
Sociedad civil organizada /Justicia /Gobierno | Opinión | 16.JUN.2025
Censura y amenaza patriarcal: el poder herido de Xicotepec / Edgar López Robles

Entropía política
Por Edgar López Robles
Las Autoridades Electorales del Estado de Puebla me notificó una denuncia por escribir esta columna. El delito: pensar. Me solicitaron explicar el contenido, propósito y destinatarios de una publicación en mi perfil y página de Facebook. El supuesto motivo: presuntas violaciones en materia de violencia política contra las mujeres en razón de género. Más allá de lo inusual del procedimiento, lo verdaderamente grave es lo que significa: se está utilizando una vía institucional para responder a una opinión crítica.
La columna que levantó la indignación y molestia es “XICOTEPEC: EL FEMINISMO DE LOS CACIQUES CUANDO EL PATRIARCADO SE VISTE DE MORADO”, publicada el 2 de abril. En ella abordé el feminicidio de Estefanía Rodríguez Cruz y cuestioné cómo ciertos grupos de poder en Villa Juárez —específicamente el cacicazgo de Xicotepec— han intentado apropiarse del discurso feminista, no por convicción, sino por conveniencia. La crítica, como toda crítica, puede incomodar. No fue solo una opinión: fue una reflexión que expuso las costuras que el sistema patriarcal preferiría mantener oculta. El alcance de la publicación ayudó a desactivar una operación política cuidadosamente diseñada para perjudicar al alcalde de esa localidad. Y esto fue posible porque el lector de Xicotepec —incluidas muchas mujeres— comprendió que el razonamiento expuesto tenía lógica y fundamento.
Desde luego que aquello incomodó al patriarcado. ¿Cómo no habría de hacerlo? En esa columna se dijo con claridad lo que durante años ha sido una verdad incómoda: que el cacicazgo de Xicotepec ha reciclado su poderío político bajo nuevas formas, pero sigue operando con los mismos mecanismos patriarcales de siempre. Fue un análisis estructural, no un ataque personal, un señalamiento al sistema que mantiene su dominio disfrazado de modernidad. Sin embargo, la respuesta no fue un argumento, ni una réplica pública, ni mucho menos un debate abierto. La reacción fue presentar una denuncia formal y activar un Procedimiento Especial Sancionador ante dicha autoridad Electoral del Estado. Es decir, no se optó por el diálogo con la ciudadanía, sino por el uso de su investidura para judicializar una crítica. El mensaje es claro: frente a la incapacidad de desmentir una reflexión, se intenta silenciar al mensajero utilizando los instrumentos del poder institucional.
Desde luego, mis abogados han respondido en tiempo y forma, con el debido respeto al marco legal. Además de contar con la invaluable asesoría de Artículo 19, organización reconocida por la defensa del derecho a la libertad de expresión y al acceso a la información. Sé que estos temas no son fáciles. Exigen matices, y por eso decidí tratar el caso en una columna, no en una arenga. Pero también es preciso alertar cuando se cruzan líneas que debilitan la vida democrática.
No tenía previsto hacer pública esta situación. Durante años he enfrentado amenazas, acoso e intentos de intimidación con la entereza que nace de la conciencia. Sé que mis palabras incomodan, que mi pluma molesta, y que hay quienes temen que la verdad llegue a más oídos de los que pueden controlar. Sin embargo, el pasado viernes fui acosado e intimidado por un individuo armado, en pleno centro de Huauchinango —anexo fotografía de lo anterior—. El sujeto, que, según todo indica, ha sido o es parte de la corporación policial del municipio de Juan Galindo, buscaba claramente intimidarme. No lo logró. Pero ese hecho cambia las condiciones del silencio. No escribo por miedo; hablo por responsabilidad. Por eso hoy dejo constancia pública de lo ocurrido y advierto: cualquier agresión futura en mi contra deberá leerse en el contexto de un clima sostenido de hostigamiento, procedente de actores políticos que detentan poder institucional en la región. Hago responsable y señalo con precisión a quienes han contribuido a ese ambiente: EL CACICAZGO DE XICOTEPEC.
Continuare escribiendo, porque dejar de hacerlo sería concederle una victoria a este grupo que, en el fondo, solo busca sembrar miedo. Y al menos en mí, no lo lograrán. Seguiré caminando estas calles con la frente en alto, como lo hace un hombre libre que no se doblega ante el poder. Y si algo llegara a sucederme, no habrá espacio para la confusión: la opinión pública sabrá exactamente hacia dónde mirar.