Carta abierta a la rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Dra. Lilia Cedillo Ramírez
Presente
Si algo ha dañado a la actual administración universitaria es el clima de intolerancia, estigmatización y amedrentamiento hacia cualquier forma de disidencia. Pese a las dudas objetivas sobre la legitimidad del último proceso electoral, algunas autoridades no cejan en su empeño de criminalizar la protesta estudiantil, como si su verdadero objetivo fuera acrecentar el ambiente de crispación que priva ya en la universidad.
Ante los resultados del proceso electoral, usted prometió hacer un ejercicio autocritico. Ese ejercicio autocritico tiene que traducirse en acciones concretas, empezando por cambiar el equipo que la acompañó hasta ahora y es, en gran parte, el responsable del malestar que priva en la institución. Usted no puede permitir que un personaje como Sergio Díaz Carranza se dirija a un grupo de estudiantes con ese tono porril e intimidatorio, más propio de un gánster que el de un funcionario universitario. Supongamos – solo supongamos- que hay un déficit democrático entre nuestros estudiantes. Este déficit es, en último caso, responsabilidad de sus educadores y de una administración universitaria refractaria al diálogo; una administración que se promueve más como un producto del mercado que como un espacio para el debate y la construcción de ideas. Una administración que, pese a su aparente esfuerzo de crear comunidad , en verdad ha roto con el tejido social universitario, por la implantación de un modelo sostenido en el voluntarismo, una salvaje competencia individual, la brutal lucha por obtener recursos y prebendas, a costa de las peores prácticas patrimoniales. Pese a la defensa que se ha hecho de la legalidad del proceso electoral, no se puede dejar de cuestionar los mecanismos que lo sostienen. Y que usted tuvo la oportunidad de cambiar, al menos en parte, tras el paro estudiantil; no me refiero solo al asunto del voto universal, del que tengo serias dudas sino, simplemente, al papel dual que usted jugó, al mismo tiempo, como rectora y candidata, disponiendo de todos los recursos a su mano – económicos, técnicos y humanos para para la realización de su campaña y consolidación de su propia imagen, obligando, además a gran parte de los universitarios a participar en el proceso bajo el principio de lealtad y no bajo el de una racionalidad legal como lo exige la democracia.
Pese a que el Consejo Universitario ha cerrado el periodo electoral, declarando su “ inobjetable triunfo, la universidad exige una discusión a fondo, tanto de sus prácticas internas, como de cara a su lugar en la sociedad contemporánea. ¿Es necesario añadir que esa discusión nadie la podrá detener, porque es la condición que le da vida a la institución? Piense que este segundo periodo de gobierno puede ser una oportunidad para ganar el reconocimiento de esa mitad de universitarios que no votó por usted y que con sólidos argumentos ha cuestionado su primer rectorado. Atentamente, Juan Carlos Canales