Pibes chorros, cumbia villera conceptual / Gerardo Castillo-Carrillo

Destacamos el álbum Arriba las manos (2001) del grupo argentino de cumbia villera Pibes Chorros Un álbum conceptual es un material discográfico que mantiene una cohesión temática o narrativa en todas sus canciones. Se tiene registro que el primer álbum musical con estas características es el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles del año 1967. La crítica especializada considera que las agrupaciones que suelen presentar productos de esta índole manifiestan un proceso creativo más reflexivo, así como una propuesta vanguardista. Generalmente este tipo de obras está asociado con el rock progresivo. Por ejemplo, en el año 1972 la banda inglesa Jethro Tull presentó Thick as a Brick, expresión que significa “cabeza dura”. El álbum está conformado de una sola canción dividida en dos partes. La melodía se presenta como si estuviera basada en un poema atribuido a un supuesto niño prodigio llamado Gerald Bostock. Aunque está dividida en dos secciones, ambas mantienen continuidad. El diseño de arte del disco es otro elemento que complementa la estética y el contenido del producto; en Thick as a Brick La portada fue elaborada como si se tratara de un periódico de una pequeña localidad, donde se incorporan tanto la letra de la canción como distintas notas informativas y secciones de entretenimiento.

La agrupación británica Pink Floyd se caracteriza por tener una produción discográfica conceptual recurrente, destacan The Dark Side of the Moon (1973), así como The Wall (1979). En ambos casos, el grupo desarrolla propuestas melódicas que abordan temas como la alienación, la opresión social, el desempleo o la fragilidad de la mente humana, mediante la integración de letras, arreglos musicales y experimentación tecnológica, aspectos que consolidaron su prestigio como referentes del rock progresivo. Sin duda, hay una amplia variedad de ejemplos, como los antes citados, presentes en distintos géneros, intérpretes y grupos, que van desde Kendrick Lamar hasta Radiohead. En hispanoamerica destacan La grasa de las capitales (1979) del grupo argentino Serú Girán, Ek Tunkul (1983) y Comala (1986) del mexicano Jorge Reyes (quien fusiona el rock con instrumentos mesoamericanos), La leyenda de la mancha de la banda española Mago de Oz (1998), o recientemente El mal querer (2018) de Rosalía. En esta ocasión quiero destacar el álbum Arriba las manos (2001) del grupo argentino de cumbia villera Pibes Chorros. Este género musical se caracteriza por el uso de sintetizadores, la batería eléctrica y el sonido distintivo del keytar (teclado-guitarra), combinando voces de teclado. El surguimiento de este tipo de cumbia es marginal, centrándose en letras con problemáticas sociales como la pobreza, la droga, la violencia, la delincuencia y la discriminación. Este movimiento inicia a finales de los años 90 en plena crisis económica argentina, etapa conocida como el cacerolazo, en la que la población realizó protestas masivas contra la mala gestión del presidente Fernando de la Rúa (1999-2001). Agrupaciones como Flor de piedra y Yerba brava dan origen a la denominada cumbia villera, expresión directa de los barrios populares y periféricos de Buenos Aires.

Arriba las manos es el primer álbum de los Pibes Chorros, contiene doce canciones, las cuales abordan la realidad de las villas miserias, mezcla relatos de violencia, ilegalidad y drogas, con una propuesta sonora que consolidó el estilo provocador y distintivo del  grupo desde sus inicios. El centro narrativo del disco se construye a partir de la historia de cinco muchachos villeros que asaltan un banco y que son capturados por la policía, precisamente la canción que cuenta este anécdota se titula “Los pibes chorros”. El resto de las canciones retratan distintos aspectos de la vida cotidiana de los integrantes de esta pandilla, entre ellos la figura de “Duraznito”, quien traiciona a sus amigos y se queda con el botín: “Ahora tiene un piso en Belgrano/ Y en un Mercedes se pasea en la ciudad/ Mirálo a Duraznito viviendo la buena vida”. La melodía que cierra álbum, “Muchacho de la villa”, expone las dificultades de reintegrarse a la sociedad tras haber estado en prisión. Las letras de las canciones emplean una jerga lingüística características de las villas o barrios populares de Buenos Aires, muchos de estos vocablos provienen del lunfardo, sociolecto que hablaban los migrantes, las clases populares y los delincuentes a principios del siglo XX. De hecho, la expresión “chorros” significa ladrón. El álbum también refleja el complicado  contexto social que vivía Argentina durante la crisis económica del año 2001: robos, saqueos, secuestros, etcétera. También es un testimonio sobre los problemas que padecen los sectores marginados. De este modo, la propuesta musical no solo funciona como entretenimiento, sino también como una forma de denuncia social que visibiliza la precariedad, la violencia y la falta de oportunidades que marcan la vida cotidiana en los barrios más vulnerables. En conjunto, Arriba las manos realiza una crítica cruda y directa a la realidad que padecen los sectores marginados en plena crisis argentina de 2001. A través de sus letras, sus relatos de violencia y supervivencia, así como sus personajes marcados por la precariedad, la obra trasciende lo musical para convertirse en un testimonio social. Más que un simple producto de un género musical popular, constituye un registro cultural que visibiliza las desigualdades y desafíos cotidianos de quienes habitan las periferias urbanas. Pibes Chorros produjo seis discos adicionales, a lo largo de estos álbumes puede observarse el uso del humor irreverrente y una visión crítica sobre realidades como la pobreza, la violencia barrial y la estigmatización social. En definitiva, la  trayectoria discográfica del grupo contribuyó a construir el imaginario y la historia de la cumbia villera.