Un gobierno que reprime la libertad de los ciudadanos es porque su legitimidad va en declive
Las movilizaciones del pasado 15 de noviembre llevadas a cabo en distintas ciudades del país tuvieron en común las consignas lanzadas en contra del gobierno y su partido por la violencia y la inseguridad que se vive en el país y la exigencia de justicia por el asesinato del político michoacano Carlos Manzo (hoy símbolo del combate contra los criminales).
En términos generales las marchas se llevaron a cabo de manera pacífica. Se dieron algunos actos vandálicos, particularmente en Jalisco, pero nada comparado con lo ocurrido en la Ciudad de México.
¿Quién provocó los actos violentos ocurridos en el zócalo de la Ciudad de México durante la marcha del pasado 15 de noviembre? ¿Cómo fue que una manifestación convocada para protestar en contra de la violencia y la inseguridad, para exigir justicia por el asesinato de Carlos Manzo y que se desarrollaba en forma pacífica, terminó con un saldo de 120 personas heridas y 40 detenidos?
Los videos, imágenes, crónicas e interpretaciones que dan cuenta de lo ocurrido tienen una línea del tiempo en común:
Desde los primeros días de noviembre, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que había ordenado investigar las cuentas que difundían la convocatoria a la marcha en redes sociales. A partir de ese momento la presidenta subió el tema a la agenda nacional. ¿Era necesario anunciarlo públicamente?
El 11 de noviembre la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) anunció sorpresivamente que haría movilizaciones y un paro nacional de 48 horas para que le fueran atendidas sus demandas. Ese mismo día se instalaron las vallas metálicas para proteger Palacio Nacional.
El 13 de noviembre, Sheinbaum acusó en su conferencia de prensa matutina que esta convocatoria fue financiada por la “derecha internacional” y difundida por personajes de los partidos de oposición que nada tienen que ver con la “generación Z”.
Todo esto fue calentando el ambiente en torno a la marcha.
El mismo 13 de noviembre, la CNTE llevó a cabo su mitin en el zócalo, el cual terminó en enfrentamientos con la policía. “¿Qué necesidad hay de esta manifestación?, además, a dos días de la manifestación de la derecha”, cuestionó la presidenta Sheinbaum.
El 15 de noviembre asistieron a la manifestación jóvenes de la Generación Z, integrantes del “Movimiento del Sombrero” de Carlos Manzo, madres buscadoras, así como el movimiento “Bata Blanca” compuesto por personal médico y ciudadanos hartos de la violencia y la inseguridad; previo a la marcha el gobierno cerró casi todas las calles que dan acceso al zócalo excepto la calle 5 de mayo.
Es inevitable no recordar la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco y lo ocurrido ahí el 2 de octubre de 1968.
Antes de que llegaran los manifestantes al zócalo, un grupo de encapuchados -que han aparecido en todas las marchas realizadas contra el gobierno-, comenzaron a agredir a la policía y derribaron las vallas. Ya sabemos lo que ocurrió después. ¿Quién cilindrea a estos encapuchados y por qué el gobierno los tolera?
El último eslabón estuvo compuesto por la andanada de descalificaciones, burlas e insultos por parte de los medios afines al gobierno en contra de los participantes que asistieron a la marcha, incluyendo a Raquel Ceja, abuela de Carlos Manzo.
Al observar la cadena de sucesos, es imposible no pensar en que lo hecho por el gobierno desde los primeros días de noviembre hasta el día de la marcha, fueron factores que atizaron el fogón de la violencia.
Estos hechos violentos son condenables por tres razones:
1. Se trató de un atentado contra la integridad física tanto de manifestantes como de los mismos policías.
2. Se violentaron los derechos que tienen los ciudadanos a manifestarse libremente.
3. Aun cuando la Presidenta diga que es “más fuerte” y que “ni las consignas ni las leperadas la debilitan”, un gobierno que comienza a hacer uso de la fuerza física para reprimir la libertad de los ciudadanos es un gobierno cuya legitimidad está en declive.
Y un gobierno que pierde legitimidad termina debilitado, lo cual, aunado al encono entre mexicanos, azuzado desde Palacio Nacional, puede tener consecuencias muy negativas para el país.
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