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17 Julio 2025, Puebla, México.

Orquesta Esperanza: brillan los ojos de los niños / José Luis Martínez Fernández

Cultura | Crónica | 26.JUN.2025

Orquesta Esperanza: brillan los ojos de los niños / José Luis Martínez Fernández

 

El lunes 23 de junio será un día para recordar… de principio a fin. 

Después de una mañana de pláticas y confesiones que me confirman que soy afortunado de poder pasar tiempo con mi amiga Mónica, por la noche fuimos al Auditorio de la Reforma (un teatro bien bonito en un parque muy impresionante, con una arquitectura espléndida, donde se llevó a cabo el concierto de la Boston Philarmonic Youth Orchestra con algunos miembros de la orquesta Esperanza Azteca de Puebla).

Estuvo increíble. 

Al inicio, comenzó solamente la Boston Philarmonic Youth Orchestra, bajo la dirección de Benjamin Zander. Deslumbrante. 

Tocaron la obertura de “La Forza del Destino” de Verdi, una ópera que habla de la certeza de consumar las cosas que han de ser. Un poco como la historia de este proyecto, “que no debía haber pasado”. Y sin embargo, aquí está. 

Después, él le cedió la batuta a Julio Saldaña, el director de la orquesta Esperanza Azteca quien, antes de empezar a tocar, dio paso a algunos varios muchos de sus músicos, que se integraron a la orquesta y terminó un escenario donde NO CABÍA UN ALFILER… entiendo que había más de 400 ¡y pensar que hace 15 años este programa comenzó con 25 niños!

El arte de lo imposible por Benjamin Zander | Facultad de Ingeniería

 

Benjamin Zander es un ser luminoso y apasionado de 87 años, y al que ayer le pudieron dar el reconocimiento que merece por su lugar en la historia de este proyecto. Y dijo: 

“I count today as one of the happiest days of my life. It is the certainty of miracles being made.” (Hoy lo considero uno de los días más felices de mi vida. Es la certeza de que los milagros suceden). Y cuando te toca a alguien - más alguien notable - decir algo así, sabes que te espera algo muy especial. 

La orquesta del lunes fue algo increíble. Fue la suma de dos mundos con un lenguaje común. Fue una orquesta que, por primera vez, se reunió y ensayó ese mismo día por la mañana; por un momento, esa orquesta fue posibilidad realizada, fue un claro ejemplo del “ichigo ichie”  (一期一会) que dicen los japoneses (algo sin precedentes e irrepetible), en donde el presente se vive como un regalo… y ese día, el regalo fue de gratitud. Esa orquesta fue una pulsión del corazón unida en el arte. Para ese momento, esa orquesta fue. Punto. ¡Qué afortunados los que pudimos estar presentes!

Entre las palabras que se dijeron, alguien hizo una reflexión que me gustó mucho: ¿dónde acaba la línea del agradecimiento?, ¿con lo más inmediato que son los músicos jóvenes que hoy van a tocar?, ¿o debo incluir a sus padres que les permitieron seguir el camino de la música?, ¿y qué hay de todos y cada uno de los maestros que cada uno de ellos ha tenido? ¿Y a los padres de esos maestros?, ¿y a los que lo han hecho posible desde el punto de vista logístico y financiero? ¿y al arquitecto del teatro? ¿y a todos los que lo construyeron? ¿a los músicos que escribieron las piezas que se van a tocar? Si tomamos conciencia, siempre hay mucho que agradecer y esa gratitud nos hace ver que todo siempre es un milagro. En el caso del agradecimiento, quizá sí se valgan esas preguntas que simplemente refuerzan la certeza del agradecimiento… que refuerza el milagro de lo que sucede.

Cuando Zander cedió la batuta, pensé que eso equivaldría a darle las llaves de tu casa, donde vive tu alma, a alguien más para que la disfrute y, en este caso, la ponga a trabajar. 

 

 

Ya con la orquesta entera, primero tocaron una pieza que es como el himno de Esperanza Azteca; es una pieza que se llama “Basta Escuchar” escrita para que la orquesta completa la cante… fue como una oración hermosísima, ver a los chavos de las dos orquestas, sosteniendo todos sus instrumentos en reposo, cantando junto con un coro, siguiendo la partitura y hablando de la posibilidad de cambiar el mundo, si tan solo escuchamos. Efectivamente, basta escuchar y basta escucharnos. 

Siguió un Ave María de Bolaños que fue, absoluta y verdaderamente EMOCIONANTE. Yo no la conocía y me agarró completamente por sorpresa. Se me sigue desbordando la emoción de recordarlo…

Tocaron también el Danzón No 2 de Márquez, que fue muy lindo, con esa juventud, que dirigió Alfonso José Piacentini, el director asistente de la orquesta Esperanza Azteca, un cuate joven y muy involucrado con los chavos. Bellísimo… con una fuerza espectacular. 

 

 

Y para terminar, Zander retomó la batuta y la orquesta completa tocó dos movimientos (2o y 4o) de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak… escogida como un mensaje de paz desde las américas unidas, lo cual adquiere un significado especial en estos momentos, y después se despidieron con la Variación Nimrod de Elgar, que fue desgarrador. Impresionante. 
“Nuestra forma de decir adiós” dijo Zander. ¡Y vaya manera de despedirse!, dejando al mismo tiempo una sonrisa y lágrimas en los ojos. 

En fin, sigo profundamente conmovido, tocado, emocionado e inspirado. 

Como hace 15 años dijera Benjamin Zander:

Si los ojos brillan, la música funciona. Y, en este concierto, todos los ojos brillaron…

Necesitamos estos testimonios de paz.

 

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