SUSCRIBETE

22 Junio 2025, Puebla, México.

Periodistas vs influencers : cómo se juega hoy la batalla por la credibilidad

Cultura /Sociedad | Opinión | 22.ABR.2025

Periodistas vs influencers : cómo se juega hoy la batalla por la credibilidad

Observatorio Mexicano de Medios

observatorioMX.media

En un ecosistema informativo cada vez más híbrido, donde las noticias se mezclan con contenido patrocinado, opiniones virales y textos generados por inteligencia artificial, el periodismo enfrenta uno de sus mayores desafíos contemporáneos: redefinir su rol frente a nuevas formas de producción y distribución de información.

Con la era de la sobreinformación, la fragmentación de las audiencias y el auge de nuevas tecnologías, el periodismo ya no es el único emisor de contenidos informativos. La figura del influencer, el surgimiento de periodistas con marca personal, y la irrupción de la inteligencia artificial (IA) están reformulando quién informa, cómo lo hace y con qué legitimidad. Este nuevo ecosistema plantea preguntas urgentes: ¿Qué separa a un periodista de un influencer? ¿Puede la IA hacer periodismo? ¿Cómo se recupera la credibilidad?

También puedes leer: ¿Todos Mienten?, detrás de la crisis de confianza en los medios en México

Una nueva cartografía del periodismo: del medio al creador

Liz Kelly Nelson, fundadora de PRoject C, parte de una premisa clara: la categoría “influencer de noticias” es demasiado amplia, y necesita ser desagregada. A través de una infografía del ecosistema informativo 2025, propone una visualización que va desde los medios tradicionales («Trad News») hasta los contenidos generados íntegramente por inteligencia artificial, con actores híbridos en medio del espectro.

Uno de los modelos emergentes más relevantes es el del periodista-creador de contenido, que opera fuera de los medios tradicionales, pero con metodología profesional. Figuras como Marisa Kabas o Matt Brown, en Estados Unidos, no hacen simplemente “opinión viral”, sino periodismo riguroso con las herramientas que ofrecen plataformas como Substack, TikTok o newsletters.

Nelson argumenta que el dilema actual no es entre periodistas e influencers, sino entre responsabilidad y falta de ella, sin importar el canal. Por eso propone abandonar etiquetas planas y comprender que la producción de información se ha descentralizado, pero no necesariamente degradado, si hay transparencia y métodos.

A esto se suma un nuevo actor: los contenidos generados por IA, que ya circulan en redes con apariencia de noticia, pero sin sustancia periodística. Esto obliga a revalorizar el trabajo humano del periodismo: contextualizar, interpretar y verificar, más allá del hecho bruto.

«No estamos en guerra contra la tecnología ni contra los creadores independientes, pero sí debemos ser claros en qué constituye una práctica periodística y qué no.»

El espejo ético: ¿qué separa a periodistas e influencers?

Por otra parte la Fundación Gabo abre un debate ético y cultural de gran importancia: ¿tiene sentido seguir pensando a periodistas e influencers como categorías opuestas? Tanto Pedro Adrián Zuluaga como Mario Vidal coinciden en que las fronteras se han difuminado, y que el periodismo no puede seguir viendo a los influencers como una amenaza externa, sino como un síntoma del cambio comunicativo.

Zuluaga plantea que algunos periodistas “tradicionales” ya operan como influencers, creando comunidades de seguidores en TikTok o YouTube. La diferencia, si la hay, no está en el formato, sino en el rigor con el que se maneja la información. Por eso advierte: «Tener formación como periodista no garantiza la ética, pero sí otorga herramientas para sostenerla.»

Mario Vidal, por su parte, subraya que las audiencias han trasladado su confianza de las marcas mediáticas a las marcas personales, muchas veces porque “ponen rostro” y hablan desde la experiencia cotidiana. Esto implica que el periodismo debe humanizarse sin trivializarse, y aprender a construir comunidad, no solo informar.

Ambos coinciden en que periodistas e influencers comparten el espacio público y la responsabilidad sobre lo que dicen. La clave, entonces, no está solo en la profesión, sino en la conciencia ética de quien comunica.

«La confianza no es un atributo de quien dice ser periodista. Es una construcción que se gana, publicación tras publicación.»

¿Quién se queda con la credibilidad?: medios, creadores o algoritmos

Por su parte en el artículo Influencers vs. periodistas: ¿quién gana la batalla por la credibilidad? se analiza directamente la tensión entre los influencers y los periodistas por la confianza del público. Mientras los primeros construyen comunidades fieles con base en autenticidad percibida y cercanía, los segundos —aunque formados profesionalmente— enfrentan desconfianza creciente y reglas de juego desiguales en las plataformas digitales.

La crítica central es que la velocidad, el alcance y el carisma han comenzado a pesar más que el rigor y la verificación, generando un terreno fértil para la desinformación. También se denuncia la falta de transparencia en la publicidad encubierta que muchos influencers realizan bajo la apariencia de “informar”.

El texto advierte que los periodistas no solo deben competir en términos informativos, sino también en formatos, narrativas y formas de conexión emocional, sin renunciar a su responsabilidad ética.

Urge alfabetización mediática en México

En este escenario híbrido, donde la información puede venir de un periodista, un influencer o una IA, urge formar audiencias críticas. La alfabetización mediática debe estar en el centro de la agenda educativa y comunicacional.

Esto implica enseñar a:

  • Verificar fuentes.
  • Distinguir hecho de opinión.
  • Evaluar intereses detrás del contenido.
  • Reconocer señales de manipulación o desinformación.

Los medios mexicanos deben asumir que ya no compiten sólo con otros medios, sino con toda una industria de creadores de contenido. Pero eso no significa renunciar a los valores periodísticos. Al contrario: es momento de hacerlos más visibles, más accesibles y más conectados con la ciudadanía.

En el ecosistema actual de la información, es fundamental reconocer que no todos los influencers desinforman, así como no todos los periodistas merecen confianza automática. La legitimidad no proviene del título, sino de la práctica constante del rigor, la transparencia y la responsabilidad. La ética periodística no puede ser un discurso vacío; debe reflejarse en cada decisión editorial, en la forma en que se construyen las narrativas, se eligen las fuentes y se reconoce el impacto de lo que se publica. En este contexto híbrido, donde las audiencias ya no distinguen con claridad entre medios, creadores e IA, es urgente que el periodismo refuerce sus principios, pero también revalúe sus formas.

Hoy, más que nunca, construir comunidad se ha vuelto tan importante como investigar o verificar. La confianza no se impone: se cultiva mediante la cercanía, la escucha y la capacidad de responder a las necesidades informativas del público. La inteligencia artificial no está reemplazando al periodismo, pero sí lo obliga a demostrar con mayor claridad por qué es necesario. Informar ya no basta; el nuevo periodismo debe saber conectar emocionalmente, explicar con profundidad y dialogar con sus audiencias. Sólo así podrá recuperar su papel como brújula en tiempos de confusión.

(ilustración, generada con Leonardo AI)