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16 Abril 2025, Puebla, México.

7 de diciembre de 1989: La liebre en el Hospital Universitario (Crónica 10) Sergio Mastretta

Universidades | Crónica | 10.ABR.2025

7 de diciembre de 1989: La liebre en el Hospital Universitario (Crónica 10) Sergio Mastretta

BUAP 1989-1991, Crónica de una ruptura histórica

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Introducción

En 1987 el Maestro en Ciencias Samuel Malpica Uribe gana la rectoría de la Universidad Autónoma de Puebla en sucesión de Alfonso Vélez Pliego. Lo hace con el respaldo de miles de estudiantes que participan en una elección con voto universal, directo y secreto que sustenta el proyecto de universidad democrática, crítica y popular, vigente desde 1973. Con Malpica Uribe inicia la quiebra de ese proyecto de universidad en manos de una izquierda política que encuentra su valor fundamental en la independencia política respecto del Estado, pero su talón de Aquiles en la dependencia económica de la voluntad gubernamental.

La ruptura entre las facciones dominantes de la universidad se produce en enero de 1989, durante el segundo informe del rector Malpica, quien acusa de corrupción a la administración de Vélez Pliego. Siguen dos años de conflicto que incluyen la destitución del rector, la constitución de un triunvirato de gobierno por una de las facciones en el Consejo Universitario y el desgobierno hasta que se celebran nuevas elecciones en abril de 1991, todo ello en medio de múltiples refriegas callejeras como la toma del edificio Carolino por los enemigos de Malpica y el asesinato en circunstancias nunca esclarecidas del profesor Miguel Antonio Cuéllar Muñoz el 22 de diciembre de 1989.

El conflicto termina con la reforma de la ley orgánica que suprime el voto universal, directo y secreto de los estudiantes, y con la recomposición de las relaciones con el poder público estatal. Lo que sigue es la crónica de ese proceso.

Publicamos en Mundo Nuestro nuevamente estas crónicas con el ánimo de contribuir a la discusión colectiva sobre la realidad de la universidad pública en Puebla en el marco del reciente paro estudiantil y las reformas impulsadas por un movimiento que sin duda es un punto de inflexión en la historia de la Beneméita Universidad Autónoma de Puebla.

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Crónica 10

 

La liebre en el Hospital Universitario

 

Jueves 7 de diciembre de 1989. Agazapada un poco en las dos últimas semanas, la liebre vuelve al primer plano apenas se disipa la polvareda electoral. Brinca al descampado con el sol de las dos de la tarde, y ese cazador furtivo que damos en llamar “la historia” está a punto de sorprenderla en el Hospital Universitario. Patadas, jaloneos, amenazas... por un pelito no sonaron los balazos.

El conflicto en la UAP: una liebre que corre tentadora por la boca de todos y que en el riesgo de la violencia encuentra una explicación histórica.

A mediodía los de la Junta habían hablado con el secretario de Gobernación Jiménez Meneses. “Sí insisten en darle el dinero a Malpica, vamos a parar el Hospital Universitario”, expresó el doctor Eduardo Vázquez Valdez. A las 8 de la mañana tomaron sus oficinas de Coordinador. El doctor, uno de los cuatro que forman la Junta de Gobierno de la corriente que desde hace mes y medio intenta deponer a Samuel Malpica, todavía alcanzó a llamar a Enrique Montero Ponce para denunciar por radio lo que sucedía: el grupo de Alfredo Lozano Ortega, sub-jefe laboral del Área de Salud, afecto a Samuel Malpica, tomó las oficinas de la Coordinación con la justificación de que el titular había abandonado sus funciones.

De ahí en adelante, y tras el rumor de secuestro del coordinador administrativo Pascual Urbano Carreto  ―"autosecuestro”, acusaron los malpiquistas–, surgió la pregunta sobre la actitud que adoptarían los antimalpiquistas, entretenidos con una marcha a Palacio de Gobierno.

A la una de la tarde todo es tranquilidad en el lobby del hospital. Intendentes malpiquistas pegan carteles con suásticas y consignas contra la Junta y el Coordinador. De ahí en fuera, el hospital opera normalmente. No puede faltar el membrete del movimiento: mantas con grandes letras destacan a una tal OUAS, Organización Universitaria del Área de la Salud. Tranquilos, quienes tomaron las oficinas están en espera de cualquier reportero que inquiera por sus motivos.

En la oficina de Lozano Ortega, junto con la de Urbano Carreto ―cerrada y con un cartel infamante (“aquí está el corrupto Urbano Carreto") ―, una mujer habla por teléfono y dice casi textualmente lo que Lozano ha dicho a los reporteros: “El gobierno tiene que dar el subsidio para el pago de los aguinaldos y quincena, para terminar con la incertidumbre que ha creado la Junta. Vázquez Valdés no tomó el parecer de los trabajadores del Hospital Universitario. Nos oponemos a que se entregue al Sector Salud, como lo pretende el coordinador, quien además violó un acuerdo del Consejo Universitario de 1976 sobre las residencias al permitir que puedan hacerlas estudiantes que no son de la Escuela de Medicina de la UAP. Queremos que el Hospital sea Escuela, como se proyectó en su origen. Vázquez Valdés debe reintegrarse al hospital o se le hará un referéndum. Ha tomado medidas netamente personales, como la compra de un conmutador con costo de 79 millones de pesos. Además, tienen una cuenta a su nombre por 200 millones que son recursos del hospital”.

Pero siempre hay dos versiones. Toco la puerta de la oficina del hombre aparentemente secuestrado. Pascual Urbano Carreto, pregunta quién llama, y abre con temor, mientras sus adversarios dicen que “ese está encerrado ahí porque quiere”.

“Tú los ves ahora muy tranquilos ―dice―, pero lo que pasa es que ya vinieron los de TV3 y otros reporteros. En la mañana los hubieras visto pateando la puerta y gritando cosas. A mí me privaron de mi libertad por lo menos durante hora y media. Ahora estoy aquí como protesta contra un acto ilegal”; y añade: "Cruz Quintas encabezó esto, con gente de intendencia. Y lozano Ortega lo hace para cubrirse, porque él fue relevado del cargo por la Comisión de Honor y Justicia, sólo que Samuel Malpica le ha dado el aval. El problema de fondo es el del funcionamiento del Hospital Universitario, en un año que tenemos en la Coordinación los resultados están a la vista: mejor aspecto, mejor atención, mayores ingresos. Existía una deuda de 300 millones de pesos que se ha reducido a 188 más o menos. Desde que entramos, Samuel Malpica suspendió las partidas especiales para equipo, medicinas y materiales de curación; hablamos de unos 800 millones de pesos. Y no ha entregado 80 millones para mantenimiento, quiere estrangular al Hospital, ya que los elevadores OTIS no quieren dar el servicio, igual que los que dan mantenimiento a Rayos X y el Tomógrafo. Pero nosotros, mediante cuotas de recuperación hemos obtenido 200 millones de pesos. No se trata de ninguna cuenta personal, es una cuenta mancomunada destinada a la adquisición del equipo nuevo para dar salida al obsoleto”.

Y se enfila contra Lozano Ortega: “Desde hace cuatro meses, con el apoyo de Malpica, tiene 40 enfermeras cobrando sin trabajar. Ahí se han ido 100 millones de pesos. Y el 6 de abril contrataron a 88 intendentes, cuando la plantilla de 210 es suficiente. La Coordinación se opuso, ellos a la fuerza tomaron las oficinas como ahora, así que les pagan en nómina paralela y cobran en Relaciones Laborales. A quienes no están con su corriente les llegan descuentos en sus cheques, y les pagan a otros que ni siquiera trabajan”.

Pascual Urbano Carreto termina la plática, se anima a asomarse al pasillo, arranca de la puerta el cartel. Una hora más tarde verá llegar a los antimalpiquistas. Vienen de Palacio de Gobierno. Vienen calientes. Sorprenden a los de Lozano Ortega, los repliegan. La bronca en el hospital refleja la lucha por el poder en la universidad. Los dos grupos toman posiciones: los que llegaron a sacar a Urbano Carreto salen a la explanada. Cinco minutos de griterío, en primera fila se patean y se la mientan. Por un lado aparece Cruz Quintas con cuatro o cinco. Se ven morrales aquí y allá, pero en ningún momento asoman las fuscas.

Media hora más tarde, en el portal del zócalo, circulan algunos protagonistas. Pareciera perseguirse unos a otros. Pasan unos de las huestes de Cruz Quintas. Pasan otros detrás, uno del grupo de intendentes conocido como los Zárate, entre ellos. La liebre corre, la historia empieza.

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