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25 Marzo 2025, Puebla, México.

Continuidad y cambio en el culto a los volcanes / Julio Glockner Rossains

Cultura /Sociedad | Ensayo | 6.FEB.2025

Continuidad y cambio en el culto a los volcanes / Julio Glockner Rossains

A 30 años de la creación del CUPREDER

(Este texto fue publicado originalmente en la revista Spinor No. 57 de la BUAP, de donde se tomaron las imágenes que lo ilustran)

 

El actual  culto  a  los  volcanes,  hoy  lo  sabemos,  proviene  de  una  tradición  milenaria.  Voy a referirme   de   manera   extremada-mente   breve   a   los   importantes   cambios que estos rituales han experimentado en los últimos años, sobre todo en el estado de Puebla. Resulta interesante por la gran cobertura que han tenido durante los últimos años en los medios de comunicación masiva.  Primero, desde que dimos a conocer el nombre de Gregorio Popocatépetl, hace ya 35  años,  en  un  reportaje  para  La Jornada, pero, sobre todo, después de  1994  en  los  medios  electrónicos,  y  más  tarde  en  los  digitales  también, cuando el volcán inició la actividad  fumarólica  que  continúa  esporádicamente hasta la fecha.

En el proyecto denominado Tetimpa, las  arqueólogas  Gabriela  Uruñuela  y  Patricia  Plunket  hicieron  excavaciones  en  un  sitio  cercano  a  Nealtican  y  pusieron  al  descubierto una aldea agrícola del siglo I,  sepultada  bajo  dos  o  más  metros  de  material  piroclástico  arrojado  por  el  volcán  Popocatépetl.  En   patios   domésticos,  utilizados   también  ritualmente,  encontraron  una  maqueta  elaborada  con  arci-lla  con  la  figura  de  dos  pequeños  volcanes orientados hacia la Sierra Nevada,  es  decir,  hacia  el  Poniente,  con  la  particularidad  de  que  tenían chimeneas en las que se ha-cía  humear  resina  de  copal.  Es de  suponer que se trataba de un acto de magia imitativa realizado en un ritual comunitario con el propósito de controlar la erupción que tenían ante sí aquellos agricultores. 

Dos  mil  años  después,  se  difunde en medios de todo tipo la falsa noticia de que los rituales  actuales  se  llevan  a  cabo  para  que  “Don  Goyo”  no  haga  una  erupción  más  peligrosa. Esto suena folklóricamente muy atractivo, pero no  es  la  verdad.  En  ninguno  de los tres estados que colin-dan con la Sierra Nevada, los estudios etnográficos han reportado  esta  ocurrencia  mediática.  La  única  ocasión  en  que  el  volcán  lanzó  fumarolas  por  estar  “enojado”,  fue  cuando  se  divulgó  la  noticia  en  la  región  de  que  Salinas  de Gortari lo había vendido a los japoneses.

Desde hace milenios la razón de ser  de  los  ritos  actuales  tiene  que  ver,  más  que  con  la  actividad  eruptiva,  con  el  ciclo agrícola, con la petición de  lluvia,  la  fertilidad  y  la  obtención  de  una  buena  cosecha  que  garantice  el  bien-estar familiar y comunitario. Considero  que  son  cinco  las  características de origen mesoamericano    que    perviven    actualmente   en   el   culto   a   los   volcanes,   sincretizadas   con el catolicismo y que dan como  resultado  un  singular  mestizaje   cultural   que   año   con año se manifiesta en una religiosidad popular que ten-dría que ser reconocida como patrimonio  cultural  intangible en los estados de Puebla, Morelos y México.

1.- La primera característica de origen mesoamericano consiste en ser golpeado por un rayo: en la región de los volcanes el Rayo es una entidad sagrada de primordial  importancia  por  dos  razones  funda-mentales: por ser un vehículo a través del cual se revela  la  voluntad  divina,  que  decide  el  destino  de la persona que ha sido golpeada por él; y en segundo  lugar  por  los  cambios  ontológicos  que  experimentan dichas personas, pues al alojar en su  propio  cuerpo  el  Espíritu  del  Rayo  adquieren  facultades curativas y adivinatorias que no exis-tirían  de  no  haber  sido  tocados  por  esta  fuerza  celestial. A diferencia de los “relampagueados”, que solo fueron afectados por la luz del relámpago y solo están obligados a entregar una ofrenda, el “rayado” incorpora a su persona el Espíritu del Rayo, que lo acompañará por el resto de su vida en la tierra y quizá, después de muerto, continúe aún  como  trabajador  del  temporal  colaborando  “en  espíritu”  con  los  vivos.  En  los  últimos  años,  en el estado de Morelos ha habido, al menos, tres casos de iniciación como pedidores de lluvia mediante la caída de un rayo. 

2.-  Una  segunda  característica  es  que  el  golpe  del  rayo  faculta  como  chamán  a  la  persona  que  lo  ha  recibido:  Entiendo  aquí  por  chamán  a  toda  persona  que ha experimentado una muerte y una resurrección simbólicas como signo de una apertura al mundo de lo sagrado. Una persona que ha recibido un mensaje iniciático de las deidades y el don correspondiente, ya sea a  través  de  los  sueños,  mediante  disciplinas  físi-cas,  el  padecimiento  de  alguna  enfermedad  o  a  través de imágenes mentales que surgen con el consumo de  enteógenos1.  Una  persona  capaz  de  mantener  un  vínculo  permanente  con  la  dimensión  espiritual  que  gobierna  el  mundo  y  a  los  seres  vivos,  incluyendo  a  los humanos, con una finalidad terapéutica, propiciatoria, adivinatoria y sacramental.

3.- Es muy importante comprender que en la cosmovisión mesoamericana la realidad que percibimos no se agota en su existencia material, sino que existe algo más, de carácter espiritual, que habita en lo material y con lo cual es posible que el chamán mantenga una relación permanente realizando los rituales adecuados. Eso espiritual que está latente en lo material, posee una voluntad y una intencionalidad en la que los humanos pueden incidir para darle una orientación determina-da y de este modo obtener beneficios para la colectividad.

4.- El  consumo  ritual  de  enteógenos  proporcionan  una visión holística que hace evidente la unidad de los seres vivos entre sí y con el cosmos. Nada existe por sí mismo, todo se debe a una compleja red de interrelaciones de las partes con el todo. La  figura  emblemática  de  esta  apertura  existencial,  que  otros  llaman  expansión  de  la  conciencia,  es  Xochipilli, deidad solar de las flores, la música, la danza y el juego, en cuyo cuerpo, labrado en piedra volcánica,  aparecen  esculpidas  algunas  de  las  plantas  psicoactivas  que  más  se  utilizaron  en  el  mundo  me-soamericano.2  La  escultura  fue  hallada  en  Tlalmanalco, en las faldas de la Iztaccíhuatl, hoy expuesta en la  sala  mexica  del  Museo  nacional  de  Antropología.  Continuando con una ancestral tradición, en los esta-dos de México y Morelos los quiaclazques o tiemperos aún  llevan  a  cabo  veladas  consumiendo  hongos  psi-locibios para propiciar la lluvia y regular el temporal.

Ofrendando en la cascada de la Volcana Rosita, Iztaccíhuatl, el año 2003 (Julio Glockner, ICSyH-BUAP)

 

5.- A diferencia de la cosmovisión judeocristiana, cuyo mito, expuesto  en  El  Génisis bíblico,  plantea  la  creación del mundo en seis días por un Dios que después se retira de él, la cosmovisión mesoamericana concibe el mundo como habitado por deidades y espíritus desde  los  tiempos  primigenios  porque  forman  parte  del  mundo  mismo.  El  panteón  mesoamericano  no  es  otra  cosa  que  un  conjunto  de  metáforas  de  ciclos  cósmicos  y  meteorológicos  que  permiten,  mediante  rituales adecuados, actuar sobre la naturaleza.

Esto  explica  por  qué  ciertos  lugares  en  la  naturaleza  misma,  ya  sea  una  montaña,  una  formación  rocosa  como El Ombligo en Puebla, el Divino Rostro del Popocatépetl en Morelos, una cascada en la Iztaccíhuatl o una cueva en el paraje de Alcalica, en el Estado de México,  sean  lugares  de  culto,  pues  se  trata  de  hierofanías,  es  decir,  lugares  que  de  un  modo  u  otro  se  han  revelado  como  manifestaciones  de  lo  sagrado  y  que  la  tradición  conserva  como  tales  en  la  memoria  colectiva de los pueblos.

Como  bien  dice  el  filósofo  Byung-Chul  Han,  los  ritos  son acciones simbólicas que transmiten valores que man-tienen  cohesionada  una  comunidad.  La  comunidad  ritual es una comunidad de la escucha en común y de la pertenencia mutua, una comunidad en una pacífica concordia. Estos son los rasgos esenciales que se han conserva-do en el culto a los volcanes a pesar de los cambios que se han incorporado por influencia de la sociedad moderna. No debemos confundirnos por estas modificaciones,  tradición  no  quiere  decir  repetición  de  lo  mismo,  sino  transmisión  del  carácter  esencial  de  lo  mismo. La  parafernalia  en  los  rituales  ha  cambiado  mucho,  ya no se atavían las figuras de Tláloc o Chalchiutlicue con hojas de papel amate, sino que se enfloran cruces o se visten “como licenciado” o de guerrero azteca; ya no se bebe pulque en jícaras, sino coca cola en vasos de  unicel  y  plástico,  y  las  invocaciones  no  se  dirigen  más  a  las  antiguas  deidades  del  viento,  la  fertilidad  y la lluvia, sino al Padre Eterno, a Jesucristo y la Vir-gen María. Pero se preserva lo fundamental: propiciar desde  la  naturaleza  las  fuerzas  genésicas  que  hacen  posible el crecimiento del maíz, el frijol y otras plan-tas  indispensables  para  el  mantenimiento  de  las  comunidades. Es decir, los rituales son, fundamentalmente, técnicas simbólicas de instalación de un hogar y, en el caso de los rituales de petición de lluvia, ese hogar es la natu-raleza misma. Los rituales transforman el “estar en el mundo” en un “estar en casa”. Hacen del mundo un lugar confiable (Han, 2021).

Veamos,  por  último,  los  cambios  ceremoniales  que  han ocurrido últimamente en Puebla.

En  sentido  estricto,  quiero  decir,  considerando  su  condición  de  hierofanías,  los  lugares  sagrados  son  lugares  donde  emana  lo  divino,  son  lugares  de  contagio  de  lo  sacramental,  son,  como  bien  dicen  los tiemperos y campesinos que los acompañan, “lugares de respeto”.

El  lugar  sagrado  otorga  un  poder  personal  y  un  prestigio  social  a  quien  ha  recibido  el  don  para  ac-tuar  ritualmente  en  él.  Tal  es  el  caso de don Antonio Analco, quien recibió  una  señal  del  cielo  duran-te una sequía y a plena luz del día, cuando  al  enderezar  una  cruz  que  cumple   una   función   mágica   de   equilibrio entre sol y lluvia, se escuchó un fuerte tronido entre las nubes. Esto le valió el reconocimiento de los pobladores de Santiago Xa-litzintla para cumplir con el trabajo de tiempero que su padre, don Pedro  Analco,  había  llevado  a  cabo  años  atrás.  Trabajo  realizado  en  estrecha colaboración con las ma-yordomías de los cristos del Sacro-monte  y  de  Chalma  que  cada  dos  años se relevan en el pueblo. Lamentablemente,  ocurrieron malentendidos,  envidias  y  habla-durías que terminaron por separar a las mayordomías que acompaña-ban a su pedidor de lluvia durante fechas  significativas  para  el  ciclo  agrícola.  Esto  sucedió  en  el  2017  si  mal  no  recuerdo.  Los  mayordomos de entonces fueron a Ameca-meca a ofrecer a los tiemperos de allá  que  ocuparan  el  cargo,  pero  recibieron  como  respuesta  una  reprimenda  por  andar  ofreciendo  el  cargo, pues sabían de la existencia de don Antonio y valoraban su trabajo como tiempero.

Una  persona  que  fue  ayudante  de  don  Antonio,  respaldado  por  las  autoridades   municipales   de   San   Nicolás  de  los  Ranchos,  quienes  han  visto  en  ello  una  oportunidad  para   promover   turísticamente   el   municipio,  y  lo  han  hecho  de  una  manera   singular,   invitando   a   la   gente  por  internet  a  participar  en  una “Excursión al Mixtlán”.  Don Antonio, por su parte, ha sido acompañado  desde  entonces  por  distintos grupos de danzantes pertenecientes  a  diversos  “calpulli”.  Entonces,  está  sucediendo  un  fenómeno interesante. El  ritual  de  don  Antonio  con  los  mayordomos   estaba   organizado   con oraciones y alabanzas del rito católico.  En  los  últimos  años,  este  orden  ha  sido  sustituido  por  invocaciones,  hechas  por  sus  nuevos acompañantes, a las antiguas dei-dades  nahuas:  Tláloc,  el  dios-llu-via  principalmente;  pero  también  Chalchiutlicue, deidad de las aguas terrestres, de los ríos, las lagunas y los manantiales; de Xochiquétzal y Xochipilli,  deidades  de  las  flores,  la danza, la música y el juego, y de Ometeotl, Dualidad Sagrada según la    cosmovisión    mesoamericana,    que  rige  la  dinámica  del  cosmos  y  los  seres  que  lo  habitan  mediante  la  eterna  alternancia  de  sus  com-ponentes, opuestos y complementarios:  femenino/masculino;  frío/caliente; húmedo/seco; día/noche; salud/enfermedad;    Bueno/malo,    etcétera.

Es  decir,  en  el  caso  de  Puebla,  el  culto  a  los  volcanes  ha  dado  un  giro  significativo  en  el  sentido  de  volver  a  valorar,  desde  el  mundo  moderno,   a   las   antiguas   deida-des nahuas al pie de los volcanes, donde han sucedido y seguirán su-cediendo  cambios  culturales  que  continuarán  mientras  perdure  la  agricultura de temporal y la necesidad de regular el clima con recursos mágico-religiosos. 

 

NOTAS

1 Enteógeno es un neologismo que significa “generar lo sagrado dentro de sí”. El término ha sido empleado en las últimas décadas tanto por la etnomicología como por la etnología en sustitución del concepto de alucinógeno.

2 Las plantas labradas en el cuerpo de Xochipilli son: Teonanácatl (Psi-locybe aztecorum); Coaxihuitl y su semilla ololiuhqui (Turbina corym-bosa); dos tipos de tabaco (Nicotiana tabacum) y (Nicotiana rustica); Cacahuaxóchitl y su flor Poyomatli (Quararibea funebris).

Ataviando la Cruz en el Om-bligo del volcán Popocatépetl en una ceremonia del año 2004 (Julio Glockner, ICSyH-BUAP).