
Universidades | Crónica | 8.ABR.2025
Anarquía tropical en el zócalo (Crónica 8) / Sergio Mastretta

BUAP 1989-1991, Crónica de una ruptura histórica
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Introducción
En 1987 el Maestro en Ciencias Samuel Malpica Uribe gana la rectoría de la Universidad Autónoma de Puebla en sucesión de Alfonso Vélez Pliego. Lo hace con el respaldo de miles de estudiantes que participan en una elección con voto universal, directo y secreto que sustenta el proyecto de universidad democrática, crítica y popular, vigente desde 1973. Con Malpica Uribe inicia la quiebra de ese proyecto de universidad en manos de una izquierda política que encuentra su valor fundamental en la independencia política respecto del Estado, pero su talón de Aquiles en la dependencia económica de la voluntad gubernamental.
La ruptura entre las facciones dominantes de la universidad se produce en enero de 1989, durante el segundo informe del rector Malpica, quien acusa de corrupción a la administración de Vélez Pliego. Siguen dos años de conflicto que incluyen la destitución del rector, la constitución de un triunvirato de gobierno por una de las facciones en el Consejo Universitario y el desgobierno hasta que se celebran nuevas elecciones en abril de 1991, todo ello en medio de múltiples refriegas callejeras como la toma del edificio Carolino por los enemigos de Malpica y el asesinato en circunstancias nunca esclarecidas del profesor Miguel Antonio Cuéllar Muñoz el 22 de diciembre de 1989.
El conflicto termina con la reforma de la ley orgánica que suprime el voto universal, directo y secreto de los estudiantes, y con la recomposición de las relaciones con el poder público estatal. Lo que sigue es la crónica de ese proceso.
Publicamos en Mundo Nuestro nuevamente estas crónicas con el ánimo de contribuir a la discusión colectiva sobre la realidad de la universidad pública en Puebla en el marco del reciente paro estudiantil y las reformas impulsadas por un movimiento que sin duda es un punto de inflexión en la historia de la Beneméita Universidad Autónoma de Puebla.
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Crónica 8
Anarquía tropical en el zócalo
Jueves 26 de octubre de 1989. El zócalo cerrado por la manifestación toma un aire de pueblo a tono con este pleito intrafamiliar que vive la universidad. Con el chorro de dos pipas de agua que encuentran frente al palacio municipal saltan en borbotones los malpiquistas. Plantados frente al pasaje esperan a los otros, que vienen por Reforma con el apoyo que han logrado recoger contra Malpica.
En la calle Maximino se escucha un ritmo tropical que anima el contoneo de una panameña de 20 años estudiante de medicina; la mulata de shorts rojos viene con un grupo armado con cubetas que bajó de un camión urbano en la Plaza de la Democracia. “Es obvio que se trata de una provocación”, escucho a dos compañeros del gremio a los que no les importa haber visto tanto desfile de inconformidades, tanto zócalo tomado por la masa. Está bien, ¿pero dónde quedó la matasanos caribeña?, ¿por qué se desvanece su gracia en ese grito húmedo de “fuera porros de la UAP”?
Los otros lanzan un “Goya” apasionado. Se detienen a treinta pasos de la pipa, gritan también “¡Fuera porros de la UAP!”. A la cabeza van los treintañeros del comité de lucha otoñal agarrados a su parte de pasado universitario ―cuántas veces no habrán pasado por aquí cuando el gobernador Bautista, con su anticomunismo escatológico, daba sentido a la vida de la juventud proletaria―. Serios, los dirigentes malpiquistas no se imaginan cuánto trópico cabe en una mulata panameña a la que ahora veo apretada a un futuro médico en bermudas que se lleva su alharaca y su provocación hacia la Maximino.
Qué fugaz y anárquico puede ser un zócalo de pueblo.
En una enconada defensa de su administración, el rector Samuel Malpica dijo ayer ante estudiantes de la escuela de Físico-Matemáticas que en esta lucha por el poder en la universidad él pasará a la ofensiva, “pero con pruebas, no con calumnias y sí con proyectos concretos de desarrollo académico”.
En una asamblea a media mañana que inició con rechiflas y gritos de “fuera Malpica” de parte de algunos de los estudiantes reunidos en esa escuela de la Ciudad Universitaria, pero que terminó con un aplauso nutrido para el rector de la UAP, una vez más se escucharon los argumentos que Samuel Malpica ha utilizado desde el miércoles de la semana pasada, cuando sus adversarios demandaron su renuncia en el Consejo Universitario: contra el “golpismo” responderá con la movilización de los universitarios; quienes lo acusan son los que sentaron las bases para la crisis financiera de la institución. En este acto se anunció una manifestación en apoyo a la rectoría para el día de hoy.
Luego de manifestar que el día anterior había solucionado el problema en Odontología, y que tanto esa escuela como las de Derecho y Enfermería habían dado su apoyo a la rectoría, Malpica dijo que “ahora sí presentará pruebas contra mis acusadores”. En este sentido volvió a referirse a los antecedentes de contrabandista que se le comprobaron al tesorero de la UAP, Rafael Bautista Ramos en 1982. Igualmente dijo que “como en 1985, quienes ahora buscan su destitución, se apoyan en grupos de pandilleros”.
“Yo acepto que he cometido errores ―dijo el rector―, pero todavía tengo cara para venir ante ustedes. Sin embargo, ¿ellos a qué le temen?, ¿por qué no pueden venir a discutir tranquilamente sobre los problemas de la universidad?”
El discurso de Malpica se fincó en acusaciones repetidas contra el exrector Alfonso Vélez Pliego, a quien denunció de haber avalado la acción del tesorero Bautista, así como de haber solapado la actividad de grupos de pandilleros.
En relación al problema financiero, dijo que si la universidad está incapacitada para pagar las despensas y que si se tiene que sacrificar las partidas de las escuelas para pagar la nómina quincenal, eso se debe a los 11 000 millones de déficit que le heredó la administración de Vélez, junto con las 400 plazas de confianza y de base que autorizó el exrector en los últimos meses de su mandato.
De igual forma se refirió al cinco por ciento de aumento en prestaciones directo al salario que aprobó el Consejo Universitario, y que redundaría negativamente en los gastos de operación. “Ahí los únicos perjudicados son ustedes los estudiantes”, le dijo a su auditorio.
Finalmente, en relación a una serie de convenios que el rector dice haber sustentado con universidades y gobiernos estatales para la puesta en marcha de un programa de planeación regional, Malpica retó a sus adversarios a presentar proyectos concretos de desarrollo académico. “Nada más critican y boicotean ―dijo―, no les importa que se hunda la universidad.”
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