
Las consecuencias en EEUU y Europa del ataque de Israel a Irán / Dossier revista Sin Permiso

Orwell en estado puro: Europa condena a Irán por los ataques a su propio territorio
Eldar Mamedov
Experto en política exterior radicado en Bruselas, es licenciado por la Universidad de Letonia y la Escuela Diplomática de Madrid, ha trabajado para el Ministerio de Asuntos Exteriores de Letonia y como diplomático de su país en Washington y Madrid. Ha sido asesor del grupo socialdemócrata en el Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo, encargándose de sus delegaciones en las relaciones interparlamentarias con Irán, Irak, la Península Arábiga y el Mashreq.
Cuando los aviones de guerra israelíes atacaron Irán esta semana -violando la soberanía iraní en un descarado acto de agresión, matando a decenas de civiles junto a altos mandos militares y científicos nucleares y provocando que Irán llevara a cabo ataques en represalia igualmente indiscriminados- los líderes europeos no condenaron el ataque.
Lo respaldaron de modo perverso y condenaron a Irán por los ataques a su propio territorio.
El presidente de Francia Emmanuel Macron marcó la pauta condenando el «programa nuclear en curso» de Irán y reafirmando «el derecho de Israel a defenderse y garantizar su seguridad». La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, parecía hablar con el mismo guión «reiterando el derecho de Israel a defenderse», adornado con algunos tópicos genéricos sobre la necesidad de moderación y desescalada.
El Ministerio de Asuntos Exteriores alemán fue un paso más allá y, de hecho, «condenó enérgicamente» a Irán por «un ataque indiscriminado contra territorio israelí» -antes incluso de que Teherán lanzara sus misiles en respuesta al ataque de Israel contra su territorio-, al tiempo que respaldaba plenamente las acciones de Israel.
Esta retórica orwelliana no supone sólo incompetencia o ignorancia. Es la culminación de años de mala praxis diplomática europea que ayudó a fabricar esta crisis - y dejó a la vista el cadáver del «orden basado en reglas». El doble rasero europeo acabó con su credibilidad.
La postura de Europa sobre Ucrania invocaba el artículo 2(4) de la Carta de la ONU con claridad política: «Todos los miembros se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial de cualquier Estado». Sin embargo, cuando Israel ataca a Irán – sin base legal para la autodefensa — Europa reformula de facto la agresión como virtud, y la condona.
El derrumbe moral y diplomático de Europa no ha pasado inadvertido. Dos voces respetadas en todo el mundo han pronunciado veredictos especialmente condenatorios. Mohamed El Baradei, Premio Nobel y ex director del organismo de control de la energía atómica de la ONU, ofreció un humillante curso intensivo de Derecho internacional al Ministerio de Asuntos Exteriores alemán.
En reacción al respaldo de Berlín a los «ataques selectivos» de Israel contra las instalaciones nucleares iraníes (sin tener en cuenta los cientos de civiles muertos en esos ataques), El Baradei recordó que esos ataques están prohibidos por las Convenciones de Ginebra, de las que Alemania forma parte, y que el uso de la fuerza en las relaciones internacionales «está prohibido en general en la Carta de la ONU, con la excepción del derecho de legítima defensa en caso de ataque armado o previa autorización del Consejo de Seguridad en caso de acción de seguridad colectiva».
Por su parte, Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre los territorios palestinos ocupados, al reaccionar a la declaración de Macron, comentó que «el día en que Israel, sin provocación alguna, ha atacado a Irán, el presidente de una gran potencia europea, admite por fin que en Oriente Medio, Israel, y sólo Israel, tiene derecho a defenderse».
El mensaje de personas como El Baradei y Albanese es inequívoco: cuando Europa aplaude el ataque de Israel mientras condena la invasión rusa, no defiende normas universales, sino que impone su identidad tribalista: Las «reglas» sólo se aplican a los adversarios, no a los amigos. Esto es fatal para la pretensión de autoridad moral de Europa; se ha notado mucho en el Sur Global, pero también entre muchos ciudadanos europeos.
Esta pretensión parece aún más alejada de la realidad, dado que la crisis de Oriente Medio estalló en un terreno fértil preparado por los fracasos europeos en serie. Primero fue el fracaso del E3 (Gran Bretaña, Francia, Alemania) a la hora de mantener el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) tras la retirada de los Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump en 2018. Aunque la UE ofreció un apoyo retórico al acuerdo nuclear, se doblegó ante las sanciones estadounidenses y se negó a proteger a las empresas de la UE dispuestas a entablar relaciones con Irán. Dejó morir el JCPOA, creando de facto un vacío para la escalada.
Además, mientras mediaban intermediarios como Omán y Qatar en las conversaciones sobre un nuevo acuerdo nuclear entre los Estados Unidos e Irán, la UE impulsó una resolución del OIEA censurando a Irán días antes del ataque de Israel, torpedeando la desescalada y contribuyendo a crear un entorno de seguridad más amenazador y peligroso, con el retorno de las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU y la posible retirada de Irán del Tratado de No Proliferación (TNP) acechando en el trasfondo.
Cada uno de estos fracasos validó la opinión de Teherán de que es inútil negociar con Europa. El E3 y la UE son vistos ahora no sólo como una parte débil incapaz de cumplir sus compromisos en virtud del acuerdo nuclear, sino también como un actor activamente destructivo que socava la seguridad de Irán y la estabilidad regional.
El asombroso descenso de las potencias europeas a la irrelevancia diplomática quedó claramente ilustrado por el rechazo categórico del ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, a las súplicas de su homólogo británico, David Lammy, para rebajar la tensión. De hecho, es difícil imaginar por qué tendría Teherán que prestar atención a estos llamamientos cuando proceden de partes a las que considera en connivencia activa con los agresores.
La consecuencia más probable del autosabotaje diplomático de Europa es que ha incinerado la confianza residual que aún le quedaba en Irán y en el Sur Global en general. Garantizó prácticamente la proliferación al dar a los iraníes -ahora ya no sólo a los partidarios de la línea dura- un poderoso incentivo para buscar la fabricación de armas nucleares, un resultado que podría haberse evitado si Europa hubiera entablado conversaciones serias y de buena fe con Irán sobre la reactivación del acuerdo nuclear. La retirada de Irán del TNP ya no es una posibilidad meramente teórica.
Todos estos acontecimientos aumentan drásticamente la probabilidad de un retroceso contra los intereses europeos: una guerra regional en Oriente Medio significa más migración incontrolada, mayores riesgos de terrorismo en suelo europeo o contra los intereses europeos en la región, y crisis energéticas si Irán cumple sus amenazas de bloquear el estrecho de Ormuz, la principal arteria del comercio mundial de petróleo.
A falta de una urgente pero improbable corrección del rumbo, como exigir responsabilidades a Israel por su agresión regional, se va a acelerar la decadencia de Europa. Cuando Bruselas exime a sus aliados de las normas impuestas a sus rivales, no preserva la paz, sino que firma su propia nota de suicidio geopolítico.
Responsible Statecraft, 14 de junio
Los adalides del MAGA a Trump: Apoyar los ataques a Israel es una peineta a los votantes
Jack Hunter
Fue editor político de Rare.us. Colabora regularmente con The Washington Examiner, The Daily Caller o The American Conservative, Spectator USA, y ha escrito para Politico Magazine y The Daily Beast. Es coautor con el senador Rand Paul del libro “The Tea Party Goes to Washington”.
El presidente republicano que prometió «Make America Great Again» para poner fin a las «guerras interminables» se encuentra ahora en el precipicio de otra potencialmente nueva.
Los ataques aéreos de Israel contra Irán el jueves [13 de junio] se produjeron después de que el presidente Donald Trump declarase que tenía esperanzas en un acuerdo nuclear y dejara claro públicamente que no quería que Israel interfiriese actuando militarmente.
Israel desafió a Trump. Trump dice ahora que sabía de los ataques desde el principio.
El presidente escribió en la red Truth Social a primera hora del viernes: "Le concedí a Irán una oportunidad tras otra de llegar a un acuerdo. Les dije, en los términos más contundentes, que “llegaran sencillamente al acuerdo”, pero no importa cuánto lo intentaron, no importa cómo de cerca estuvieron, simplemente no pudieron llegar al acuerdo". Y continuó:
"Algunos iraníes de la línea dura hablaron con valor, pero no sabían lo que estaba a punto de ocurrir. Hoy están todos MUERTOS, ¡y esto sólo va a ir a peor!", afirmó Trump. "Irán debe hacer un trato, antes de que no quede nada, y salvar lo que antaño se conoció como Imperio de Irán. No más muerte, no más destrucción, SÓLO QUE TIENEN QUE ACTUAR ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE".
El próximo movimiento de Trump es una incógnita. Pero algunas de las voces más destacadas dentro un movimiento tan extendido como es el MAGA le están suplicando al presidente que no arrastre a los Estados Unidos a otra guerra en Oriente Medio.
Tucker Carlson afirma que Trump es cómplice de los ataques e insiste en que esta guerra no es la de los Estados Unidos.
«Aunque el ejército norteamericano pueda no haber perpetrado físicamente el ataque, años de financiación y envíos de armas a Israel, de los que Donald Trump acaba de alardear en Truth Social, sitúan innegablemente a los Estados Unidos en el centro de los acontecimientos de anoche», es lo que escribió Carlson en su boletín del viernes a los suscriptores de pago.
«Washington sabía que ocurrirían estos ataques», añadió. «Ayudó a Israel a llevarlos a cabo».
«Vale la pena dar un paso atrás y preguntarse de qué modo ayuda algo de esto ayuda a los Estados Unidos», se lee en el boletín. «No se nos ocurre ni una sola manera».
Carlson continuó: "Si Israel quiere librar esta guerra, tiene todo el derecho a hacerlo. Es un país soberano y puede hacer lo que desee. Pero no con el respaldo de los Estados Unidos".
Citando las promesas de campaña de Trump en política exterior, Carlson señaló que la participación directa de los Estados Unidos en una guerra con Irán «sería hacerle una peineta a los millones de votantes que depositaron sus votos con la esperanza de crear un gobierno que finalmente pusiera en primer lugar a los Estados Unidos».
«Lo que vaya a suceder luego va a definir la presidencia de Donald Trump», concluyó Carlson. «Dejemos que Israel...libre sus propias guerras».
Steve Bannon, el exasesor de Trump coincide en mantener a los Estados Unidos fuera de este conflicto. «Lo de anoche fue un golpe para decapitar a la Guardia Revolucionaria iraní», comentó Bannon. "Y miren, están poniendo su defensa en primer lugar y eso está bien. Pero nosotros tenemos que poner nuestra defensa lo primero de todo. Y lo que no puede pasar es que nos metan en otra guerra".
Estas figuras del MAGA están unificadas en la creencia de que los EE.UU. no deben implicarse en una guerra entre Israel e Irán, ya que la vieja guardia, voces neoconservadoras como el senador Lindsey Graham y el presentador Mark Levin no pudieron contener su emoción ante los ataques israelíes. Graham comenzó con un «comienza el partido» en un mensaje en las redes sociales y luego fue degenerando abajo a partir de ahí.
Saagar Enjeti, de Breaking Points, afirmó que Israel hizo que Trump pareciera una broma. «Israel se ha burlado hoy de los Estados Unidos», escribió. «El presidente Trump declaró hoy que no quería ataques antes de las negociaciones programadas para mañana y lo llevaron adelante de todos modos».
"Su ataque de hoy es un sabotaje deliberado y un intento descarado de forzarnos a la guerra. Tenemos que resistirnos", añadió Enjeti.
Charlie Kirk, de Turning Point USA, afirmó que Israel puede hacer lo que quiera con Irán, pero que era imperativo que los Estados Unidos no se implicaran, y también que se ignorasen las voces neoconservadoras que instan a otra guerra norteamericana.
Kirk escribió en un extenso post en X: "En las próximas horas y días, habrá halcones que insten a los Estados Unidos a aumentar su implicación en este conflicto. Pedirán que “acabemos con los mulás” o que ayudemos a Israel en su “limpieza”. Afirmarán (díganme si han oído esto antes) que si derrocamos al régimen iraní, seremos recibidos como «libertadores». Debemos mostrarnos profundamente escépticos ante estos argumentos".
«Nuestra atención no debe centrarse en la búsqueda de un cambio de régimen ni en una nueva escalada de la implicación de Estados Unidos», afirmó Kirk. "Lo último que necesitan los Estados Unidos en estos momentos es una nueva guerra. Nuestro deseo número uno debe ser la paz, lo antes posible".
Dave Smith, cómico anarcocapitalista cercano al MAGA observó: "Pensé que el Covid iba a ser para Trump la prueba de su vida, pero es esta. La verdad es que espero que no nos falle en esto y nos mantenga en este caso fuera de la guerra".
El senador Rand Paul escribió: "No a la guerra con Irán. Hay que oponerse al ultimísimo plan de los neoconservadores".
Paul también utilizó mensajes positivos: «Aplaudo al presidente por instar a Irán a volver a la mesa de negociaciones y dejar claro que los Estados Unidos no van a participar en el ataque de Israel a Irán.»
«La diplomacia y la disuasión, no la guerra interminable, deberían constituir nuestra prioridad», afirmó Paul. «Así es como se pone a Norteamérica Primero».
El congresista Thomas Massie, aliado habitual de Paul y a veces enemigo de Trump, pero todavía dilecto de grandes franjas del MAGA, compartió en X lo siguiente: «Israel no necesita el dinero de los contribuyentes norteamericanos para su defensa si ya tiene suficiente para iniciar guerras ofensivas.»
«Voto por no financiar esta guerra de agresión», añadió Massie.
Una de las republicanas antibelicistas más elocuentes de Washington, la diputada Marjorie Taylor Greene, lo formuló con sencillez: "Rezo por la paz. Por la paz. Esa es mi postura oficial".
Está claro que la paz es la posición del MAGA, a juzgar por estas reacciones. Queda por ver si tendrán un «presidente de la paz» que la haga realidad.
Responsible Statecraft, 13 de junio de 2025
Si actúa Israel en solitario, ¿se arriesga a otro «Suez»?
Geoffrey Aronson
Es director de la Foundation for Middle East Peace y dirigió la publicación bimensual Report on Israeli Settlement in the Occupied Palestinian Territories.
Israel no suele librar guerras en el extranjero sin la ayuda directa de los Estados Unidos. Lo hizo una vez contra los deseos de Eisenhower en 1956, y pagó su precio por ello.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quiere acelerar su guerra contra Irán con la ayuda directa y ofensiva de Washington, en un momento en que cuenta con menos apoyo que nunca entre el pueblo norteamericano.
Netanyahu debe esperar que Washington se vea obligado a acomodarse y, si es necesario, implementar los objetivos de guerra expansivos de Israel - en particular la destrucción completa del programa nuclear de Irán, sus capacidades de misiles balísticos, e incluso el propio cambio de régimen. En general, se considera que la ayuda norteamericana resulta fundamental para el éxito de Israel en este cometido.
Podría darse el caso de que la decisión de Israel de ir a la guerra el viernes 13 de junio estuviera supeditada a un entendimiento norteamericano-israelí que cada una de las partes se muestra, al menos por el momento, reticente a reconocer públicamente. De hecho, desde junio de 1967 e incluyendo la actual campaña en Gaza, Israel nunca ha ido a la guerra sin asegurarse el apoyo norteamericano. Y en el actual conflicto, Washington ya ha reconocido haber derribado misiles iraníes dirigidos a Israel.
Sin embargo, los israelíes harían bien en preocuparse por los límites del compromiso de Trump con sus objetivos bélicos.
Amos Gilad, arquitecto clave de la relación bilateral y figura central del Estado profundo israelí obsesionado por la seguridad, viene expresando públicamente su preocupación por si Trump decía realmente la verdad cuando anunció al principio que «los Estados Unidos no tuvieron nada que ver con el ataque a Irán.»
«Si estamos solos», señaló Gilad en una entrevista con el Canal 12 de Israel, «los iraníes continuarán el enfrentamiento, y Jamenei puede decidir acelerar hacia [capacidades] nucleares». Está el emplazamiento de Fordo, que se encuentra profundamente enterrado y requiere ayuda norteamericana [para su destucción], explicó.
Gilad expresó su preocupación por la capacidad de Irán para tomar represalias, afirmando: "Podemos llegar a una situación en la que sigan atacándonos. Entienden, basándose en lo que dice nuestro embajador en Nueva York, que se supone que representa a Israel, que los Estados Unidos no están con nosotros".
Gilad advirtió que Irán podría acelerar su programa nuclear. "Al final, Irán dirá: Israel nos atacó, así que no tenemos más remedio que desarrollar armas nucleares. Nuestra recompensa será nuestra derrota".
"Los iraníes lucharán, y puede que les lleve mucho tiempo. Desde su perspectiva, hemos dañado su honor nacional", dijo.
Gilad también desestimó las caracterizaciones de Trump como alguien imprevisible. "Eso no es cierto: tiene un método. Está muy contento de que otros le hagan el trabajo. Luchará hasta el último israelí", advirtió. "Puede que se sume, pero él mismo lo ha dicho: sólo si se ataca a los soldados norteamericanos. Y no se les ha atacado".
Gilad señaló la preocupación de que Netanyahu haya calculado mal su capacidad para dirigir la política norteamericana de acuerdo con sus intenciones.
"¿Qué están haciendo los líderes políticos? Empezamos la guerra, ¿y ahora le pedimos a Trump que intervenga? ¿Por qué iba a a tener que hacerlo? ¿Está Trump obligado con nosotros?".
Gilad concluyó que Israel puede ganar la batalla, pero perder la guerra. "Los iraníes tienen la intención de seguir lanzando cohetes, y es posible que conserven esta capacidad. Países como China y Rusia podrían también ponerse de su lado", afirmó.
Un rápido recorrido por los anales del pasado pone de relieve las consecuencias imprevistas de una decisión israelí cifrada en jugar a los dados con la esperanza de que Washington pueda verse obligado, en contra de sus propios intereses, a acudir en ayuda de Israel en su campaña contra Teherán y a participar, de hecho, en la determinación de Israel de destruir por la fuerza de las armas la infraestructura nuclear y la capacidad de misiles convencionales de Irán.
Los costes potenciales del aislamiento estratégico de Israel en tiempos de guerra nos traen a la memoria la desastrosa decisión de Israel de unirse a Francia y Gran Bretaña en la «Agresión Tripartita» de octubre de 1956 contra el Egipto presidido por Gamal Abdel Nasser.
Para obligar a Israel a retirarse de la franja de Gaza y de la península del Sinaí, el presidente Dwight D. Eisenhower empleó una mezcla brutalmente eficaz de presión diplomática, amenazas de sanciones económicas y maniobras políticas internacionales para forzar su abandono del Sinaí y Gaza.
Cuando Gran Bretaña y Francia vetaron una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía un alto el fuego, Eisenhower llevó la cuestión a la Asamblea General de la ONU, donde se aprobó por abrumadora mayoría una resolución que exigía la retirada.
Eisenhower amenazó con cortarle la ayuda financiera norteamericana a Israel y sugirió la posibilidad de suspender las donaciones deducibles de impuestos a Israel por parte de los ciudadanos norteamericanos.
Recalcó la importancia del Derecho internacional y de los principios de no agresión, encuadrando su presión sobre los tres co-conspiradores como una defensa de la Carta de la ONU.
En un sincero discurso en el Despacho Oval a principios de 1957, declaraba Eisenhower:
«Si las Naciones Unidas admiten por una vez que las disputas internacionales pueden resolverse mediante el uso de la fuerza, habremos destruido los cimientos mismos de la Organización [de la ONU]... Creo que no sería fiel a las normas de este elevado cargo... si prestara la influencia de Estados Unidos a la proposición de que a una nación que invade a otra se le debe permitir exigir condiciones para su retirada».
Cediendo a la presión estadounidense, Israel se retiró de Gaza y del Sinaí egipcio en marzo de 1957.
A cambio, Israel recibió garantías norteamericanas de libertad de navegación en el Estrecho de Tirán y consiguió el despliegue de una Fuerza de Emergencia de las Naciones Unidas (UNEF) en el Sinaí como fuerza de interposición para impedir un conflicto.
Después de Suez, las políticas adoptadas por Washington -entre las que destaca la retirada forzosa de Israel de Egipto- sentaron las bases para que los Estados Unidos consolidaran su papel como sucesor del legado del imperialismo francés y británico en la región. Unos cimientos que, hasta Trump, todas las administraciones han reafirmado.
Si el diktat de Eisenhower a Israel fue el trampolín para una era de predominio norteamericano en la región, la decisión de Netanyahu de iniciar una guerra sin la colaboración de Washington bien puede señalar otro fracaso histórico israelí a la hora de calibrar correctamente los intereses de Washington en el umbral de una nueva era.
Sin embargo, no son desdeñables las posibilidades de que la administración Trump decida colaborar en una campaña militar israelí en expansión para consolidar su superioridad estratégica en toda la región.
Pero en Suez, Israel pagó el precio de obstruir la expansión del poder estadounidense en la región. Hoy, casi un siglo después, puede sufrir las consecuencias de obstaculizar el deseo estadounidense de retirada.
Responsible Statecraft, 19 de junio de 2025
Las convenientes distracciones de hacer la guerra
Robert Kuttner
Cofundador y codirector de la revista The American Prospect, es profesor de la Heller School de la Universidad Brandeis. Columnista de The Huffington Post, The Boston Globe y la edición internacional del New York Times, su último libro es “Going Big: FDR's Legacy, Biden's New Deal, and the Struggle to Save Democracy” (New Press, 2022).
Donald Trump y Benjamin Netanyahu tienen una cosa en común, más allá de su afición por la gobernación ilegal de un solo hombre. Ambos son maestros en el uso de la distracción.
¿Es la pelea de patio de colegio con Elon Musk una vergüenza, y un abyecto fracaso la política ucraniana de Trump de trabajarse a Vladimir Putin? Pues invade Los Ángeles.
¿Es Gaza una pesadilla humanitaria y logística, y están los partidos ultraortodoxos de la coalición de Netanyahu a punto de derribar el Gobierno? Hazle la guerra a Irán.
Netanyahu juega a esto mucho mejor que Trump. Durante semanas, hemos estado escuchando desde la Casa Blanca que la diplomacia de Trump en Oriente Medio estaba aislando deliberadamente a Netanyahu.
Trump llegaría a un acuerdo propio con Hamás sobre Gaza. Llegaría a un acuerdo propio con Irán para limitar la capacidad nuclear, le gustara o no a Israel.
Eso fue entonces. El principal negociador de Trump con Irán, Steve Witkoff, estaba a punto de dirigirse a la capital de Omán, Mascate, para una sexta ronda de conversaciones con Irán cuando Israel, sencillamente, decapitó al equipo negociador de Irán.
Todavía el jueves por la tarde, declaraba Trump que un ataque israelí no era inminente. «No quiero que se metan», les dijo a los periodistas.
El viernes por la mañana, después del ataque israelí, Trump publicó un torpe mensaje en Truth Social, como si el ataque israelí fuera un triunfo que complementaba la diplomacia estadounidense. "Ciertos iraníes de línea dura [sic] hablaron con valor, pero no sabían lo que estaba a punto de suceder. Ahora están todos MUERTOS, ¡y esto sólo va a ir a peor!". escribió Trump. «Irán debe llegar a un acuerdo, antes de que no quede nada». Más tarde, en ABC News, Trump elogió el ataque de manera similar.
Básicamente, la política norteamericana en Oriente Medio es hijastra de la política israelí, y Netanyahu sigue tomando a Trump por tonto (lo cual no es difícil). Netanyahu jugaba a esos mismos juegos cuando los demócratas estaban en el poder, con límites menores. Ojalá pudiera decir que Biden fue notablemente mejor que Trump a la hora de utilizar la influencia de los Estados Unidos para ponerle límites a Netanyahu. Pero no fue así.
El secretario de Estado Marco Rubio ha afirmado que los Estados Unidos no recibieron ningún aviso previo del ataque israelí, pero de hecho Trump estaba en contacto regular con Netanyahu y sabía lo que se avecinaba. Israel no le pidió permiso a Trump porque no lo necesitaba.
Ahora que Netanyahu le ha presentado a Trump un hecho consumado, los Estados Unidos se encuentran de nuevo en la posición de tener que apoyar a Israel si los acontecimientos se intensifican hasta desembocar en una guerra regional. Witkoff les ha manifestado a altos cargos republicanos del Congreso su preocupación por el hecho de que incluso un Irán debilitado pueda disponer de la capacidad de lanzar misiles balísticos que podrían atravesar las defensas de Israel, arrastrando a los Estados Unidos.
El grupo de presión israelí se ha volcado en su papel habitual de asegurarse de que los Estados Unidos le conceden un cheque en blanco a Israel, por muy temeraria que sea su política. Los demócratas progresistas se han opuesto abiertamente a ello.
«Irán no estaría tan cerca de poseer un arma nuclear si Trump y el primer ministro Netanyahu no hubieran forzado a los Estados Unidos a abandonar el acuerdo nuclear con Irán que había unido a Europa, Rusia y China detrás de los Estados Unidos para contener con éxito las ambiciones nucleares de Irán», declaró Chris Murphy, senador por Connecticut. "Se trata de un desastre producto del mismo Trump y Netanyahu, y hoy la región se arriesga a entrar en la espiral de un nuevo y mortífero conflicto”.
Murphy añadió que Norteamérica no tiene obligación de seguir a Israel en la guerra. Pero si llega una guerra regional, Israel arrastrará a ella a los Estados Unidos. Y eso servirá como una conveniente distracción más para Trump…a menos que se les vaya de las manos, como acostumbra a suceder con las guerras.
The American Prospect, 13 de junio de 2025