fatalismo no se hubiera logrado la nacionalización del petróleo en 1938 ni la nacionalización de la industria eléctrica en 1960. Acontece que la coalición Sigamos Haciendo Historia ha impulsado candidaturas que se autoproclaman partidarias acérrimas de la 4T, se ponen el chaleco guinda y repiten que no roban, no mienten y no traicionan, pero su práctica de gestión gubernamental sigue siendo muy parecida a la neoliberal. Motivos para retirarle la concesión a Agua de Puebla abundan: el cuestionamiento jurídico a la privatización del agua porque no fue el Congreso local el que la aprobó, sino directamente el Sistema Operador de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado de Puebla (SOAPAP); el pésimo servicio en cuanto suministro y calidad del agua porque no ha invertido lo que debería invertir en saneamiento y mantenimiento para evitar fugas. Diez años después de que la empresa obtuvo la concesión su ineficiencia o renuencia a la inversión, ocasiona que entre el 40 y el 50 por ciento del agua se fugue por tuberías defectuosas.

Un enfoque verdaderamente progresista, digno del espíritu de Morena, enarbolaría un programa de recuperación del agua como un bien común; impulsaría una consulta ciudadana sobre si ésta debe seguir en manos privadas; se preguntaría si en vez de que la ciudadanía pague el costo financiero de la desprivatización del vital líquido no debería ser Agua de Puebla la que tendría que pagar una multa por todas las anomalías en su servicio.  Tendría que plantearse abiertamente la remunicipalización del agua y esgrimir que la infraestructura que ya existe puede ponerse al servicio de esa remunicipalización. Finalmente, abanderaría una gestión democrática de este elemento a través de las contralorías ciudadanas autónomas del agua y la coordinación intermunicipal del líquido.

La aseveración de Alejandro Armenta, que ha sido compartida por otros gobernantes apoyados por Morena, que hace énfasis en el fatalismo imposibilista en vez de las posibilidades que puede abrir una lucha progresista, me lleva a preguntarme: ¿Ha llegado la 4T a Puebla?