Justicia /Gobierno | Opinión | 19.JUN.2025
Duda razonable / Juan Carlos Canales

Diario de trabajo, 19 de junio, 15.00 Hs.
El asesinato de Natalia Andrade y la ley de ciberasedio en Puebla.
¿Será una casualidad la amplia difusión del asesinato en Puebla de esa mujer argentina a manos, supuestamente, de un niño de 12 años, ocurrido en marzo pasado, justo en el momento en que dicha ley ha sido señalada, local, nacional e internacionalmente, por su carácter represor y antidemocrático?
De suerte , el gobernador de Puebla, Alejandro Armenta Mier, no solo conseguiría un distractor que lo salve del ojo del huracán en el que se encuentra metido sino, también, un elemento más para legitimar la propia ley, al vincular el asesinato de Natalia Andrade a la gran cantidad de mensajes violentos a los que están expuestos los niños en internet. No voy a debatir la tesis del ejecutivo poblano sobre la relación entre mensajes digitales violentos y delincuencia; un simple estudio estadístico echaría por el suelo dicha tesis: ¿ cuántos niños, expuestos a esa y otras formas de violencia, jamás llegan a perpetrar algún delito y tampoco se aproximan a una posible “conducta delincuencial” . Japón, por ejemplo, es uno de los países con mayor consumo de pornografía en el mundo y, sin embargo, su índice de delitos sexuales es uno de los más bajos a nivel mundial. Hay una tendencia en la mayoría de los saberes “psi” a pretender establecer un vínculo mecánico y unívoco entre un determinado consumo imaginario y su realización en la vida real. Igual ocurre con Lydia Cacho y sus demonios del edén al pretender responsabilizar a distintas obras de arte que, bajo la perspectiva de la periodista, instigan mecánicamente a prácticas pedófilas y de pederastia.
No dudo que las nuevas tecnologías de la comunicación estén trastocando el lugar del hombre en el mundo y, de modo particular, el de su relación con los otros y con ley. Pero hay que entender que la violencia tiene un carácter multifactorial y, su incontención, pasa por la ausencia o debilidad de varios mecanismos que permitirían eso que Freud llamó “ el destino de las pulsiones”. Y esa falta de mecanismos o mediaciones es, en parte, responsabilidad de nuestros gobiernos al estrechar día con día el acceso a la cultura y a la educación. Otra parte, corre, obvio, a cargo de la transformación de la parentalidad en el mundo contemporáneo.
En un país como el nuestro donde las más variadas formas de violencia se han normalizado y donde el propio ejercicio de la política invita cotidianamente a la transgresión de la ley, o bien, se impone un modelo de vida determinado por el éxito y el narcisismo, propios del capitalismo salvaje que vivimos , señalar a internet como la principal fuente de violencia equivale a pretender tapar el sol con un dedo.
El mundo contemporáneo carece de límites ; hoy todo es posible, y la deriva de ese mundo sin límites es la barbarie