Decía el teórico marxista italiano Antonio Gramsci, que “la crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados”. Cuando lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir, emergen monstruos y fenómenos aberrantes; afirmación que se aplica a la política nacional.
De esa crisis se nutrió Andrés Manuel López Obrador durante dieciocho años de campaña, aprovechó el resentimiento social para movilizar a sus seguidores, culpando al pasado sobre los cuales descargaba sus frustraciones, usando consignas y un lenguaje accesible para conectar con el pueblo y crear una imagen de cercanía y autenticidad. La manipulación emocional del “pueblo bueno y sabio” le funcionó muy bien, apelando a sus prejuicios, miedos y esperanzas, culpando al viejo régimen de todos los males de la nación.
Si el viejo régimen no termina de morir en México, y la llamada Cuarta Transformación no termina de nacer; entonces, el resultado es una crisis que envuelve al partido en el poder.
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), está inmerso en una severa crisis presuntamente dominada por intereses personales, ambiciones de poder, corrupción, nepotismo, impunidad, arribismo, tráfico de influencias, mentiras y verdades a medias.
Claudia Sheinbaum, entonces candidata presidencial en su gira por Tehuacán, Pue. el 10 de marzo de 2024, fue cuestionada ante los señalamientos de imposición de candidatos “chapulines” en Morena; justificó que esto se debe a que los fundadores del partido no ganan encuestas, mientras que los perfiles recién llegados a Morena provenientes del PRI y aliados, ellos si ganan. Así el menosprecio a los esfuerzos y valores de personas de base que solo son usadas.
López Obrador hizo alianzas con los mismos demonios en 2018, la consigna era ganar a como diera lugar. Desde entonces, abrió las puertas a personajes de pasado obscuro, el fin justificaba los medios. Su triunfo electoral quedo comprometido en buena parte para personajes del viejo régimen que con charola de plata servida a la mesa, llegaron a ocupar la titularidad en los diversos órganos de gobierno o cargos de elección popular: Gubernaturas, Senadurías, Diputaciones, Alcaldías, Embajadas, Secretarías de Estado, Direcciones y diversos cargos.
El 9 de julio de 2014 Morena obtuvo su registro ante el Instituto Nacional Electoral como partido nacional. Con todas sus marrullerías, el PRI se sostuvo en el poder por 71 años consecutivos, más 6 años con Peña Nieto. Por su parte, el PDR se descompuso en 15 años, y su vida llego a los 35. Morena lleva 11 años, y la llamada Cuarta Transformación sigue tropezando una tras otra, su decadencia se acelera.
Sumidos en continuos escándalos, legisladores como servidores públicos, incluyendo a gobernadores, le sacan vuelta a la ley arropando al transgresor. Los encubrimientos son notables, situación que está llevando a la desconfianza ciudadana que crece cada día.
Ya se arrepintió, hay que darle una oportunidad, decía López Obrador al abrirle las puertas a personajes de pasado negro. El mismo discurso uso la presidenta Claudia Sheinbaum ante el cuestionado priista Adrián Rubalcava al ser nombrado Director del Metro en CDMX: “Hay que darle una oportunidad”. El Nuevo Testamento enseña que “El puerco vuelve a su revolcadero después de ser lavado” y “El perro vuelve a su vómito” (2 Pedro 2:22). Es de ingenuos o tontos pensar que el puerco lavado ya se arrepintió y no volverá a revolcarse. Cuando se tienen viejos y malos hábitos, la tendencia humana a equivocarse es evidente.
El cuestionado Mario Delgado, el gran negociador y señor de los dineros, ahora la señora Luisa María Alcalde que niega el nepotismo al tener a toda su familia en la nómina pública; sus declaraciones dejan mucho que desear. Y qué decir del célebre Andy López Beltrán, sus paseos por Japón y sus excesos, en total picada como paracaídas cerrado con su carente liderazgo. ¡Que la austeridad se aplique en los bueyes de mi compadre!
El acontecer diario vaticina a Morena hacia una rápida e irreparable descomposición.
Los líderes de Morena no están entendiendo el momento histórico, no hay capacidad analítica suficiente en ellos, culpar a las bases de criticar, y recurrir al método de unidad a toda costa cometiendo aberraciones en el camino, abriéndoles las puertas a personajes impresentables arrepentidos, eso es aberrante.
Parece que hay una sentencia doctrinal que pretende castigar o señalar a las bases sobre lo que deben o no deben hacer o pensar, todo indica que aquel que se atreve a estar en desacuerdo con la 4T es señalado como oposición, la gente debe quedarse callada.
Morena se ha limitado a ganar elecciones, y contar con mecanismos y medios garantes. No hay análisis, ni autocritica al interior de Morena, la formación política es simulada, la ausencia de procesos democráticos a su interior y carencia de organización interna son evidentes. Sacrifican una mayoría y un entusiasmo de la población por los corruptos. Les duele hasta el tuétano no poder afiliar 10 millones de ciudadanos.
La presidenta Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de poner orden ante un ambiente complicado que la rodea, hacer a un lado lo que hace daño y la condiciona, no distraerse en nimiedades en sus “Mañaneras” cuando hay serios problemas que siguen sin atenderse. Decir que todo está bien, es engañarse así mismo. En vez de sentirse abrazada con júbilo con una población de apariencia satisfecha, debe reconocer que hay enorme decepción hasta ahora.
(Imagen de portadilla tomada de revista Nexos)