Ir de camino por la naturaleza/ Crónica tercera: retorno a lo elemental - Porfirio Tepox Cuatlayotl 

Por:  Porfirio Tepox Cuatlayotl 

Caminar en los senderos en verano es una ocasión para recordar aquellos años de la niñez, para decirlo al estilo de Soustelle: “en los que la vida trascurría poco dentro de la casa y mucho fuera de ella, bajo un cielo muy soleado”, pues sólo se regresaba a la morada para recibir los alimentos y descansar. Ésta es la época de los caminos de terracería que, con las primeras lluvias, llenaban el entorno con el grato aroma a tierra. En aquel tiempo de añoranza,  los niños dan la bienvenida al amanecer, se despiden del atardecer y se maravillan con las noches llenas de estrellas, del cielo mexicano. Son los días de los caminos artesanales, en donde aún se respira un ambiente rural, pues, en estas vías de abundante arbolado, los pastores conducen a sus rebaños hacia las praderas para alimentarlos y los agricultores guían a sus boyadas para arar sus campos.

En estos recorridos, se respira la fragancia de la naturaleza, mientras se camina hacia los campos de cultivo. En aquellos años de la niñez,  cada huella de nuestro propio caminar, por una parte, se convierte en una palabra que se imprime en la tierra para escribir la biografía de cada caminante, por la otra, para decirlo con las palabras de Machado, cada huella se imprime “para hacer un camino al andar”, asimismo,  para hacer una invitación a caminar. Para no ir más lejos y a manera de conclusión de estos recuerdos, anotamos que éste es uno de los abundantes tesoros del caminar, a saber, el regreso a nuestro fundamento tal como lo expone David Le Breton: “caminar es un retorno a lo elemental: el amanecer, el poniente, la noche, la tierra, las piedras, las colinas, las montañas, el agua, la lluvia, el viento, caminar evoca nuestra humanidad esencial inmersa en un mundo que nos supera o nos maravilla y nos inquieta”.