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24 Abril 2024, Puebla, México.

El jardín da una bocanada de aire fresco al caminante 2 -Porfirio Tepox Cuatlayotl

Naturaleza y sociedad | Crónica | 25.DIC.2021

El jardín da una bocanada de aire fresco al caminante 2 -Porfirio Tepox Cuatlayotl

Ir de camino por la naturaleza/ vigésima crónica: segunda parte

En ausencia de los caminos artesanales, en el recorrido anterior y en éste, a los caminantes, el jardín nos ha puesto en movimiento a través de la naturaleza, la cultura y la belleza que atesora en sus plantas: mercadelas, siemprevivas, geranios, salvias, lantanas, toronjiles, tepozanes, maravillas, agapantos, y, en sus animales: abejas, mariposas, escarabajos, caracoles, colibríes, gorriones, palomas, lagartijas.  Dicho de otra manera, todos los seres vivos del jardín son un llamado que, por un lado, nos invitan a caminar junto a ellos, por otro lado, mueven nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, y por un lado más, impulsan el palpitar de nuestro corazón.  

Además de lo escrito en el párrafo introductorio, otros beneficios, que el jardín proporciona al corazón inquieto del senderista por la ausencia de los caminos artesanales, son los siguientes que apunta Santiago Beruete al referirse a los jardines en su libro Jardinosofía: “1. los entornos verdes ayudan a restaurar el equilibrio interior, alivian nuestros maltrechos corazones y mitigan la tensión, la ansiedad y las preocupaciones que emponzoñan nuestras vidas diarias. 2. Jardinería y filosofía restauran cada una a su manera nuestra confianza en el mundo, nos renuevan por dentro y revitalizan nuestras energías hasta el punto de hacer más grata y reflexiva nuestra existencia.”

Debido a estos beneficios del jardín, entre los que destaca para el caminante, el ponerlo en movimiento, los invitamos al segundo recorrido que tiene como impulso y horizonte conocer un poco de la naturaleza y de la cultura de las siguientes plantas: maravilla y agapanto. Vayamos, pues, a esta degustación de la vida a través de los aromas, los colores, los sonidos, las texturas y los sabores que ofrece este espacio natural que vive y convive en los pueblos y en las ciudades con los seres humanos, que entrega el momento idóneo de belleza y de sosiego al jardinero y al caminante.

Las maravillas son plantas clasificadas en el género Mirabilis, palabra latina que guarda atractivos significados, a saber, admirable, sorprendente, maravilloso, milagroso. La forma de vida de estas plantas corresponde al de las herbáceas.  Su reproducción es a través de sus semillas. Entre otras, anotamos estas características, porque éstas permiten llevar a esta planta a los jardines para rehacer los escenarios naturales de las praderas y de los caminos artesanales de verano. Asimismo, agregamos que los variados colores de sus flores, fragantes y bellas, en el jardín se presentan admirables y evocan el milagro de la existencia a los ojos del caminante.

La maravilla es una planta generosa, pues, por un lado, como hemos anotado arriba, su misma naturaleza la presenta hermosa por sus bellos colores, y por el otro lado, en Puebla, nos recuerda la leyenda del Señor de las Maravillas. Al respecto, Luis Arturo Jiménez Medina, en su artículo El culto al Señor de las Maravillas, una expresión de la religiosidad popular de tipo urbano en la ciudad de Puebla, expone esta leyenda: “Se cuenta que todos los días una mujer acudía a la cárcel de San Juan de Dios -antiguo hospital de San Juan de Dios- para visitar a su esposo, le llevaba los alimentos y las cosas que él necesitaba. En una de las visitas conoció a un hombre a quien nadie iba a visitar, lo que le inspiró una profunda lástima, quien, movida por la piedad, comenzó a llevarle alimentos sin que su esposo lo supiera, acto que llegó a convertirse en una amistad, misma que continuó aun después de que su marido abandonara el reclusorio. No faltó entonces quien avisó al marido sobre las acciones que la mujer realizaba, así que un día la esperó fuera del penal para ver si lo que le contaban era cierto. - ¿Qué llevas en la canasta?, le preguntó, y la mujer sorprendida y llena de miedo sólo alcanzó a encomendarse al señor del rayo y le respondió: “llevo maravillas para el señor” ..., a lo que el esposo, incrédulo, no pudo más que destapar la canasta y descubrir que adentro de la canasta se hallaban las flores amarillas como maravillas. Así, ante el milagro, los esposos entraron de rodillas a la iglesia; ahí la esposa le confesó a su marido la verdad: le llevaba alimentos a un hombre pobre. El esposo y ella fueron a buscar al hombre a la prisión, pero no lo hallaron, y aunque preguntaron por él y por más que dieron el santo y seña nadie supo darles respuesta, por lo que la pareja llegó a la conclusión de que ese hombre era el mismo Cristo, quien les había puesto una prueba de amor a la pareja”. No agregamos más a este apartado, pues, el propósito es únicamente relacionar la leyenda del Señor de las Maravillas con las flores de maravillas que habitan en los caminos artesanales y en el jardín.

La segunda planta que presentamos en la marcha en el jardín es la denominada agapanto, la flor del amor divino, pues integra los vocablos griegos ἀγάπη (agápe: amor) y ἄνθος (ánthos: flor). Esta planta también tiene la forma de vida de las herbáceas, sus hojas se mantienen verdes todo el año lo cual es un símbolo de la vida y de la esperanza para el jardinero y el senderista, pues saben que en algún momento brotará esta bella flor. Esta planta es clasificada como planta de uso ornamental, debido a que en los jardines sobresale por su belleza la cual se convierte en un imán que, por un lado, pone en marcha y cautiva cada paso, cada latido, cada mirada del senderista, y por el otro lado, es fuente de alimento para algunos seres vivos, en específico, alimento de algunos polinizadores.

 El agapanto también es una planta contenedora de cultura, pues la primera parte de su nombre nos recuerda uno de los tres significados del amor, el Ágape. En torno a este tema Juvenal Cruz Vega, en su artículo Meditación filosófica sobre el amor. Homenaje al día de san Valentín, expone: “Eros es el amor sensible que funda el encuentro entre las personas. Filos o amistad, parte del Eros, se puede decir que es su perfección, expresa lo mejor y lo más profundo de la persona, en otras palabras, es el querer el bien de la persona amada, como ya lo había expresado Aristóteles: amor es desear a otro todo lo que se considera bueno, no por uno mismo, sino por el otro. Ágape es el amor, que por su misma naturaleza viene de Dios. Es el amor de Dios al hombre y la correspondencia de éste a la gracia de Dios. Este grado del amor le da plenitud al Eros y al Filos. En el Ágape hay un verdadero diálogo pues en el “diálogo amoroso con Dios se realiza la realización personal yo-tu entre el hombre y su creador, relación que exige la más profunda soledad”. En este apartado y de acuerdo a lo escrito acerca de los tres significados del amor, Eros, Filos y Ágape, solo queremos insistir que el agapanto tiene un nombre bello y sagrado, pues su nombre significa flor que representa el amor de Dios. 

Hemos llegado al final del segundo recorrido por el jardín, prometemos regresar a estos pequeños caminos que atesoran un universo de acontecimientos. Pues como hemos visto, de los hechos cotidianos de este lugar, brota la inefable belleza, la cual es motivo de admiración, de asombro y de gozo profundo para el jardinero y para el caminante. En estos pequeños lugares naturales acontece uno de los momentos idóneos para apreciar y saborear la belleza, por esto debemos estar atentos a cada expresión de la naturaleza, a todas sus voces, a la diversidad de sus ritmos, de sus formas, de sus colores, porque en cualquier segundo llegará la transformación de capullo a flor, en cualquier instante se presentará la renovación de la vida que transita de crisálida a mariposa, siendo éste el milagro de la metamorfosis. Milagro que arranca de la posibilidad a una pequeña larva hasta convertirla en una plétora de belleza.

 

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