El Ingeniero Luis Neve me citó a su mesa, en el Café Aguirre, de la calle 5 de Mayo.
“Te presento a un amigo, para que se te quite lo ‘Tontín’. Es Efraín Castro Morales”, advirtió.
Una charla de casi tres horas creó una amistad que, hasta hoy, perdura.
Y perdurará.
A partir de aquella tarde, soleada con la sabiduría de Efraín, hubo una irremediable comunicación.
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Una noche, el Doctor recibió una noticia terrible.
Después de rescatar el inmueble del Mesón del Cristo (calle 8 Oriente) para crear el primer centro de interacción creativa de artesanos latinoamericanos (talleres, salas de exposiciones y albergues con comedores para los residentes), el gobernador Mariano Piña Olaya le informó que esa casona histórica, ya la había donado al periódico El Heraldo de Puebla.
Ese mismo día, le habían otorgado un reconocimiento del gobierno del Estado.
Efraín entendió el mensaje, y destruyó frente a mi, dicho papel.
Días después, renunció al cargo de Secretario de Cultura.
Salimos silenciosos de su oficina, en el segundo nivel de la Casa de Cultura de Puebla.
Ese silencio me quedó sellado, en aquel descenso de las escaleras.
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Su regaño era constante: “si no escribe todos los días, si no publica, es usted nadie. Lea, documéntese, y escriba por lo menos en un cuaderno todos los días. No sea como los otros”.
El Doctor Castro era claro y directo.
Cuando le llamaba por las tardes, le preguntaba: “¿Qué hace, Doctor?”
“Escribo”, era su respuesta. “¿Cuándo me acepta un café para chismear?”, añadía.
Obvio.
Una taza de café a nadie se le niega.
Mucho menos a Efraín.
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Con el Doctor conocí archivos, bibliotecas, hemerotecas y diarios personales de la sociedad poblana.
“Nunca divulgue esto, pues nadie nos lo va a creer”, dijo.
Son vidas de las sombras (sombrías) que conocimos.
Efraín es una tersa sombra de muchos.
Lo recordarán por ello.
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Su inquieta histórica vida inicia con David Bravo Cid de León, cuando descubren y rescatan la Casa del Deán, semidestruida por los Jenkins, y su pistolero, para construir el Cine Puebla.
Es el momento en el que olvida su carrera de médico, para convertirse en el cronista de la ciudad de Puebla y, después, consejero de la crónica de la ciudad de México. Junto con Octavio Paz, y otros.
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En Internet dicen que escribió siete libros.
Ja.
Puedo testificar que hay más de 200 textos y libros del Doctor.
Más las ajenas, reeditadas por él.
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Plagiado, otorgó su sabiduría con nobleza.
Efraín Castro Morales.
El Doctor.
El Maestro.
El Amigo.
El hombre que mejor escuchaba y leía.
Lo puedo escribir con soberbia: MI MAESTRO.
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P.d. Aporto la fotografía del último libro que me otorgó. Una reedición de la historia de la Universidad de Puebla.



