Universidades | Ensayo | 2.JUL.2024
Sobre la violencia / Enrique Soto Eguíbar
Revista Elementos BUAP EDICIÓN 135
Por un lado, tenemos la poesía, el arte, la filosofía y el saber, entre otras actividades humanas que que nos conmueven y llevan a idealizar a nuestra especie. Por otro, existen la guerra el odio, la venganza, la destrucción y los crímenes atroces que nos hacen cuestionar el sentido de esta especie y la verdadera naturaleza del hombre. Me pregunto: ¿coexiste en cada uno de nosotros el altruismo con una criminalidad potencial? ¿Somos todos ángeles y demonios simultáneamente? O, ¿acaso en algún momento de nuestras vidas se define nuestro futuro, potenciándose el altruismo y la empatía o, por el contrario, toman el control la violencia, el odio y la tendencia criminal y antisocial?
Si ambos potenciales conviven en nosotros, ¿qué determina entonces que comúnmente se tenga un tipo de conducta y no otra?, ¿son las circunstancias el elemento que define nuestra actitud, o es nuestra genética?, ¿podría ser la crianza y el afecto que hemos recibido, o quizás los amigos y las experiencias de la adolescencia? ¿Cómo podemos saberlo? Por otro lado, ¿es el hombre un ser dual, capaz tanto de actos de altruismo que le llevan hasta a sacrificar su vida por otro, así como de una maldad incomprensible, capaz de actos de una violencia indescifrable? Tanto la bestia como el noble, el diplomático y el guerrero coexisten en el ser humano. Esta dualidad ha contribuido a salpicar la historia de actos de civilidad admirables y también de las más insondables bajezas.
Para comprender la violencia humana en sus formas más complejas y vislumbrar sus orígenes, es necesario integrar múltiples perspectivas, niveles de análisis y elementos que nos permitan explorar nuestra conducta. Recientemente, se ha puesto un énfasis especial en los aspectos biológicos de la violencia tanto en el ámbito científico como en los medios de comunicación. No obstante, existe un grupo de intelectuales, principalmente de ciencias sociales, que critica estos estudios por considerarlos reduccionistas y carentes de validez. Ven en ellos una estratagema para justificar intervenciones médicas no solo en delincuentes, sino en cualquier opositor al statu quo, como un medio para implementar un control social estatal. Estos críticos argumentan que los factores biológicos desempeñan un papel marginal en la génesis de la violencia, la cual, según proponen, surge principalmente de la marginación social, la pobreza y la falta de oportunidades (Crutchfield y Wadsworth, 2003). Sin embargo, considero que desestimar los componentes biológicos en el estudio de la violencia es igualmente reduccionista y responde más a ideologías que a un interés genuino por entender este fenómeno. Aunque el entorno social es crucial en el comportamiento humano, no es el único determinante de nuestra conducta.