SUSCRIBETE

15 Abril 2025, Puebla, México.

Una misión imposible y un debate en la prepa Zapata (Crónica 11)

Universidades | Crónica | 11.ABR.2025

Una misión imposible y un debate en la prepa Zapata (Crónica 11)

No se confunde la pelotera estudiantil en el patio de la Prepa Zapata. Tampoco Samuel Malpica con el micrófono y sus pestes contra la administración de Vélez. Pero nadie habló de un debate. Y ahí estaban todos sentados a la mesa muy formales y civilizados...

AQUÍ PUEDES ENCONTRAR LA SERIE DE CRÓNICAS PUBLICADAS A LA FECHA DE HOY

 

BUAP 1989-1991, Crónica de una ruptura histórica

Introducción

En 1987 el Maestro en Ciencias Samuel Malpica Uribe gana la rectoría de la Universidad Autónoma de Puebla en sucesión de Alfonso Vélez Pliego. Lo hace con el respaldo de miles de estudiantes que participan en una elección con voto universal, directo y secreto que sustenta el proyecto de universidad democrática, crítica y popular, vigente desde 1973. Con Malpica Uribe inicia la quiebra de ese proyecto de universidad en manos de una izquierda política que encuentra su valor fundamental en la independencia política respecto del Estado, pero su talón de Aquiles en la dependencia económica de la voluntad gubernamental.

La ruptura entre las facciones dominantes de la universidad se produce en enero de 1989, durante el segundo informe del rector Malpica, quien acusa de corrupción a la administración de Vélez Pliego. Siguen dos años de conflicto que incluyen la destitución del rector, la constitución de un triunvirato de gobierno por una de las facciones en el Consejo Universitario y el desgobierno hasta que se celebran nuevas elecciones en abril de 1991, todo ello en medio de múltiples refriegas callejeras como la toma del edificio Carolino por los enemigos de Malpica y el asesinato en circunstancias nunca esclarecidas del profesor Miguel Antonio Cuéllar Muñoz el 22 de diciembre de 1989.

El conflicto termina con la reforma de la ley orgánica que suprime el voto universal, directo y secreto de los estudiantes, y con la recomposición de las relaciones con el poder público estatal. Lo que sigue es la crónica de ese proceso.

Publicamos en Mundo Nuestro nuevamente estas crónicas con el ánimo de contribuir a la discusión colectiva sobre la realidad de la universidad pública en Puebla en el marco del reciente paro estudiantil y las reformas impulsadas por un movimiento que sin duda es un punto de inflexión en la historia de la Beneméita Universidad Autónoma de Puebla.

AQUÍ PUEDES ENCONTRAR LA SERIE DE CRÓNICAS PUBLICADAS A LA FECHA DE HOY

 

Crónica 11

 

Una misión imposible y un debate

Jueves 14 de diciembre de 1989. Avenida Maximino, Plaza de la Democracia, Zapata. Del autoritarismo a la autogestión. Los universitarios van y vienen en ese territorio autónomo del Carolino, desde hace dos meses manifiestan en marchas y mítines. De uno y otro lado consignas, fotos, gritería, las masas que les corresponden y las consignas: “¡Fuera Malpica!”, "¡Arriba Malpica!”. Ahora Santaclós se mete en medio con su costal de cheques y aguinaldos como fumarolas inasibles. Valerdi, el líder del sindicato, arenga a sus agremiados: algo dice sobre la relación de las cuotas sindicales en las últimas tres quincenas, no menciona cifras. Luego le preguntamos qué hay de un embargo precautorio. "Sí, dice, se va a solicitar un embargo de las cuentas bancarias porque la administración de Malpica ha retenido alrededor de 75 millones de pesos de las quincenas de noviembre y la última de octubre." Antes había dicho que el sindicato no tenía respuesta de Samuel Malpica sobre quien representa formalmente al Consejo Universitario.

Terminó Valerdi, y los trabajadores amenazaron con un plantón a partir de las tres de la tarde del viernes si no les pagan completos sus salarios decembrinos. Algunos aplaudieron. Pero pocos se animaron a asistir a la marcha. Un orador lo recrimina: “Muchos están ahí en sus casas o en el café a la espera de lo que pase, brillan por su ausencia. Tenemos que reclamar a los delegados que se comprometieron a traer a los trabajadores a esta marcha y no lo hicieron”.

Una marcha sin mucho ruido que terminó con el rumor de que en la Prepa Zapata está Samuel Malpica. Una marcha que trae a cuento a un tercero en discordia, el gobierno estatal, que se dejará sentir el viernes si no hay paga, pero mucho más el próximo año, cuando el conflicto no pueda posponerse con el narcótico de los reyes magos.

No se confunde la pelotera estudiantil en el patio de la Prepa Zapata. Tampoco Samuel Malpica con el micrófono y sus pestes contra la administración de Vélez. Pero nadie habló de un debate. Y ahí estaban todos sentados a la mesa muy formales y civilizados: Malpica, quien recuerda que cuando propuso como primer punto las demandas estudiantiles en aquel tórrido Consejo Universitario de octubre, un grupo de consejeros pidió su destitución; Guillermina Pérez, que debe hacer de moderadora y mira a los balcones; Ismael Ledezma, que mete y saca papeles de su portafolio; Juvencio Monrroy, que esconde la cabeza entre los hombros escuálidos, y el doctor Eduardo Vázquez Valdés, que pone cara de catedrático de cirugía. Sí, es un debate, Samuel Malpica contra tres de los cuatro miembros de la Junta de Gobierno que nombró el Consejo Universitario opositor.

Le gritan algo a Samuel, que se enoja y dice "ya ven, ellos empiezan, jóvenes, se supone que esto es un debate serio". Un muchacho toma el micrófono: “¿Dónde está el subsidio?, no ha llegado a la prepa Zapata”. Malpica: “El subsidio lo manejó la administración y el Tesorero depuesto, ¿por qué no hubo queja en dos años?”. Mira a Guillermina, y acusa al joven que lo increpa; “A ti te tiran línea desde aquí”, y señala a la coordinadora. Sigue: “A mí me dejaron con un déficit de diez mil millones pesos... yo no imprimo billetes, el subsidio no alcanza, tengo que ver de dónde saco para pagar... Es una táctica conocida, la misma que se aplica contra Nicaragua, me dejan un déficit y a ver cómo le hago...”.

Griterío, porras a Samuel, abucheos a Samuel. El hombre le echa toda la culpa a los velecistas. Sigue con el micrófono, se interrumpe para consultar la notita que le pasaron: “Aquí me pasan una nota ―dice―, es del doctor Vázquez Valdés, dice que no diga mentiras, que ellos no tienen nada que ver con la administración de Vélez Pliego”. El rector-no rector (¿cómo llamarle?) se anima, saca del portafolio papeles, fotos, muestra pruebas: “Aquí está Vélez, dice que pasó por casualidad por ahí, así lo dijo al locutor de radio Enrique Montero Ponce, y este que está por acá es Pepe Dóger. Ah, pero no son ellos, no son velecistas, todo es casualidad”. Muestra una copia de una columna de Fernando Crisanto: “No lo digo yo, lo dijo un periodista, él da pruebas de los delincuentes que trabajaron con Vélez y que ahora están con ellos, como los Zárate Martínez”. Está encarrerado Samuel, enseña los oficios que ha sacado de las escuela que ha recorrido como en sus mejores tiempos de campaña, está atento a la opiniones del público, sigue sus reacciones, si lo aplauden tiene una respuesta, si lo abuchean tiene otra.

“Qué cumplimos ―dice―, bueno, se fue el Tesorero, detenido por contrabandista en 1982”.

“¿Y Cruz Quintas qué?”, le interrumpe desde su asiento Guillermina.

“Esas son mentiras”, responde Malpica.

“¡Ah!”, exclama el público.

“Que lo prueben”, dice Samuel. Se arma una boruca. Guillermina quiere intervenir. Malpica cambia de tema, señala al nuevo grupo que va entrando a escena, son los trabajadores que vienen del mitin en la Plaza de la Democracia. “Ustedes son testigos ―grita Samuel―, esto era una asamblea estudiantil, ellos la transforman en otra cosa”. Deja el micrófono, Guillermina lo toma, una estudiante de la prepa se lo intenta arrebatar, forcejean. Estamos hechos, el debate se lo llevó Judas. La coordinadora grita que no hay estudiantes, que son gente de Malpica la mayoría de los presentes. Gritos de “¡Fuera Guille, fuera Guille!”. El forcejeo sigue varios minutos. Samuel se sienta, Monroy sigue ensimismado, el doctor Vázquez Valdés opta por la retirada tras bastidores.

Me llama el doctor al pasillo, mientras sigue el griterío: "Oye, yo te respeto, pero tú dijiste en una nota que yo llamé a parar el Hospital Universitario, y no fue así, yo expresé al licenciado Jiménez Meneses que en caso de violencia tendríamos que desalojar el hospital porque no habría garantías”. Respondo: "Tiene razón doctor, yo me fui con una información que me pasó otro reportero el viernes pasado, cuando la bronca en el Hospital Universitario." Ni modo, me digo, son gajes del oficio, y vuelvo al tinglado; Ismael Ledezma ha logrado apoderarse del micrófono. “Mira ―alcanza a decirme el doctor Vázquez Valdés―, nosotros actuamos de buena fe, si estamos en esto es porque nos importa el futuro de la universidad; si no se hace algo, si no se enfrenta el verdadero problema, nadie puede garantizar que el próximo rector no sea otro Malpica u otro Vélez. Los universitarios deben pensar bien esto”.

Ledezma, temblorosas las manos, grita en el micrófono, muestra una gráfica, rebate a Samuel Malpica en el asunto de las 1744 plazas, saca fotos en donde se ve al rector como testigo del ataque al edificio Presno, llama a su rectorado “el imperio de las mentiras”, algunos estudiantes lo cabulean, imitan su nerviosismo. De cualquier modo el debate está roto.

Suben a escena algunos trabajadores, echan discursos antimalpiquistas. Estudiantes promalpiquistas se niegan a seguir en el local, dicen que qué chingaos hacen ahí los trabajadores. Todo es gritería y priva la certeza de que ya acabó todo.

Juvencio Monrroy permanece en su lugar. Está platicando con un grupo de estudiantes, ninguno pasa de los 18 años: “Muchachos ―les dice―, ustedes tienen que abrir los ojos, tienen que conocer cómo están las otras universidades del país”. Hablo con otro grupo de chavos, todos promalpiquistas, dicen que defienden el voto universal y que los de la Junta nunca les informaron bien a bien por qué hicieron todo esto. Nos arrojan un vaso de fruta desde el tercer piso. “Mírelos, ya ve como son”, se quejan. Luego alguien me dirá que no son de la Zapata, que los que están en contra son puros repetidores.

Difícil entender todo esto. El acto acabó en desbandada. El sonido dispuesto se apresta para un baile que organizan los estudiantes. Nos corren a todos, el que quiera entrar a bailar pagara mil pesos en beneficio de un equipo de volibol. A otro día, a otra cosa, sigue la espera.

AQUÍ PUEDES ENCONTRAR LA SERIE DE CRÓNICAS PUBLICADAS A LA FECHA DE HOY