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25 Marzo 2025, Puebla, México.

Monte de Chila, ¡Nunca más! / Gerardo Pérez Muñoz 

Cultura /Justicia | Reseña | 3.FEB.2025

Monte de Chila, ¡Nunca más! / Gerardo Pérez Muñoz 

Sobre el libro

                                                                                                                                                                                                                     

A la memoria de las víctimas de la violencia política y social y a sus familiares que han resistido en el silencio y la memoria las masacres de Monte de Chila y Rancho Nuevo, Pantepec, llevadas a cabo, la primera por el ejército mexicano hace 55 años, un fatídico 28 de 1970 por parte del genocida, general y gobernador del Estado, Rafael Moreno Valle y la segunda, por Guillermo Jiménez Morales, en 1982.  ¡¡¡Monte de Chila, nunca más!!!

 

Ante de iniciar, permítaseme decir que en esta presentación del libro de Adelita Olivo estamos en un lugar simbólico: éste espacio fue parte de la cárcel municipal y aquí enfrente, en donde se localizan los baños actualmente, estaba un pequeño cuartel del ejército mexicano. Al pie de las escaleras de la presidencia municipal, fui detenido por los soldados en 1975: mi delito ¡ser comunista! como me dijo un capitán. De allí, fui llevado al cuartel a Xicotepec. Lo demás, es historia.

                                                                                        

 

La filósofa de origen judío, Hanana Arendt, escribió que La muerte de la empatía humana es uno de los primeros y más reveladores signos de una cultura a punto de caer en la barbarie. Preguntémonos ¿qué tan empáticos somos hoy, a 55 años de ocurridos los hechos de la matanza Monte de Chila, con las víctimas y sus familiares.?  Justamente hoy estamos reunidos en este lugar para, no solamente presentar la tesis hecho libro de Itzel Adelita Olivo, Y por la Tierra la Vida. Monte de Chila y el inmutable silencio que da cuenta puntual de dicha matanza y es un texto para desentrañar esa historia de horror, terror, etnocidio y crimen colectivo que fue el suceso. De alguna manera, también estamos aquí para honrar la memoria de las víctimas del crimen cometido contra los campesinos pobres, la inmensa mayoría de ellos de origen indígena. ¿Por qué es importante el crimen de Monte de Chila? Porqué fue el mayor crimen cometido, hasta donde se tiene referencias, por el estado Bárbaro Mexicano, llevado a cabo por el ejército en contra de una comunidad indígena en el siglo XX. Desde mi muy particular opinión, el texto de Adelita no es una simple tesis de maestría y mucho menos una simple tesis de historia con sus fechas, nombres datos y duros El texto de Itzel Adelita se adentra en los sinuosos y laberinticos caminos de la historia y nos devuelve una mirada múltiple acerca de la matanza sucedida el 28 de enero de 1970. Es un texto que se adentra en los saberes de la historia, la filosofía, la filosofía política, la sociología y la antropología, pasando por la semiótica y el análisis periodístico y la crónica. También la podemos leer como un diario de campo con sus múltiples peripecias que pasó Adelita en su largo recorrido de su investigación que la llevó a cabo para derribar el ancho y alto muro del inmutable silencio. Gracias a su trabajo, el  muro de la ignominia empezó a caer y finalmente, la tenue luz de la verdad de estos hechos con los  protagonistas de la violencia política, social y mediática del pasado, fuera develada y se colaron por sus grietas y la también entre la neblina serrana y la verdad de los hechos, se ha ido esparciendo por los caminos, maizales, cafetales, barrancos, cerros, montañas neblina y chipi chipi de la Sierra Norte de nuestra querida y añorada Sierra Norte, hasta llegar a Jopala, Zihuateutla, Bienvenido, Amixtlán, Xicotepec y Huauchinango, CDMX entre muchos otros lugares. En una parte de sus tesis, Adelita escribe lo siguiente: Se dice que son cientos de campesinos reducidos a huesos que deambulan como fantasmas por la gran meseta de Chila, incitan temor a los habitantes después de cincuenta años; agrego, todavía sigue incitando temor a cincuenta y cinco años del suceso.

El trabajo de Adelita fue un trabajo de documentación, investigación y trabajo de campo detectivesca, interrogando en un principio a los archivos a los que acudió queriendo arrancarles la verdad y se encontró periódicos mutilados. Nos dice Adelita que, cito: Por su ubicación geográfica, Monte de Chila, situada en la Sierra Norte de Puebla crea una dualidad dicotómica. Si por un lado se posiciona como un referente en el cultivo del café, el aire de la matanza no deja de habitarlo y nos da un dato muy revelador de la composición de quienes habitaban Monte de Chila:

 

En Monte de Chila, se hablaban cinco lenguas indígenas, entre ellas el mixteco, otomí, totonaca, mazateco y el mexicano, mexica o náhuatl, de acuerdo a datos censales de1970. Monte de Chila entonces, una comunidad multicultural y plurilingüe.  También interrogó, hasta exprimirles la memoria, a un número importante de testigos de los hechos.

 

Recordemos que de acuerdo al Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (FMEH) de la Comisión para el Acceso a la Verdad de la Guerra Sucia, la Matanza de Monte de Chila está considerada como la mayor matanza que se haya dado nivel nacional en el México Bárbaro y moderno ¿? del siglo XX. De lo que no tengo duda es que fue el más grande etnocidio de ese México autoritario y antidemocrático del siglo XX donde murieron hermanos y hermanas Nahuas y Totonacos: 20 dijo la versión oficial, 80 dejó escrito el sacerdote de Chicontla, Gabriel Diego; 324 dice la versión popular. La matanza la podemos catalogar como un crimen de estado y de Lesa Humanidad que sigue impune y en el cuál podemos ver claramente factores de persistencia, como le llama el Informe Final de la Comisión de la Verdad: el racismo y el clasismo y le agrego, la discriminación y la aporofobia. El racismo, clasismo y la aporofobia, son factores que las y los mexicanos no nos atrevemos a analizar y discutir sus orígenes y raíces, para llevar a cabo un profundo ajuste de cuentas con nuestro perenne colonialismo interno, concepto elaborado por el Dr. Pablo González Casanova en su texto canónico, La democracia en México.

 

El manto del silencio oficial continúa sobre el crimen de Monte de Chila

 

El dos de octubre del año pasado, día muy simbólico en las historias trágicas de nuestro país, pues como sabemos, fue la matanza de jóvenes un dos de octubre del 68 en dónde se volvió a mostrar el México bárbaro del poder y el gobierno, la Secretaría de Gobernación del gobierno Federal dio a conocer su Reporte Ejecutivo de los reportes de los cinco instrumentos de la Comisión, elaborado por la Subsecretaría de Gobernación a cargo de Arturo Medina Padilla. En el cual, olímpicamente la Segob federal ignoró el caso de Monte de Chila. Este fue otro acto de silenciamiento y ocultamiento por parte de la segunda institución más importante del gobierno federal. No sólo se ocultó el caso de Monte de Chila, sino también silenció y ocultó la otra gran matanza que se llevó a cabo en territorio poblano en junio de 1982 en Rancho Nuevo, Pantepec, siendo gobernador del Estado el hijo prodigo del cacicazgo Huauchinanguense: Guillermo Jiménez Morales. Nuevamente los muertos fueron campesinos pobres y para no variar, indígenas: Tepehuas y Totonacos. La Secretaría de Gobernación Federal sólo reconoció dos casos poblanos y radicó también dos denuncias como víctimas en el Estado. En su Reporte la Segob no precisó quienes fueron dichas víctimas. (comisiónesverdadyjusticia.segob.mx) A Rancho Nuevo le hace falta su historiador o historiadora que documente el crimen cometido un dos de junio de 1982.

 

Contexto político y social

 

Como buena historiadora de formación, Itzel Adelita inicia su texto contextualizando la situación política y social nacional y estatal de aquella década. Cito, (teníamos) un régimen autoritario a los más altos niveles de mando, (que) impidió, criminalizó y combatió a diversos sectores de la población que se organizaron para exigir mayor participación democrática en las decisiones que les afectaban, y de aquellos que quisieron poner coto al autoritarismo, al patrimonialismo, a las estructuras de mediación y a la opresión. Vivíamos un régimen antidemocrático, paternalista, corporativo y autoritario. Fue en ese marco que florecieron las torturas, los pocitos, los toques eléctricos, las desapariciones forzadas, los vuelos de la muerte, la privación de la libertad o la ejecución extrajudicial para quienes se oponían a dicho régimen político. Estos actos de represión mexicano fueron ejecutados tanto por la Dirección Federal de Seguridad, él ejército o la Brigada Blanca que se llevaron a cabo en contra de guerrilleros, grupos o colectivos, movimientos sociales y populares, líderes sociales o políticos y la población civil. Cabe mencionar que quien dirigía la DFS fue un informante/agente de la CIA, Fernando Gutiérrez Barrios. Fueron años convulsos en nuestro estado y país con la aparición de movimientos sindicales: magisterio, ferrocarrileros, médicos, universitarios, campesinos, urbano-populares), estudiantiles, a lo que hay que sumar el cobarde asesinato del líder campesino y pastor metodista, Rubén Jaramillo en Morelos. Fue la época del surgimiento de la guerrilla y su mítico asalto al cuartel Madera en Chihuahua; años en que tuvo un gran impacto la revolución cubana entre los jóvenes; vivíamos en un mundo dividido en dos grandes bloques: el campo socialista con la URSS por un lado y por la otra, Estados Unidos y su bloque de países occidentales y en América Latina, en algunos países gobernaban verdaderos gorilas, con perdón de los gorilas. Desafortunadamente nuestro país estaba bajo la órbita imperial los Estados Unidos. Tan era así, que tuvimos cuatro presidentes de la república consecutivos que trabajaron para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana: Adolfo López Mateos (Litensor), el oriundo de Tlacolula, Oaxaca, Gustavo Díaz Ordaz (Litempo 2), Luis Echeverria Álvarez (Litempo 8) y José López Portillo (Nuestro hombre en México: Winston Scott y la historia oculta de la CIA,). Adelita menciona también en sus tesis la mítica presencia de Fidel, el Che, Raúl Castro y demás compañeros en Xicotepec de Juárez, antes de partir a la hermana Cuba para liberarla del genocida y sátrapa que la boernaba. Así mismo reivindica la lucha de los tres Juanes de la Sierra (Juan C, Bonilla, Juan N Méndez y el tiaxca, Juan Fco. Lucas.) Me parece que ha Adelita le faltó mencionar al cuarto Juan siempre ninguneado: Juan Galindo, el héroe de Tecacalango y oriundo de Cuacuila, Zacatlán, Pue.

 

Puebla la convulsa

 

La entidad poblana no estuvo exenta de la conflictividad nacional. En 1953 se crea en Puebla la Organización Nacional del Yunque y en 1955, la derecha poblana funda el Frente Universitario Anticomunista (FUA.) Había una gran efervescencia social; por una parte, la lucha de los universitarios y su lucha por la Reforma Universitaria que reivindicaba una educación laica y gratuita y en la otra esquina, los Fuas que controlaban, en esos días, la Universidad pública. En esos años, el campo poblano fue escenario de múltiples tomas de tierras. En 1961 entró en escena el arzobispo anticomunista de Puebla, Octaviano Márquez y Toriz que escribió una carta pastoral que se leyó en todas las parroquias de la arquidiócesis de Puebla en mayo de 1961 que en unas de sus partes mencionaba lo siguiente: Hasta el comercio más pequeño, hasta la tienda más humilde, toda porción de dinero queda absorbida por el Estado. El hombre no puede ser ya propietario ni de un pedazo de tierra, ni de una cabeza de ganado, ni de un puñado de maíz, ni del más humilde taller, ni de la industria más sencilla. Todo (será) propiedad del Estado, (Mtro. Nicolás Dávila). Octaviano creía firmemente que había una conjura internacional para destruir, decía, la civilización cristiana y acusaba: Los verdaderos dirigentes de estas convulsiones sociales son instrumentos del comunismo materialista y ateo, que parte de Rusia y pretende adueñarse de todo el mundo. La carta pastoral nos dice Adelita en su texto, se publicó en Zacatlán, en la revista católica llamada La Palabra, boletín mensual de la parroquia, ahí se da a conocer su radical postura: anunciamos enérgicamente la infamia comunista que quiere destruir nuestra fe católica, inundar nuestro suelo en sangre de cristianos e imponernos el culto de los falsos dioses bolchequives. (La Palabra, Zacatlán, Pue., 1 de agosto de 1961.)  El arzobispo se hizo famoso por su consiga, lema y grito de batalla: ¡Comunismo No, Cristianismo !

 

Cuando la matanza de estudiantes en la plaza de las tres culturas, Octaviano Márquez y Toriz, le hizo una llamada al genocida Gustavo Díaz Ordaz, para felicitarlo por haber llevado a cabo el asesinato de los jóvenes que sólo luchaban en contra de un régimen opresivo, represivo, antidemocrático y autoritario y querían un país justo, libre y democrático. En 1963 nace, con la presencia de una delegación poblana, la Central Campesina Independiente que va a tener un papel importante en Monte de Chila y cuyos objetivos eran, entre otros, 1) La organización sindical de todos los trabajadores agrícolas para la defensa efectiva de sus derechos e intereses conforme lo señalan las leyes laborales del país. 2) Alianza obrera y campesina y solidaridad de los trabajadores del campo y de la ciudad. La CCI-Roja se declaraba  independiente del poder público, de los terratenientes y de la burguesía agraria, declarándose autónoma y libre frente a sus enemigos de clase, además de fuerzas y personas que confunden y frenan las luchas en servicio de los intereses de los viejos y nuevos ricos del campo y la ciudad .La alianza de trabajadores del campo y la ciudad dio resultados un año después en Puebla cuando un gran movimiento popular llamado movimiento de los lecheros, logró la caída del general/gobernador del estado, Antonio Nava Castillo. Nava Castillo se refugió en su finca en Texcapa, Huauchinango. Ese ambiente opresivo y anticomunista en el estado se materializó en septiembre de 1968 cuando azuzados por el párroco del lugar, los habitantes de San Miguel Canoa lincharon a dos universitarios y dos campesinos, uno de ellos, integrante de la CCI.

 

En febrero de 1969, asume la gubernatura del Estado el etnocida y genocida, Gral. Rafael Moreno Valle. En aquellos años, Puebla estaba bajo la férula política del avilacamachismo. Un año después, un fatídico 28 de enero de 1970, se llevó a cabo la matanza de Monte de Chila en contra de indocampesinos pobres que sólo querían un pedazo de tierra para sembrar; matanza en la que no sólo hubo muertos, sino también desplazados y desaparecidos. A 55 años de la matanza nos preguntamos ¿en dónde están los desplazados y los desaparecidos? ¿Quiénes son, como se llaman? Nos dice Itzel Adelita en sus texto que los llamados invasores llegaron de las siguientes comunidades: de Filomeno Mata, Olintla, San Pedro, Ignacio Ramírez, Hermenegildo Galeana, Bienvenido, Francisco Osorno, Jópala, Buenos Aires, África, Tlamaya Grande, Tlamaya, San Felipe Tepatlán,  San Mateo Tlamaya, África, Olintla, Amixtlán,  y Tlaola, entre otras comunidades. Continúa Adelita, La masacre se llevó a cabo la madrugada del veintiocho de enero de 1970. Los motivos pudieron ser diversos: toma de tierras, fuga de reos, delincuencia, asesinatos de arrieros, la muerte del General, pero el resultado fue el mismo: la desaparición de una población por la matanza y persecución de sus habitantes: hombres, mujeres y niños perdieron la vida. Golpes, humillaciones, amenazas de muerte, se buscó deshumanizar al enemigo, cita Adelita a la filósofa Judith Butler. De acuerdo al sacerdote Gustavo Rodríguez se incendiaron casas y murieron calcinados y otros asesinados en un solo día, 322 personas. Hay vidas que no tienen futuro ni valor, nos sentencia el filósofo Italiano Giorgio Agamben, citado por Itzel Adelita.

A los rebeldes o revolucionarios se les llamó bandidos, criminales, delincuente, con el fin de desviar la atención de sus exigencias políticas al igual que lo hicieron con Emiliano Zapata, Othón Salazar, Valentín Campa, Demetrio Vallejo, Siqueiros, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, Rubén Jaramillo, Ramón Danzós, líder nacional de ala de la CCI-Roja o a nuestra paisana mixteca, Dolores Campos Ponce, mejor conocida como Lola la Agrarista. Desafortunadamente muy poco conocida y valorada. Escribe Adelita; (saltan la) sarta de epítetos: asesinos, delincuentes, facinerosos, gavilleros, cuatreros, bandoleros, forajidos. Extinguir o aniquilar son las palabras que se usan para justificar la persecución y muerte de cientos de campesinos en la Sierra Norte de Puebla. Extinguir o aniquilar son las palabras que se usan para justificar la persecución y muerte de cientos de campesinos en la Sierra Norte de Puebla.

 

La matanza y el papel de prensa

 

El Sol de Puebla publica: Balacera de 5 horas en la Sierra Norte, extermina el Ejercito a una banda de facinerosos que se dedicaron a sembrar el terror, la muerte y la desolación en la comarca, matando a los presidentes municipales de Amixtlán y San Pedro de la Cañada y a otras 26 personas que fueron asesinadas en los últimos sesenta días, siendo el resultado del encuentro la muerte de un teniente, un cabo, un soldado y un agente de la Policía Judicial del Estado y heridos 4 soldados y dos agentes. Por parte de los bandoleros el saldo fue de 20 muertos y 8 prisioneros. El resto de la gavilla se dispersó por el monte y se continúa en su persecución hasta lograr su exterminio. Mientras Mauro González del Heraldo de México escribió lo siguiente: Sangriento Encuentro Entre Gavilleros y Fuerzas Federas en Puebla. El jefe de la policía municipal de Xicotepec de Juárez, Don Cirio Villanueva le declaró al periodista Manuel Sánchez Pontón que: absolutamente ninguno de los delincuentes que se fugaron el dos de marzo de 1969 se encontraba en Monte de Chila, lo que echa por tierra las patrañas del ataque y da elementos, por el despliegue descomunal de fuerzas militares y considerar el ataque como una operación de estado. El jefe policiaco declaró algo más: que los perseguidos eran miembros de la Central Campesina Independiente. Se desplegaron fuerzas militares de tres Estados: Puebla, Hidalgo y Veracruz. De Puebla se desplegaron tropas de la XVV Zona militar, participó 26avo batallón de infantería, 6ta. Base aérea militar y 37 Batallón de Infantería con sede en Santa Lucía.  El Estado se convirtió en instrumento de violencia que ejerce poder sobre el agresor y el agredido, nos dice Adelita. El Heraldo de México fue fundado en 1965 por el empresario cinematográfico Gabriel Alarcón Chargoy y sus hijos Óscar y Gabriel Alarcón Velázquez. Alarcón fue empleado y se consigna que también fue prestanombres del terrateniente norteamericano William Jenkins, quienes fundaron la cadena de cines más importante en Latinoamérica. Alarcón incursionó también en la rama turística. El Heraldo se convirtió en vocero de las fuerzas vivas de la derecha poblana. El dueño del Sol de Puebla en aquel tiempo, era el general José García Valseca. García Valseca fue contemporáneo y muy amigo de Maximino Ávila Camacho. El Sol de Puebla se convirtió igualmente en vocero de la oligarquía y de las fuerzas vivas poblanas. Con un fuerte tufo de medio oficialista y Priista. De tal suerte que lo anterior lleva a Adelita a apuntar que La prensa se convierte en juez (y ministerio público, añado yo), no indaga, justifica la acción del Estado, publica la procedencia y nombre de las víctimas de los maleantes: veinticinco nombres se despliegan al final de la nota periodística. Nuevamente Adelita nos lleva a otra reflexión de la filósofa Judith Butler, muy ad hoc sobre los cadavéres, cito: cuerpos desechables, cuerpos sin vida que son abandonados a la intemperie, sin valor alguno -sin sepultura-, e inclusive como aquellas vidas que no merecen ser lloradas, frase que se nos estrella en pleno rostro, dignidada de seres humanos civilizados. Golpe seco, duro de la filósofa Butler. Los huesos se convirtieron en simples reliquias de un duelo perpetuo, corporalidades vacías, desprovistas de sentido, formas extrañas sumergidas en el estupor, nos suelta el historiador y filósofo  Camerúnes Achille Mbembe, padre de la teoría política de la Necropolítica, citado por Adelita.

 

La matanza de Monte de Chila deja a su paso un pueblo donde habitan fantasmas.  A cincuenta años del acontecimiento, el espectro de los campesinos masacrado ronda por el lugar, habita en la memoria de los habitantes, convive con nuevas generaciones que siguen narrando lo que les contaron sus padres o abuelos: No pases por Chila porque ahí matan, escribe  Adelita que le dijo gente del lugar, casi al final de su texto. Entre el monte, los cerros, barrancas, cafetales y maizales, la memoria de la Matanza de Monte de Chila es una memoria colectiva viva y espero que este libro, que los invito a leer, comentar y difundir, pionero en su género en el estado, nos sirva para liberarnos de los fantasmas que rondan Monte de Chila y sirvan también para hacerle justicia a la memoria de las víctimas de este genocidio, etnocidio y crimen de estado perpetrado contra un grupo de indígenas pobres en 1970 a manos del ejército mexicano y espero que pronto les podamos hacer un juicio popular post mortem a los sátrapas de los responsables intelectuales y materiales que lo planearon y ejecutaron. Recordemos que en aquel año, el país era gobernado por Díaz Ordaz, sus secretario de gobernación lo era otro genocida, Luis Echeverría y el secretario de la Defensa lo era el general Marcelino García Barragán, el gobernador del estado el general Moreno Valle, que sin duda, nunca tuvieron remordimientos de las personas que mandaron matar y los que lo hicieron. Siguiendo a la filósofa Hanna Arendt y su concepto de banalidad del mal, podemos decir que no habitaba en ellos un sentimiento de bien o mal en sus actos, al igual que la tropa que realizó la tarea con celo y eficiencia ya que sólo cumplían órdenes de superiores.

 

Quince días 15 después de tomar el poder el General Moreno Valle, su primer acto como gobernador, en febrero de 1969, mandató reprimir a un grupo de ciudadanos de Huehuetlán el Chico, en su mayoría campesinos, que protestaban en contra de la imposición de un presidente municipal. Su respuesta fue enviarles tropas de la XXV zona militar al mando del general Eusebio González Saldaña quién se apoyó en el 90 batallón de infantería. El resultado, 28 ciudadanos asesinados.

 

Quiero agradecerle a Itzel Adelita Olivo por su valiosa tesis convertida en libro, Y por la tierra la vida. Monte de Chila y el inmutable silencio, a la Universidad Intercultural del Estado de Puebla y en especial a su rector, compañero Guillermo Garrido por editarlo y publicarlo y obviamente, por invitarme a la presentación del libro, quien, creo yo, sin proponérselo, con la publicación de éste importante libro está llevando a cabo unas de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad en su Informe Final: 1) (Llevar a cabo una) Campaña de difusión y concientización sobre las graves violaciones de derechos humanos del pasado y 2) Incorporación dichas violaciones de derechos humanos del pasado en los contenidos educativos a nivel nacional. Al presidente municipal, Rogelio López Angulo, en un acto de congruencia, le cambie el nombre a las calles, colonias, Unidades Habitacionales, Escuelas públicas, etc.  de los represores y genocidas del pasado y del pasado reciente. Y a ustedes amigos, amigas, compañeras/compañeros les pido que nunca olviden la consigna inscrita en el Estadio Nacional de Chile, lugar en el que fueron asesinados miles de chilenas y chilenos en el golpe de estado de 1973 por el gorila Pinochet, que dice: Un pueblo sin memoria, es un pueblo sin futuro

 ¡¡Nunca más otro Monte de Chila!! ¡¡Nunca más otro primero de mayo de 1973!! ¡¡Nunca más otro Rancho Nuevo, Mártires de Teziutlán, Huehuetlán el Chico o Canoa! ¡¡Presentación con vida de nuestros compañeros desaparecidos!! ¡¡Castigo a los culpables de las y los luchadores políticos y sociales de nuestro estado!!

 ¡Nunca más otro Acteal, Aguas Blancas, El Charco, San Fernando o Ayotzinapa!!!

Para los genocidas, ¡¡¡Ni perdón ni olvido, justicia!!!

    ¡¡¡Basta de impunidad para los asesinos en Puebla y México!!!   

 

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