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28 Marzo 2024, Puebla, México.

El secreto de Biden / Héctor Aguilar Camín

Mundo | Opinión | 13.ABR.2021

El secreto de Biden / Héctor Aguilar Camín

Día con día

La transformación de Joseph Biden

 

Joseph Biden está librando “una guerra de clases, sin guerra”,  dice la revista Slate, en un perspicaz reporte de Ben Mathis-Lilley: https://bit.ly/3fZ8rtX.

 

Primero, Biden estableció una agresiva estrategia de doma del coronavirus, mediante una rigurosa pedagogía de sana distancia y una fulgurante campaña de vacunación, que le ha permitido inmunizar a la mitad de la población en sólo unas semanas. Para fines de mayo, estará cubierta la otra mitad.

 

Luego, el 12 de marzo, Biden anunció el más ambicioso plan de rescate económico que se recuerde, el American Rescue Plan (ARP), un paquete de 1.8 millones de millones de dólares para poner en manos de la gente  dinero  en efectivo, compensatorio de sus pérdidas durante la pandemia.

 

Biden dijo entonces que el ARP, financiado con déficit, “cambia el paradigma: por primera vez en mucho tiempo, este plan pone primero a la gente que trabaja”.

 

Ahora Biden ha propuesto un plan largamente aplazado de inversión en infraestructura que tiene los rasgos, sí, de un cambio estructural.

 

Se trata de renovar y rediseñar el esqueleto mismo de la nación, pues el proyecto no sólo está pensado para reparar lo mucho que debe ser reparado, sino para unir física y digitalmente lo que está desunido, incluyendo zonas deprimidas y pobres, saltadas hasta hoy por la prosperidad americana.

 

Lo notable del enorme plan de infraestructura de Biden es que está planteado para financiarse con el cobro de impuestos a las grandes corporaciones privadas  estadounidenses.

 

El camino elegido por Biden cambia, en efecto, el paradigma. Deja atrás al menos dos  dogmas de política económica intocables hasta hoy:

 

El primero, es que no hay que gastar creando déficit. El segundo, es que no hay que cobrar impuestos sino recortarlos, pues esto genera inversión y la inversión, empleos, y los empleos gotean la riqueza de la punta de la economía a la base de la sociedad.

 

La propuesta de Biden, revolucionaria como es, ha sido recibida bien por las grandes corporaciones. J. P. Morgan la encuentra “administrable”, y Jeff Bezzos dice que “apoya un aumento de impuestos a las grandes corporaciones”.

 

Un mayúsculo cambio de paradigma, una verdadera transformación. ¿Cómo lo hizo?

 

El secreto de Biden

 

En los hechos, el proyecto puesto en marcha por el presidente Joseph Biden está en el rumbo de las más radicales propuestas de cambio hechas por los demócratas: las de Elizabeth Warren y Bernie Sanders.

 

Sus decisiones, sin embargo, no han provocado las reacciones virulentas que provocaban las propuestas de Sanders y Warren. De hecho, han suscitado altos apoyos en la opinión pública, y la anuencia, o al menos la no guerra, de los previsibles amenazados con alzas de impuestos.

 

¿Cómo ha podido Biden avanzar este proyecto revolucionario de gobierno sin polarizar al país? La respuesta de Ben Mathis-Lilley en Slate es perspicaz,  y convincente (https://bit.ly/3fZ8rtX).

 

Biden ha podido colar su propuesta de una “guerra de clases sin guerra”, por la inteligencia y la moderación de su lenguaje.

 

Ahí donde Sanders y Warren declaraban las hostilidades y señalaban adversarios, Biden habla con suavidad, no particulariza y propone acuerdos, no batallas.

 

Sanders y Warren se cansaron de señalar al enemigo: “las compañías de seguros privadas”, “la industria farmacéutica”, “Walmart”, “la industria de comida rápida”, “la  América Corporativa”, “la industria de combustibles fósiles”, “el 1% más rico”, “Wall Street”.

 

El discurso de Sanders y Warren para referirse a ese mundo incluía con frecuencia las palabras “destruir”, “codicia”, “odio”, “mentiras”, en el contexto de una batalla por ser librada en cada frente.

 

Biden, dice Mathis-Lilley, “ha adoptado el lenguaje de la izquierda en muchos aspectos, haciendo referencias frecuentes al 1% beneficiado por los recortes de impuestos de Trump”, pero subrayando la idea de “premiar el trabajo, no la riqueza” y expresando su preocupación por los que han sido “dejados atrás” por los “de arriba”.

 

Biden no ha asumido, sin embargo, un tono de confrontación. Desde que es presidente no ha usado las palabras “engañar”, “corrupción”, “codicia”, “trampa”. “Doce de las catorce veces que ha mencionado a Wall Street, ha sido para pedir apoyo a su visión de lo que hay que hacer con la economía”.

 

Y el cambio de paradigma ha zarpado no en medio de una batalla fragorosa sino de una “guerra de clases, sin guerra”.

 

Moraleja para transformadores: se pueden cambiar las cosas sin hablarle a gritos a la historia.