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12 Abril 2025, Puebla, México.

Reflexiones personales sobre mis historias verdaderas / Günter Petrak

Cultura | Crónica | 4.ABR.2025

Reflexiones personales sobre mis historias verdaderas / Günter Petrak

Reflexiones personales sobre mis historias verdaderas
Nunca he sido disciplinado con la escritura, quizá la única vez que me “puse las pilas” fue cuando escribí la noveleta “Ciudad de Otros” (publicada por la BUAP en 2002), y eso porque formó parte de mi proyecto de titulación para la Maestría en Letras. Suelo ser, por un lado, muy exigente conmigo mismo, y por el otro, demasiado apocado. Y, sin embargo, ya llevo más de veinte “Historias Verdaderas” en la antología. ¿Qué me anima a escribirlas y compartirlas, si tengo tan pocos lectores? ¿Qué pueden importarles a otros mis anécdotas y desvaríos, excepto a mis amigos? Tal vez he encontrado en este ejercicio una especie de “salud” como lo plantea Gilles Deleuze, un sucedáneo para mi espíritu melancólico y mi ánimo pesimista, o quizá, en el fondo de mi inconsciente, he encontrado una forma de “trascender”. Pienso en esto porque hace unos días, revisando mi biblioteca encontré un buen número de libros con dedicatoria de amigos escritores. Y pienso en concreto en Gabriela Rábago Palafox, quien falleciera en 1995 (“Para Günter Petrak cuyo nombre inevitablemente evoca al gran vampiro, con mis simpatías…”); en Gilberto Castellanos (1945-2010) (“A Günter Petrak, cuentista inquietante, por breve y esencial. Con la amistad nuestra y compañerismo literario de tantos años…”); en Ignacio Padilla, quien murió en 2016 (“Para Günter, ángel custodio en este descenso infernal a los meandros de la academia, colega por todos lados…”); en Eusebio Ruvalcaba (1951-2017) (“Para mi querido Günter Petrak, este libro que rezuma vida…”). Y pienso, después de que me alcance el carruaje del Tiempo y me arrastre con él, tal vez alguno de mis amigos, desempolvando su biblioteca, encuentre uno de mis libros y me recuerde… Pero, pensándolo bien, a lo mejor mi búsqueda es otra, fui maestro durante 40 años, ¿será que mi vocación domina este intento de compartir reflexiones, anécdotas ejemplares de un viejo docente que pretende enseñar con el ejemplo? Uf, no sé si en el fondo mi ego aflora y me desflora. Ya no sé ni cómo continuar. Tal vez en mi próxima entrega les cuente cómo encuentro inspiración y “teclas” para activar los recuerdos, las dificultades de permanecer callado sobre experiencias que involucran a otros y de quienes debo respetar su privacidad o sobre experiencias demasiado íntimas que pueden comprometer mis relaciones actuales. No es fácil, después de todo. Gracias por su paciencia, a mis contados lectores. Gracias a mis queridos amigos Sergio Mastretta y Leobardo Espinosa, quienes me han abierto un espacio en sus portales (Mundo Nuestro y México Prioridad) para divulgar mis textos, sobre todo porque sé que los valoran y aprecian honestamente y eso me estimula mucho a seguir intentando. Gracias.
 
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