¡Qué tal un exquisito pico de gallo, acompañado de unas rebanadas de aguacate y queso de cabra! ¡o una salsa pinta de tomate con chile serrano, cebolla, ajo, una porción de agua y una pizca de sal! ¡O una rica sopa caliente del día con sabor a tomate rojo! Y múltiples platillos acompañados de tomate como un ingrediente básico en la dieta mexicana, y un ingrediente esencial en la comida internacional.
El tomate rojo o jitomate es el fruto de la planta con nombre científico Solanum lycopersicum, de la familia de las Solanáceas, con amplia importancia culinaria. Comercialmente el tomate es considerado una verdura, aunque botánicamente es un fruto, específicamente una baya.
El tomate es una de las hortalizas más consumidas a nivel mundial; por lo que, existen muchos tipos de variedades, cada una de las cuales satisface una demanda en particular.
En el norte de México, se le conoce como “tomate”, mientras que en el centro y sur se le conoce como “jitomate”. Para diferenciarlo del tomate verde o tomate de cáscara, en el norte se le conoce como tomatillo; por lo que, no hay confusiones. Igualmente se utilizan los términos “tomate bola o tomate saladette”, que hacen referencia a tipos de variedades.
La palabra jitomate procede del náhuatl xictomatl, y este de xictli “ombligo”, tomohuac “gordura” y atl “agua”; es decir, el jitomate (o xictomatl) significa “ombligo de agua gorda”.
El jitomate fue domesticado por los pueblos mesoamericanos hace unos 3,000 años, y es una dádiva de la naturaleza y una aportación de los pueblos originarios de México como un regalo a la humanidad, por eso goza de una enorme variedad en tamaños, colores y sabores. Por su calidad y producción, posiciona a México como uno de los líderes mundiales en exportación.
El jitomate es uno de los cultivos más importantes de México y del mundo, tanto por su importancia económica como por ser fuente de vitaminas, minerales y antioxidantes. Es rico en calcio, fósforo, potasio y sodio, y las vitaminas A, B1, B2, y C. Además, tiene propiedades como antiséptico, alcalinízante, depurativo, diurético, digestivo, laxante, desinflamatorio y remineralizante.
El jitomate es el alma de la gastronomía mexicana; porque sin jitomate, no hay salsa roja para los tacos, ni mole para las fiestas, caldos, ensaladas; o tratándose de pizzas, es la base del puré y la catsup.
De acuerdo al Anuario Estadístico de Producción Agrícola del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, ciclo agrícola 2023, México cerró con una producción de 3,636,927.46 toneladas, con una superficie sembrada de 49,522.18 hectáreas, y un valor de la producción de 36 mil 508 millones de pesos. Los principales estados productores de tomate en México son Sinaloa, San Luis Potosí, Michoacán, Jalisco y Baja California Sur. El estado de Sinaloa aporta el 22 por ciento a la producción nacional. El 80 por ciento de la producción nacional, se exporta con destino a EUA.
La situación que atraviesa actualmente el tomate mexicano es por la que han pasado otros productos mexicanos al tratar de exportarlos a los EUA. Es importante precisar que EUA es un país muy proteccionista con sus agricultores, incluso haciendo uso del dumping como práctica prohibida en los tratados comerciales.
Estados Unidos produce aproximadamente 12.2 millones de toneladas de tomate al año, posicionándose como el segundo mayor productor mundial después de China, que produce 25 millones de toneladas. Su producción se enfoca principalmente en tomate procesado (purés, pastas, concentrados y salsas). El estado de California produce más del 95 por ciento del tomate industrializado. Estados Unidos es un importante importador de tomate fresco, principalmente de México, representando el 90 por ciento de sus importaciones, pero también exporta tomate a países como Canadá y algunos países asiáticos.
El gobierno de Donald Trump tomó una decisión que podría estar influenciada por presiones de productores agrícolas de Florida, quienes en repetidas ocasiones han presentado acusaciones de dumping a productores mexicanos sin que se compruebe de manera concluyente, en lugar de abordar problemas estructurales de productividad. Cómo es sabido, el presidente Trump le impuso un 17 por ciento de arancel al tomate mexicano a partir del 14 de julio. La imposición de estos aranceles, por supuesto que repercute negativamente no solo en los exportadores y productores nacionales, sino también en los consumidores de Estados Unidos, que dependen del suministro constante de tomate mexicano.
Por toda la especulación y temores en torno a la exportación de tomate, mucho del producto se ha quedado en el mercado nacional, situación que está llevando a una sobreoferta en detrimento de los productores mexicanos.
Ante el actual escenario que se vive con Estados Unidos en materia arancelaria, y por iniciativa propia, grandes exportadores de tomate han puesto la mirada en otros países como Canadá, Japón, Emiratos Árabes, Bélgica y Singapur, entre otros mercados. Finalmente, los grandes exportadores tienen capacidad para moverse en la búsqueda de nuevos mercados; sin embargo, los miles de tomateros mexicanos que cuentan con pequeñas unidades de producción familiar a cielo abierto o de invernadero, y que aportan al abasto nacional de alimentos, son golpeados por la sobreoferta.
Por ahora, el gobierno mexicano no ha establecido un mecanismo claro de cómo ayudará a los agroexportadores de tomate ante los embates antes señalados, de modo que, el mercado nacional tampoco se vea afectado por una sobreoferta con repercusiones económicas y sociales; y aunque los golpes al tomate mexicano históricamente se han librado en el terreno comercial, con Trump, también se está dando en el terreno político.