Mucho se ha comentado en noticiarios y redes sociales las fotografías y videos en los que exhiben a personajes ligados al partido MORENA disfrutando sus viajes por distintas ciudades de Europa, y alguno incluso fue sorprendido paseando por Japón.
No es un delito que un servidor público pase unas vacaciones fuera del país. Si ganan el dinero conforme a la ley y a los tabuladores vigentes y si lo que reciben les alcanza para viajar fuera del país, no tiene por qué ser motivo de escarnio público.
El problema ha sido la incongruencia y el engaño o, dicho de otro modo, la corrupción de su palabra. Porque, al mismo tiempo que es exhibida su vida ostentosa (hasta en sus viajes exhiben que les encanta lo lujoso y muy costoso), desde el sexenio anterior han presumido andar con 200 pesos en la cartera, han pedido a sus seguidores conformarse con la ropa y el par de zapatos que traen puestos; le han exigido al pueblo de clase media no ser aspiracionista, es decir, no tener aspiraciones a tener un mejor nivel de vida porque eso es ser egoísta. En otras palabras, en el discurso la actual clase política gobernante romantiza la pobreza, pero con su ejemplo de vida, la detesta.
Con toda esta crítica despiadada que se ha desatado en prácticamente todos los espacios informativos y de opinión, colateralmente, dos ideas del discurso político dominante han quedado dañadas: la “austeridad republicana” y “el pueblo es el que gobierna”.
La austeridad republicana debe ser la mística que domine toda la actividad burocrática de un Estado, evitando los lujos o gastos superfluos en el quehacer cotidiano de los servidores públicos, ya que el dinero es de la aportación que hacemos los ciudadanos a través del pago de impuestos; sin embargo, las imágenes de los tan cuestionados políticos ponen en entredicho la exigencia de austeridad a los mandos medios y la base de los trabajadores al servicio del Estado, ya que existe la sospecha de que los viajeros por Europa y Japón lo hicieron a costa del erario, o para ponerlo en sus términos, lo hicieron con “dinero del pueblo”. Hoy, voces que simpatizan con el partido en el gobierno están exigiendo que los viajeros demuestren que su estancia por tierras europeas y japonesas fue pagada con sus propios recursos.
Por otra parte, lo que nos está demostrando este golpe de realidad es que quienes gobiernan no son como el pueblo, ni viven con las muchas carencias con las que vive la mayoría del pueblo. “No somos iguales” lo han dicho hasta al cansancio y, en efecto, no son iguales…pero no son iguales a USTED que nos está leyendo.
Ojalá que con todo este escándalo —que, por increíble que parezca, gente ligada al partido gobernante sale a defender lo indefendible—, las y los ciudadanos aprendamos la lección: el discurso demagógico de un gobierno, el de la corrupción de la palabra, es, en todo tiempo y lugar, un engaño. Un engaño con el fin de tener la aceptación y los votos de los incautos.