Pregúntale a CHeché
Como si fuera un halo en forma de arcoíris se cubrió la ciudad. Pero el arcoíris no era de siete colores, sino de ocho, con el color negro de la pólvora.
Los Niños de Morelia y otros habitantes, se despertaron con una extraña sensación después de dormir la siesta de las 2 de la tarde. Al asomarse a través de las ventanas o portones solamente veían casas con cabezas que salían de las paredes, como si fueran macetas. Las calles ahora, si acaso, solo servían de adorno. Las noches se tragaron los días convirtiéndose en una sola noche prolongada, y los meses desaparecieron, según esto, a través de los años. Así contaban los nietos de Los Niños de Morelia, y algunos compañeros que sobrevivieron a los tiempos.
Solo se escuchaba de pared en pared en toda la ciudad, un murmullo permanente: